Óscar Fernández: “Al lector hay que darle historias”
El autor español presenta “El color de la lucha”, una travesía hacia los sueños del profesionalismo y las heridas debajo de la máscara
Con una extensa investigación acerca de la lucha libre en nuestro país y quienes se dedican a la profesión, el narrador ibérico Óscar Fernández (Vigo, 1978) escribió la novela “El color de la lucha” (2021), una trama donde seguimos los pasos en la vida de alguien que emprende un viaje al sueño anhelado de ser luchador profesional, sin imaginar los dolorosos golpes que le dará la vida en el trayecto.
Ya en el prefacio a la obra, escrito por el editor, Edén Martínez, se destaca que la lucha libre es “un reflejo de nosotros mismos”, como fenómeno, un “entretenimiento de masas mezclado con folclor”, algo que es por igual “magia y cultura urbana” pero que, ante todo, deja al aficionado “satisfecho y feliz”.
En entrevista con EL INFORMADOR, Óscar señala que la lucha libre es “uno de los distintivos de México, no hay lucha libre en el mundo como la que tienen aquí; además, nos acerca al héroe más real para las personas, porque es de carne y hueso, podemos ir a la Arena a gritarle, la lucha permite a sus héroes aterrizar en nuestra vida y es un deporte colorido para profesionales que hacen lucha olímpica, vuelos, acrobacias en las que, desde el aire, no sabe dónde va a caer; y eso establece una analogía con la vida misma”.
“El color de la lucha” se lee como si fueran unas memorias; dice el autor que “habla de un personaje que existió y conocí muy de cerca, con quien compartí algunas luchas y pulques. Bajo la máscara hay heridas que la gente no puede ver y esa doble vida del personaje me transportó a la idea de que podemos ser quien queremos ser”.
En cuanto quien narra desde la primera persona, destaca Fernández: “creo que somos seres atemporales aunque vivamos en el presente; muchas veces, una nueva situación vital nos recuerda lo que nos motivó o hizo caer. Hay una regresión, hay dos capítulos que transcurren en un funeral pero que están llenos de vida. Creo que al lector hay que darle retroalimentación, darle las historias, creo que acudimos a ellas todo el tiempo”.
En estas circunstancias, hay un lector en mente, pero no es unívoco sino múltiple; el narrador español refiere que “el luchador hace un viaje; el libro no es sólo para un lector conocedor, pero sí hay mucho detrás, entrevisté a “Lizmark”, a “Cien Caras”, el “Satánico”, todos ellos… porque se requería que los personajes hablaran como sus referentes; eso lo saben los fans. Si bien es para conocedores, la novela también es un viaje por la República y un extranjero puede hacerlo, es una vertiente para quien visita estos sitios, o bien para quienes registran las reacciones del público y cómo es el ambiente de la arena. Simplemente, lo que propongo en la novela es un viaje, para conocedores y para quien desea viajar”.
Un destino diferente
El protagonista de la novela es firme en su búsqueda a pesar del rechazo y, como establece Fernández, “eso sucede ante lo diferente, pero la lucha libre ha ido evolucionando y ahora hay exóticos y toda clase de personajes. En aquellos tiempos donde la lucha era ritual, antaño, el Solitario era quien se atrevía a hacer otras cosas. Mi protagonista quería ser rudo (por su padre), pero el amor le crea al personaje y lo deja encaminado en un destino; ella crea un luchador diferente que es discriminado y maltratado, pero eso ocurría en los ochentas”.
Convertido en ingeniero civil de profesión, Fernández destaca que -como en la literatura- ha podido crear en este oficio que, además, generó “un hijo común; cuando fui a Palestina para realizar un proyecto de levantar escuelas en zona de guerra, y pude como ingeniero aprender esa cultura pero, asimismo, poder escribir luego sobre la situación en Medio Oriente. Ambas profesiones son creativas pero no están peleadas; la ingeniería me ha llevado a muchos escenarios que narro en las letras”.
Sobre el autor
Escritor e Ingeniero Civil de Profesión. La obra literaria de Óscar Fernández está caracterizada por el realismo y el reclamo social, escribe sobre las preocupantes condiciones actuales.
Su primer libro, “El Inframundo” (2004), se inspiró en un infierno que casi le cuesta la vida en Haití.