Un Perro de mil batallas
Con su partida, Pedro Aguayo deja un legado que quedará en la historia de la lucha libre mexicana
Entre todos los juicios que se pueden hacer para resumir lo que fue el Perro Aguayo, hay uno que es simple, pero acertado: él ha sido el peleador mexicano no enmascarado más importante de la historia.
Su legado ha sido inmenso, pues a pesar de que sus mejores años los vivió entre la década de los setenta y ochenta, los niños de los noventa todavía pudieron verlo sobre el ring dando muestras de su gran calidad.
A pesar de que fue adoptado por la ciudad de Tala, Jalisco, desde muy temprana edad, el “Can de Nochistlán” siempre estuvo orgulloso de su natal Zacatecas y esto le ayudó para generar una identidad propia e irrepetible en el mundo de los enlonados.
Su trayectoria es tan larga que parece infinita, pero aquí se recuerdan algunos de los momentos que hicieron que el Perro Aguayo fuera la figura que logró ser dentro y fuera de las fronteras mexicanas.
Así nació el himno
Además de ser reconocido por sus hazañas sobre el cuadrilátero, el Perro Aguayo también fue inmortalizado gracias a la canción que compuso Arturo Macías, director de la Banda Cuisillos, acerca de la vida y obra del “Can de Nochistlán”.
Fue a inicios de la década de los noventa cuando esta agrupación logró uno de sus primeros grandes éxitos al escribir esta canción que fue avalada por el mítico luchador.
“Fui a buscarlo al gimnasio, me atendió. Me preguntó qué buscaba y ya le platiqué sobre la canción que le hicimos, le dije que en esa canción habíamos puesto su nombre y queríamos ver si nos daba oportunidad de grabarla. Se la pusimos en una bocinita y nos dijo que sí, que la grabáramos. Afortunadamente ese tema nos dio a conocer, fue el primer tema que funcionó y todo cambió. Todo gracias al amigo que nos dejó utilizar su nombre”, dijo Macías.
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Grandes momentos
Debut en 1970
Ante la necesidad de darle sustento a su familia, Pedro “Perro” Aguayo debutó como luchador el 10 de mayo de 1970 bajo la supervisión de Cuauhtémoc “Diablo” Velazco. Su primera pelea la realizó al lado del Indio Jerónimo, teniendo como rivales a Alfonso Dantés y Red Terror.
Destrozó a El Santo
Sólo cinco años después de su debut, Aguayo se convirtió en el último gran rival de otra leyenda de la lucha libre mexicana: El Santo. En aquel 1975, un joven Perro no tuvo contemplaciones y destrozó la máscara de su rival. Ese es uno de los pasajes más históricos de esta disciplina.
Le quita la máscara
A pesar de que ya no estaba en sus mejores años, el Perro Aguayo siguió protagonizando grandes enfrentamientos, ya que en 1992, en la Plaza de Toros México, el ídolo de Nochistlán despojó de su incógnita a Máscara Año 2000, luchador con el que siempre tuvo una gran rivalidad.
Triunfa en el lejano Oriente
Fue en marzo del año 1981 cuando el Perro Aguayo brilló también en el plano internacional. Viajó a Japón para medirse con Gran Hamada, rival al que derrotó en la ciudad de Shimizu, para ganar el cinturón mundial de la WWF (Federación Mundial de Lucha Libre) de peso Semicompleto.
Konnan, otras de sus víctimas
Sin importarle que Konnan fuera casi 20 años más joven, el Perro Aguayo se enfrascó en un duelo en donde estuvo en juego máscara contra cabellera ante el luchador cubano. El pleito mantuvo atenta a toda la Arena México, escenario que atestiguó el triunfo del gladiador zacatecano en 1990.
Despedida agridulce
El 30 de marzo de 2001 el Perro Aguayo puso fin a su carrera en el pancracio, en una pelea de máscara contra cabellera frente a Universo 2000. Aquel pleito llevó por nombre “El Juicio Final” y de alguna manera esto marcó el ocaso del can, ya que en tres caídas terminó por perder su cabellera.