La interpretación de reglas de origen de T-MEC genera tensión
Se tuvo que pensar en llevar a consultas y panelistas para decidir quién tiene la razón
La falta de coincidencia en los conceptos y la interpretación distinta de Estados Unidos y de México en las reglas de origen para autos del T-MEC no se pudo resolver con la administración Trump y generó este año una tensión política y a nivel técnico entre ambos países.
Incluso se tuvo que pensar en llevar a consultas y en seleccionar panelistas para decidir quién tiene la razón, si México o Estados Unidos.
La subsecretaria de Comercio Exterior, Luz María de la Mora, dijo que la "respuesta que hemos tenido es que Estados Unidos no está dispuesto a cambiar su interpretación sobre el redondeo y las partes esenciales".
Consideró que los estadounidenses interpretan arbitrariamente las reglas.
De la Mora dijo que el gobierno mexicano había "intentado a todos los niveles, a nivel técnico el grupo de acceso a mercados y reglas de origen trabajó mucho con Estados Unidos y Canadá.
"Nosotros también con la administración (del presidente) Trump, la secretaria Márquez le mandó una carta a Bob Lighthizer (entonces representante comercial de Estados Unidos) yo le mandé una carta a C.J. Mahoney,(el representante comercial adjunto de Estados Unidos) para explicar que nosotros no coincidimos con la interpretación que le dan a los conceptos de la regla de origen", expuso.
"La respuesta de Estados Unidos fue que ellos van a seguir haciendo una interpretación como ellos lo han decidido. Esperamos que la administración de Biden entrará y también lo intentamos a nivel técnico, a mi nivel, a nivel ministerial lo tratamos…en la reunión bilateral con la embajadora Tai y con la ministra Ng de Canadá pero se mantienen en su respuesta”.
Esta forma "arbitraria" de interpretar las reglas de origen de autos afectará la forma de cumplirlas, porque ya son de por sí estrictas las actuales, refirió.
El trasfondo
El pasado 23 de julio se explicó una alta funcionaria mexicana en Washingtonque México discrepa con Estados Unidos sobre las reglas de origen aplicables a los vehículos para que puedan tener un trato arancelario preferencial bajo el T-MEC.
La secretaria de Economía, Tatiana Clouthier, señaló que la administración de Joe Biden ha retomado la interpretación de Bob Lighthizer, quien era el representante comercial durante el gobierno de Donald Trump, bajo cuyo impulso se negoció el Tratado México-Estados Unidos-Canadá. El gobierno del Presidente Andrés Manuel López Obrador no cree que eso respete lo pactado. "Creemos que las reglas de origen no se han interpretado de la forma en que se acordó en el momento en que firmamos el acuerdo", señaló Clouthier en rueda de prensa aquel día
La industria automotriz es el pilar del sector manufacturero mexicano y está orientada a satisfacer sobre todo la demanda de Estados Unidos.
"No cumplir con las reglas del T-MEC puede potencialmente interrumpir las operaciones de la industria automotriz de Norteamérica y resultará en cargas innecesarias para la industria automotriz norteamericana y una menor competitividad", advirtió la secretaría de Economía mexicana. "Eso también tendrá el efecto no intencional de desviar recursos de inversión limitados de áreas cruciales, como investigación y desarrollo, para vehículos eléctricos y vehículos autónomos en la región de Norteamérica", añadió.
El CCE lo ha advertido
Las diferencias de interpretación entre Estados Unidos y México en torno a las reglas de origen del sector automotriz del T-MEC afectó a las plantas armadoras en sus procesos de fabricación de autos del 2024, ha dicho el presidente del Consejo Coordinador Empresarial (CCE), Carlos Salazar Lomelín.
El líder de la máxima cúpula empresarial dijo, en un mensaje que difundió por redes sociales, que la resolución es importante porque las armadoras invierten este año para iniciar con la fabricación de las autopartes que se utilizarán para los automóviles de 2023, 2024 y 2025.
