Deportes

Tres décadas de enseñar box, por amor al arte

Cuando la pasión es grande, no importan las condiciones en las que se practique el deporte de los guantes

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A Don Calixto no se le da eso de hablar de un tema a la vez, ha vivido tanto que sus recuerdos se amontonan en su boca a la hora de compartir experiencias. Por dar un ejemplo, uno puede preguntarle -única y exclusivamente- sobre su vida como entrenador de boxeo, pero a cambio obtendríamos una historia más extensa en donde incluso saldrían a relucir algunas de las glorias del pugilismo mexicano.

- Entonces usted comenzó como entrenador en los años ochenta, ¿verdad?

- Correcto, pero para esto yo ya tenía años peleando. Una vez compartí función con el “Púas” Olivares, allá cuando Don Rubén andaba tumbando caña en el 71. Ese día Olivares le ganó al “Alacrán” Torres…

Pese a que la historia sale a borbotones de su boca, hay puntos clave que nos permiten resumir a Don Calixto en una serie de breves descripciones. Él es, entre otras cosas, un amante del boxeo, un pintor de coches y camiones, un padre de familia y, para bien de esta historia, un hombre que ha dedicado más de 30 años de su vida a impartir clases de box de manera gratuita.

Sin sueldo alguno, pero con la convicción de que el boxeo le hace bien a la vida de las personas, Don Calixto o “Charly”, como lo conocen sus amigos, ha improvisado un pequeño gimnasio en el Parque González Gallo, mismo que no es más que un cuarto amarillo de dos por dos metros y un ring de dos cuerdas con superficie de cemento.

Ahí, en ese pequeño recuadro donde se pierde más sangre por los sancudos que por los golpes, “Charly” entrena a cuanto joven, adulto o anciano decida ponerse los guantes. A cambio sólo pide su dedicación y colaboración para comprar materiales de trabajo.

Gracias a este “pago” es que “Charly” ha podido surtirse de manoplas, guantes, peras, costales y vendas, todo para que sus alumnos aprendan “su estilo”, el cual dice haber aprendido de los grandes maestros cubanos.

“Un techo es lo que nos falta, porque cuando llueve no hay clase, y cuando hay Sol andamos buscando los árboles. También luz eléctrica, porque en la noche no se ve nada. Pasan las muchachas del futbol americano y andan jugando a oscuras”

Los años ya han pasado por él, y aunque se conserva en buenas condiciones, es evidente que le cuesta trabajo utilizar las manoplas y aguantar los rectos, uppers y volados que le lanzan sus alumnos, los cuales, dicho sea de paso, están varias divisiones arriba de él.

El gimnasio se ha vuelto su segunda casa -o a veces la primera-, ahí está durante dos turnos al día, de lunes a sábado, y a veces también los domingos. Todo lo hace por amor al arte, y aunque no espera que alguien le dé un sueldo por hacer lo que hace, sí sueña con la posibilidad de que algún día exista alguna administración gubernamental que le ayude a ofrecer mejores condiciones a sus usuarios.

“Un techo es lo que nos falta, porque cuando llueve no hay clase, y cuando hay Sol andamos buscando los árboles. También luz eléctrica, porque en la noche no se ve nada. Pasan las muchachas del futbol americano y andan jugando a oscuras”.

- ¿Un ring con lona también sería prioridad?

- Y no sólo con lona, también con sus tres cuerdas, con las cabeceras en sus postes y que sea simétrico. Este que tenemos lo hicimos entre todos, pero no creas que es lo mejor.

Entre pintar autos y los encordados

“Charly”, para los conocidos, quisiera tener mejores herramientas en su “gimnasio”. EL INFORMADOR / D. Reos

Montado en su bicicleta, Don Calixto hace media hora de trayecto desde el parque hasta su casa, lo que en una sumatoria nos indica que cada día pedalea cerca de dos horas con tal de enseñar lo que sabe a los alumnos que han depositado su confianza en él.

“Charly” gana el sustento de su familia en un pequeño taller donde sigue ejerciendo el oficio de pintor, mismo que ha llevado paralelamente a su vida dentro del encordado. Él sabe que podría vivir con más comodidad si le arrebatara unas horas al box para dárselas a su trabajo remunerado, pero ante esta situación él se ha convencido de algo: nadie escatima en tiempo cuando se trata del amor de tu vida.
 

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