141 segundos que cambiaron la historia
Los últimos 2:21 minutos del Super Bowl LII definieron los destinos de Eagles y Patriots
Fueron 141 segundos. Los dos minutos y 21 segundos más largos en la historia para Filadelfia. La respiración se contuvo. Por un momento todo quedó en silencio.
Parecía que los Patriots vendrían de atrás para una vez más ganar el SuperBowl de manera espectacular, de película, como les gusta, pero las mejores páginas de la historia están llenas de peleas entre David y Goliat. Brady estaba en el terreno de juego, Belichick había dado sus órdenes. En el estadio reaparecieron esos fanáticos que, tal vez, se quedaron dormidos durante el espectáculo de medio tiempo y que apoyaban a los de Boston.
“Hemos esperado por esto por mucho tiempo, y me siento bendecido de ser parte de esto (...) tenemos una gran ciudad en la que competimos y me siento orgulloso de ser un Eagle”.
Quedaban dos minutos y 16 segundos en el reloj cuando vino la jugada grande, la que todos esperaban de aquella que había sido la defensiva número uno en la Postemporada. De entre las sombras salió Brandon Graham y así el titán cayó. Tom Brady fue capturado y el ovoide salió de sus manos para ser recuperado por los Eagles. Los gritos de los aficionados ensordecieron el lugar, sabían que esto era lo que habían estado esperando: su oportunidad de ganar el Super Bowl.
El reloj se detuvo, y sólo 129 segundos separaban a estas águilas de levantar el vuelo que las llevaría a los cielos más altos. Entró Nick Foles con una sola misión: comerse el reloj de juego. Todas sus jugadas fueron por tierra y así el tiempo pasaba. Terminaron anotando un gol de campo que ponía el marcador 41 a 33.
La diferencia era de ocho puntos, los de Belichick necesitaban un touchdown y una conversión de dos puntos para repetir la hazaña de Houston.
Sesenta y cinco segundos en el reloj y Brady regresa al terreno de juego. 58 segundos, reaparece esa defensiva brutal y detiene a los Patriots en su propia yarda 10. El estadio también juega, hace los suyo, mete presión a Brady. Las máscaras de perro aparecen en la única pantalla del estadio y todos se emocionan.
El reloj sigue su marcha y nadie respira, las 67 mil 612 almas en el estadio penden de un hilo, de un pase, de una jugada. Dependen de Tom.
Quedan 13 segundos en el reloj y Filadeldia pide su último tiempo fuera. Algunos gritan, no pueden contener el estrés, la emoción y el nerviosismo.
Solo nueve segundos y no queda más, un “Ave María” de Brady a la zona de anotación. El reloj sigue corriendo, siete, seis, cinco... defensivos y receptores saltan al mismo tiempo, el balón sigue volando... cuatro, tres, dos... Gronkowski estira la mano pero no es suficiente, el ovoide rebota entre todos los que están en el plano pero nadie puede detenerlo, uno, cero... el balón cae. Esa es la sentencia... ¡Eagles es campeón!
El estadio es una olla de presión que explota inmediatamente. Cae el confeti y el “Fly, Eagles, fly” suena una y otra vez. No se necesitan música o bocinas, las gargantas de los aficionados que esperaron tanto tiempo por este momento son más que suficientes para que el eco en U.S. BankStadium se escuche hasta la propia ciudad de Filadelfia.
Los 57 años de espera son cosa del pasado. Ahora son campeones, ya tienen un Vince Lombardi y para cambiar su historia bastaron 141 segundos.
Patricia Gallardo / Enviada