"Okupas" en la ópera de Bruselas como símbolo de resistencia
Artistas toman el simbólico edificio para protestar por el cierre de los recintos culturales, motivado por la pandemia de COVID-19
Como símbolo de "revolución" y de "resistencia", una decena de artistas ocupan desde hace una semana el Teatro real de la Moneda, el edificio de la ópera de Bruselas, para protestar contra la situación "crítica" que afronta el sector cultural y artístico europeo ante las restricciones del coronavirus, y que mantiene salas de teatros y cines cerradas en Bélgica.
La 'Monnaie' (como se conoce al teatro nacional) se ha convertido en su 'Bastilla' desde la que estos "okupas" culturales tratan de lanzar un contundente mensaje a los poderes públicos:el interminable encierro de la cultura es la agonía del arte.
"Ese movimiento es una reacción urgente a meses y meses de lo que para nosotros ha sido una mala gestión del Gobierno y para interpelarle de que no tenemos otro medio que ocupar esta ópera nacional", explica Elli, portavoz de la plataforma BezetLaMonnaieOccupée y que durante una semana más ocuparán la ópera bruselense.
Esta organización, que aúna a estudiantes y trabajadores del sector cultural y artístico, tiene una composición horizontal y transversal: no existen líderes, las decisiones se toman de forma asamblearia y en ella participan artistas francófonos, flamencos y germanoparlantes.
Por ello, explica Elli, era tan importante ocupar la Ópera de Bruselas, uno de los dos únicos edificios culturales que pertenecen al Gobierno nacional y que simboliza cómo el arte puede ser un paraguas bajo el que unir a una sociedad que en ocasiones choca por sus diferencias sociales, económicas y culturales.
Ahora en el descansillo de este teatro que data del siglo XIX no se arremolina el público para acudir a obras de renombre, sino que se disponen colchones sobre los que descansan los artistas cada noche y un pequeño despliegue operativo para planificar la acción artística y política del día.
Puntuales, cada día a las 5 de la tarde, los activistas se reúnen en la plaza frente a la ópera en una pequeña tribuna abierta, como un ágora participativa a la que está invitado todo aquel que quiera expresarse artísticamente o lanzar una crítica política.