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¿Qué deben hacer los adultos ante el bullying?

Esta práctica puede ser una forma de discriminación por diferentes características

Desafortunadamente, el bullying es un comportamiento recurrente a lo largo de la vida escolar. Es un comportamiento agresivo, repetitivo e intencional que se manifiesta de forma física, verbal o social, y que tiene como objetivo ejercer poder sobre otra persona.

  • Bullying físico: Agresiones físicas como golpes, palizas o empujones.
  • Bullying psicológico: Se manifiesta a espaldas de la víctima.
  • Acoso social: Consiste en lesionar emocionalmente las relaciones de una persona con otras, aislarla, no tomarla en cuenta o marginarla.

Esta práctica puede ser una forma de discriminación por diferentes características, como la orientación sexual, identidad de género, nacionalidad, etnia, sexo, condición socioeconómica, condición de salud, discapacidad, creencias religiosas, entre otras cosas.

Además, el bullying puede traer varias consecuencias negativas hacia las víctimas, e incluso a los victimarios, tales como depresión, ansiedad, pensamientos suicidas o descontento con la vida.

¿Qué deben de hacer los adultos ante esta problemática?

El activista Juan Martín Pérez García, coordinador regional de Tejiendo Redes Infancia en América Latina y el Caribe, sostiene que debe comprenderse que las infancias que fungen como violentadores, no es que lo hagan por gusto, sino que son comportamientos que en una gran mayoría son aprendidos de los entornos familiares en los que crecen; es decir, reproducen muchas veces la violencia que viven.

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“Ningún niño o niña nace siendo violento”, afirma, “sino que precisamente es la socialización, su ambiente familiar, el ambiente educativo, la comunidad educativa y las comunidades o los barrios, donde se van incorporando estos códigos de bienvenida”.

Por otro lado, cuando los adultos (ya sea padres de familia, docentes o alguna otra figura de autoridad) responden rápidamente y de forma constante a situaciones de acoso, transmiten el mensaje de que no es un comportamiento aceptable. Las investigaciones demuestran que, con el tiempo, esta actitud puede detener el acoso. Hay medidas simples que los adultos pueden implementar para detener el acoso de inmediato y proteger a los niños.

Lo que se tiene que hacer

  • Intervenir de inmediato. Está bien buscar la ayuda de otro adulto.
  • Separar a los niños involucrados.
  • Asegurarse de que todos estén a salvo.
  • Abordar cualquier necesidad médica o de salud mental inmediatamente.
  • Conservar la calma. Llevar tranquilidad a los niños involucrados, incluidos los espectadores.
  • Dar el ejemplo y actuar de forma respetuosa al intervenir.

Lo que hay que evitar

  • Ignorar la situación. No hay que creer que los niños pueden resolverlo sin la ayuda de un adulto.
  • Intentar averiguar de inmediato lo que pasó.
  • Obligar a otros niños a decir en público lo que vieron.
  • Interrogar a los niños involucrados frente a sus compañeros.
  • Hablar con todos los niños involucrados a la vez, hay que hacerlo de forma individual.
  • Hacer que los niños involucrados se disculpen o enmienden la relación de inmediato.

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Es importante averiguar qué sucedió, de preferencia con varias fuentes que presenciaron el incidente. Además, es imprescindible escuchar atentamente a los involucrados, sin culpar a nadie. Puede resultar difícil conocer toda la historia, en especial si los alumnos involucrados son varios, o si la situación de acoso implica acoso social o ciberacoso. Hay que recopilar toda la información disponible.

 Algunas instituciones prefieren ignorar la problemática por mantener un “estatus”, o no querer involucrarse de más, no obstante, es de suma importancia que los adultos asuman su papel ante este tipo de comportamiento, pues hay que proteger la integridad de las infancias a toda costa.

Ofrecer seguimiento psicológico, tanto a la víctima como al victimario, también es un aspecto importante y necesario, ya que, como se mencionó anteriormente, es común que los agresores reproduzcan conductas agresivas que aprendieron desde el núcleo familiar.

Menciona Juan Martín Pérez García “en tanto la sociedad no asuma con responsabilidad el tema, que esta conversación se traduzca en acciones institucionales y de las familias, lamentablemente el acoso seguirá presente en las escuelas”.

Es necesario garantizar y preservar los derechos de las niñas, niños y adolescentes, como una tarea que atraviesa, no sólo a las madres y padres de familia, sino también a las instituciones, al Estado y a la sociedad.

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