Reconociendo mi patrimonio
La identidad de un pueblo inicia con la apropiación de la herencia cultural, dejar que se pierda es perdernos a nosotros mismos
El patrimonio cultural y natural de México es tan extenso que en cada comunidad y a lo ancho de cada Estado de la República se cuenta con ejemplos que se distinguen y los hace únicos, mismos que son reconocidos a nivel local, nacional o internacional. La valoración por esa diversidad es importante no sólo para reconocer y comprender lo que somos como mexicanos. El patrimonio cultural y natural es único e irrepetible y lo más importante: es de todos, por lo tanto, todos deberíamos de cuidarlo para no perderlo u olvidarlo.
Las definiciones del Patrimonio Cultural van de las que remiten a los bienes materiales y no materiales; otras señalan el legado histórico, arqueológico, arquitectónico o paleontológico, lo cierto es que el significado del Patrimonio Cultural tiene su complejidad, porque es una construcción social, en el que está inmerso lo físico, biológico, cultural y natural, por ello, ahora se le reconoce como biocultural por que se incluye también el patrimonio natural.
En este patrimonio biocultural se integra la memoria y la experiencia de los saberes transmitidos durante cientos de años, en él se visualiza la historia, cosmovisión, lengua, practica, conocimiento, naturaleza y territorio de los aportes de generación en generación.
Por lo tanto, al ser una herencia, cada persona, país o comunidad le dará un valor diferente que dependerá del contexto, su historia, fin económico, estético, simbólico, educativo, normativo, social, incluso espiritual. Para que se lleve a cabo ese proceso de herencia cultural y de continuidad se debe de haber generado un proceso de apropiación que haya concluido en identidad.
Para los tapatíos el mariachi es un elemento que nos distingue, incluso va más allá porque se ha convertido en un icono a nivel mundial, ¿pero qué pasa con ejemplos muy locales, como puede ser una tradición, costumbre o platillo de una comunidad, como es el caso del “atole de bodas”?, este es un postre que se ofrece en la comunidad de Zacatongo, Jalisco, es un platillo que se invita para festejar la alianza entre los novios, elaborado con leche, azúcar y arroz preferentemente en cazo de cobre. En este simple platillo se aprecia una tradición culinaria dentro una festividad, que se continúa transmitiendo.
Los nativos de Zacatongo, pero incluso personas que sólo han visitado este pueblo lo conocen, lo han disfrutado y lo valoran porque los identifica. Lamentablemente existen ejemplos de patrimonios bioculturales que se han ido perdiendo, entre los que se incluyen paisajes, yacimientos naturales, festividades, costumbres o tradiciones, entre otros. Algunos de esas herencias jamás se podrán recuperar porque son irremplazables. Las siguientes generaciones ya no tendrán la oportunidad de conocerlas, muchas de ellas ni siquiera en fotografías.
El “atole de boda” sirve para subrayar la importancia de lo que nos distingue, de nuestros patrimonios, como son los legados culinarios, costumbres, festividades civiles y religiosas, etc., y de que no importa la definición profesional que se le ha dado, lo importante es identificarlas, seguirlas conservando y difundiendo, al final cada persona o comunidad tiene las propias. ¿Cuál es el patrimonio biocultural que te identifica?
Sobre la columna
Esta entidad está compuesta por aspectos de índole multicultural que durante su proceso evolutivo ha forjado de manera distintiva su identidad. Sus habitantes como parte esencial de sus componentes producen la herencia cultural material e inmaterial, representada por su entorno natural, arquitectura, urbanismo y tradiciones, los cuales, se encuentran sujetos a un proceso constante de adaptación a los tiempos modernos.