Cultura

Torre Trimera: arquitectura y arte florecen en la ciudad

El inmueble muestra, en su fachada, el rosto de una mujer que mira hacia el Centro Histórico

Bajo el nombre de Trimera: Mosaico Urbano está por concluir la construcción de un desarrollo que se acerca al Centro de Guadalajara —se ubica en el cruce de Federalismo e Hidalgo— y logra integrar de forma armónica a su entorno espacios recreativos, educativos y culturales; a lo que suma la excelente movilidad urbana aledaña, con acceso a las principales redes de transporte público y transporte alternativo ecológico, aunque lo que más le distingue es la imagen —en su fachada— que, a la distancia apropiada, es capaz de mostrar un sorpresivo rostro en el paisaje.

El arquitecto Miguel Santa Cruz, responsable de la obra, explica que este proyecto “comenzó con un concurso, pues la propietaria del terreno deseaba realizar un proyecto altruista, esto es, generar una escuela de capacitación a nivel de preparatoria y que formara en distintos oficios; el terreno se donó y para hacer viable la idea, se pensó en generar usos mixtos para el predio (venta y renta) para financiar la escuela”.

Así, cuando la propuesta final se delineó y Santa Cruz fue elegido para llevarla a cabo, “se ajustó el programa financiero: un edificio de departamentos, un área comercial abajo, un hotel y la escuela; el planteamiento es que estas diferentes funciones interactúen sin contaminarse. Ahora, mi propuesta final se centró en ‘ayudar’ a la zona, que fuera un proyecto detonador y se pudiera aprovechar el potencial de la zona que, entre otras de sus características, tiene que es una suerte de límite del Centro Histórico, la avenida Federalismo (que significa una oportunidad), tiene infraestructura vial”.

El arquitecto apunta que “el gobierno parece querer apoyar la vivienda en el Centro de Guadalajara y, con eso, esperemos sigan cambiando las condiciones y se aproveche el potencial, no sólo por sus posibilidades de desarrollo económico, la conectividad incluye desde la cercanía con el punto de conexión de tres líneas del Tren Ligero, hasta avenidas tan importantes como Vallarta, Federalismo, Hidalgo y otros ejes viales”.

El ADN de la edificación

Al plantear la edificación, destaca Santa Cruz, “pensamos en las personas a quienes les atrae vivir en esta zona, que tradicionalmente acepta las condiciones de la zona y por sus características tiene un nivel medio económico; eso generó un reto, desarrollar una arquitectura que no empobreciera y sí aportara a la ciudad. Ante esto, al contar con un centenar de departamentos y cada uno con dos módulos (balcón y ventanal) que permiten un área exterior y aprovechar el clima de la ciudad; pero sobre todo jugar con estos módulos a manera de pixeles y darles un sentido contemporáneo, y generar una imagen”.

Ante la posibilidad de “generar un buen resultado (en la fachada)”, detalla el arquitecto, se pensó en la participación de “un artista adecuado y sensible a este tipo de necesidades; así se involucró Francisco Morales en el proyecto, fue quien aceptó la invitación”.

Y para la conformación de la imagen, afirma Santa Cruz, “no se pensó en hacer las cosas como un mosaico veneciano, colocando una a una las piezas, sino que se involucrara el trabajo de los albañiles, colocando las diferentes piezas (elaborados por módulos de 30x30 cm) que conforman la figura, cuya intención es que sea abstracta y sutilmente figurativa, para generar una suerte de ‘sorpresa’ (lo que ya quedó en manos de Francisco Morales)”.

El artista apostó por darle al edificio un “rostro” que lo distinguiera de otro tipo de espacios urbanos. EL INFORMADOR/ A. Navarro

La vista en el Centro Histórico

Al involucrarse de lleno en el proyecto, el artista y arquitecto Francisco Morales, comenta que “hicimos muchas propuestas, durante un tiempo largo, pues no teníamos muy en claro que podíamos colocar; ahora, primero que nada, debimos ser cuidadosos con la posible invasión a un contexto ya dado. Se eligió una paleta de colores muy serena, respetuosa, que se adapta —sin ser exótica o extraña—al contexto”.

Tras la presentación de numerosos “ejercicios”, asevera el artista, “se llegó a la conclusión de que fuera este rostro femenino, aunque con características abstractas; eso sí, bajo la idea de mantener la vista en el Centro de Guadalajara: nosotros en el edificio y el rostro en el Centro Histórico. Se planteó así, un mensaje sutil, sencillo, sin grandes tesis: un rostro simple que mira al Centro Histórico, un mosaico dentro del mosaico que es la arquitectura del edificio”.

El también arquitecto detalla que el nombre —“Trimera”— proviene de “Quimera” y alude a la vocación del edificio, que se “reparte en tres, pues se trata de: comercio, habitación y educación, tres componentes del vocablo resultante. Es por eso que no podemos separar el origen del proyecto del desarrollo de la pieza (integrada por 2 millones 80 mil 780 mosaicos en total)”.

En palabras de Morales, “ante la posibilidad de utilizar las tecnologías digitales para lograr un efecto de hiperrealismo, no fue eso el propósito, esto más bien fue un ejercicio de geometría y, además, un proceso artesanal, pues hicimos maquetas con los mosaicos. Y el recubrimiento veneciano se escoge porque ayuda a que el color no se degrade (a diferencia de la pintura). Pero no se quería un mural, si así fuera esto sería una intervención y no, esto es parte del sistema constructivo de la arquitectura lo que genera la obra de arte”.

Miguel Santa Cruz buscó darle un toque único a este desarrollo, que integra tanto el aspecto de vivienda, educación y comercial. EL INFORMADOR/ Archivo

 CT

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