"Los automóviles que se van a vender en el año 2023 y 2024 se deben de iniciar ya en su fabricación, recuerden que esta industria va planeando a muy largo plazo y hoy están empezando a planear las partes que van a integrar el autos del 2024 o 2025", explicó. Por ello, si no hay un acuerdo bajo el esquema de consultas, entonces se iniciará con el panel de controversias, en el que "gente independiente y especializada dará el criterio final, si no nos pudimos poner de acuerdo y será vinculatorio".
Recordó que de un contenido regional en los autos, de 62.5% aumentará, de manera paulatina a 65%, 69%, para llegar a 75% de acuerdo a lo que se estableció el T-MEC. Los empresarios de los tres países están de acuerdo en cómo medir el porcentaje de contenido regional en las autopartes, pero la autoridad estadounidense no está de acuerdo.
El diferendo está en que el gobierno mexicano y las armadoras consideran que cuando una parte cumple con el porcentaje, que para este año es de 69%, entonces se toma como 100% de la región, pero el gobierno estadounidense dice que no, que solamente será 69%.
El T-MEC, algunas obligaciones
La segunda versión del tratado de libre comercio con Estados Unidos y Canadá, en vigor desde julio de 2020, es conocida en México con el acrónimo T-MEC. Llevando también agua a su propio molino, nuestros vecinos designan el acuerdo como USMCA (United States-Mexico-Canada Agreement) y los canadienses lo nombran CUSMA (Canada-United States-Mexico Agreement).
La primera versión del acuerdo comercial, la que entró en vigor a principios de 1994, es conocida entre nosotros como TLCAN (el Tratado de Libre Comercio de América del Norte), mientras que para los estadounidenses y los canadienses es NAFTA (North American Free Trade Agreement). Entre tantos nombres puede señalarse además otra curiosidad léxica: para México siempre ha sido un tratado y para las otras dos naciones siempre ha sido un acuerdo. Dicen los expertos en derecho internacional que ellos están bien y nosotros mal. Que deberíamos hablar también de un acuerdo, pues un tratado es tan solo el documento legal que establece los detalles específicos del acuerdo.
Pero al final del día lo importante no son ciertamente los nombres sino los resultados, y éstos han sido a todas luces notables. A fines de 1993, antes de entrar en vigor el TLCAN, las exportaciones mexicanas a Estados Unidos representaban menos del 7% del total de sus importaciones. A fines del 2000, tras apenas siete años del TLCAN, la participación de las exportaciones mexicanas en las importaciones totales de Estados Unidos había crecido hasta rebasar el 11%.
Ese incremento acelerado de la participación de México no prosiguió, sin embargo, durante los primeros años de este siglo. La razón fue que las exportaciones chinas comenzaron a desplazar a las mexicanas en el mercado estadounidense, una vez que China logró ser miembro de la Organización Mundial de Comercio en 2001. No obstante, durante los últimos años, especialmente a raíz de la confrontación comercial entre el país vecino y China, las exportaciones mexicanas han comenzado a capturar nuevos mercados. En 2019, antes de que cayera el comercio mundial por la pandemia, el porcentaje de la participación mexicana respecto a todas las importaciones estadounidenses ya había rebasado el 14%.
Así pues, el T-MEC es un acuerdo que es vital para la economía de México, por lo que en su uso deben cuidarse todos los detalles tanto comerciales como legales. Especialmente porque el nuevo tratado, al contrario del TLCAN, tiene provisiones estrictas en materia laboral y en materia ambiental que México, le guste o no, está obligado a respetar. Esto se aplica en particular al caso de todas las empresas radicadas en nuestro país, incluidas las propias subsidiarias estadounidenses y canadienses, que pretendan que sus exportaciones hacia los otros dos países no paguen aranceles.
Lo anterior puede ilustrarse con la reciente consulta sobre el contrato colectivo que tuvo lugar en la planta de General Motors en Silao, Guanajuato. El "charrismo" sindical está en la mira de los sindicatos de Estados Unidos y de Canadá, si no por otra razón por la creciente competencia de la mano de obra mexicana. De manera inédita, en esa planta la mayoría de los trabajadores votaron en contra de la legalidad del contrato colectivo que existía con anterioridad. Un ejercicio democrático que es un gesto de buena voluntad por parte de México hacia las otras dos naciones.
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