Ludwika y Andrés, amistad que se refuerza en escena
Los actores llegan al Teatro Diana con la obra "Los hijos también lloran"
Andrés Zuno y Ludwika Paleta tienen más de 10 años de conocerse y su amistad les ha permitido crear en conjunto; ambos han desarrollado la puesta en escena “Los hijos también lloran”, cuya idea original y guion precisamente es de Andrés, un viaje por su universo, sus preguntas y sus miedos acerca de la vida, de su experiencia con la muerte de su padre cuando apenas era muy niño, pero contando la aventura en un halo de melodrama, de telenovela intensa, porque como él mismo lo dice, nuestra educación sentimental viene de la televisión.
La puesta en escena, ambientada en los años 80 con música de Timbiriche y otros intérpretes, vestuario estrafalario con mucho crepé en la cabellera y que ahora se encuentra de gira al interior de la República Mexicana, llega al Teatro Diana el próximo 9 de mayo con dos funciones, a las 19:00 y 21:00 horas. El precio de los boletos va de los $600 a los $250 pesos.
“Cuando tus amigos son gente que hace lo mismo que tú, que en nuestro caso tenemos muchos que se dedican al cine, el teatro y la televisión, y te juntas con gente que se apasiona de lo mismo, siempre estás pensando con quién te gustaría hacer un proyecto y con quién te gustaría compartir una temporada ya sea de una serie o una obra de teatro”, señala Ludwika con respecto a la amistad con Andrés.
Andrés comparte que no siempre es fácil trabajar entre amigos. “Hay quienes se dedican a lo mismo, pero no con todos se despierta ese deseo, porque no todo el mundo tenemos la misma hambre o vamos por el mismo camino, en mi caso muy en particular, creo que el estar en la misma frecuencia, aunque me suene un poco ‘new age’, es que estemos como vibrando en la misma sintonía y queramos lo mismo y tengamos la misma sed”.
Ludwika anota que acercarse al universo de Andrés es una experiencia cada día, porque al explorar sus vivencias, le caen veintes, o le surgen dudas, o lo comprende mejor. En el montaje ella interpreta a su madre y él se encarna a sí mismo en diversas etapas de su vida, sobre todo en los primeros años.
“Gente que admiras hay mucha, pero hacer teatro, es un proceso tan íntimo y único en el que compartes mucho más que la escena, porque para crear y construir, necesitas intercambiar experiencias que a veces son muy personales, no por nada se dice que en los salones de ensayo lo que se explora, no debe salir de ahí, casi porque es un cuarto de terapia”.