Chivas preserva sus talentos
Los formadores de Fuerzas Básicas tienen que redoblar esfuerzos para generar futbolistas que lleguen a Primera
Para nadie es secreto que llegar a la élite del futbol mexicano es muy complicado, y mantenerse en ella aún más. Del proceso formativo que hay detrás depende lo provechoso que puede ser el recorrido de un joven por fuerzas básicas, y sólo será exitoso si logra debutar en Primera División y se consolida ahí, así lo refiere Javier Mier, director de Fuerzas Básicas de Chivas.
“Para nosotros un proceso formativo es efectivo hasta que llegue a Primera División y se mantenga. Es un proceso de mucho trabajo donde tenemos que cuidar los detalles desde la categoría de 12 años, hasta que estén cerca de Primera. Es relativo porque se evalúa únicamente si llega a Primera, pero también pretendemos formar buenos mexicanos en sociedad”, mencionó Mier.
A lo largo de toda esta formación, muchos talentos se han llegado a perder por temas extra cancha, es decir, indisciplinas que marcan de por vida una carrera. Adentrarse a un mundo que te exige dar lo mejor de ti, llega a ser demandante y hasta complicado porque no todos están listos para tomarse con seriedad el significado de ser un futbolista profesional.
“Un alto porcentaje se pierde por temas de indisciplinas y nosotros tenemos que trabajar en eso, es fundamental formar jóvenes integrales. Es complicado poner atención en todas las cosas que pasan, porque al final son seres humanos, van a casa con sus familias y por eso las familias son unos cómplices muy importantes para nosotros (…) Estamos convencidos que si logramos complementarnos y nuestros jugadores entienden que van más allá de lo que sucede en la cancha, las carreras de nuestros futbolistas van a llegar más lejos”, agregó.
No obstante, las personas que se encargan de crear talentos no tienen que entrenarlos únicamente dentro del campo, sino fuera de él también, ya que muchos jóvenes que buscan la oportunidad de jugar en el primer equipo terminan viviendo en casa clubs, lejos de su familiares, y en consecuencia, los entrenadores deben de ser como unos segundos padres y estar al pendiente de ellos, no únicamente por temas de futbol, sino también personales que puedan llegar a aquejar al futbolista. Algo que Arturo Ortega, director técnico de la Sub 20, ha sabido manejar muy bien, confesando que precisamente la cercanía con sus jugadores ha sido una diferencia para llevar a Chivas a ser uno de los mejores en este torneo dentro de esta categoría.
“Les ofrezco siempre mucha empatía a ellos, la verdad, en eso creo que en el cuerpo técnico llevamos un trabajo muy estricto, porque muchos chavos de la Sub 20 no viven con sus papás, viven en casa club y a nosotros nos ocupa estar cerca, estar al pendiente de sus necesidades y, por supuesto, del día a día en el en los entrenamientos (…) Ahora que tengo cinco meses junto con el cuerpo técnico, he conocido bastante al jugador de Chivas y es un jugador comprometido, diferente, tiene ganas y esa hambre de llegar al primer equipo, y para nosotros nos facilita, porque simplemente es reforzarla en el día a día”, señaló el profe Ortega.
Un largo camino de desarrollo
El primer contacto de alguien con un balón de futbol se da entre los tres a cinco años. Isaac Martínez y Zahid Muñoz, jugadores surgidos de la cantera de Chivas, entran en este escenario. Ambos iniciaron jugando a muy temprana edad, pasando de una escuela a otra hasta llegar a uno de los clubes más importantes de México y siendo de los pocos afortunados en estar en la antesala de llegar a Primera División.
“Desde los tres años empecé a jugar futbol, fue a los cuatro años que mi papá me metió por primera vez a una escuela. A los siete, me llevó a un equipo que se llamaba el Occidental que era más de barrio, ahí mi papá quería que sacara colmillo. Llegó un visor y me dijo que quería hacerme visorías, pero que no daba la edad. A Chivas llegué a los 9 años y fui avanzando categorías, al principio éramos 20, ya sólo quedamos cuatro”, dijo Martínez.
En contraparte, Zahid empezó practicando el balompié sólo por hobby, jamás pensó en la repercusión que tendría tiempo después mantenerse en entrenamientos y seguirse probando en equipos juveniles.
“A los 7 u 8 años fue cuando comencé a ir a entrenamientos de futbol. Al principio fue por hobby, la intención no era que yo fuera profesional. Inicié en una escuelita de Acatic, en un equipo local que tenían, iba a competir a torneos regionales como a Tepatitlán. En uno de los torneos, me tocó que llegaron visores de Chivas y le dijeron a mis papás que si querían ir a probarme al equipo. Ellos tomaron la decisión”, comentó Muñoz.
Llegar al profesionalismo requiere de muchos sacrificios y estos jóvenes han tenido que hacerlos.
“Dejar amistades, cambiar de escuela, cuando era más chico salía de clases rápido para venir a entrenar, perderme muchos viajes familiares, han sido las cosas que más he sacrificado (…) Hay veces que siento ansias de que no me estén saliendo las cosas, desesperación, creo que a veces las cosas no nos salen y nos preocupamos o queremos dejar el futbol”, confesó el joven de 17 años.