Muros que cuentan historias
El Instituto Cultural Cabañas se prepara para recibir parte de la magnífica obra del pintor José de Almada Negreiros, en el marco de la FIL
José de Almada Negreiros fue un pintor portugués, representante del muralismo luso y con un estilo donde se cruzan las vanguardias, del cubismo al futurismo. Nacido en 1893, fue contemporáneo y amigo del escritor Fernando Pessoa, con una fuerte actividad en la vida pública del arte portugués de la primera mitad del siglo XX, donde también aportó como escritor. Almada Negreiros falleció en 1970, pocos años antes de la caída de la dictadura.
Al acabar la educación básica, Negreiros comenzó su actividad artística, en 1912. Gracias a su inclusión en una exposición del grupo Humoristas Portugueses conoció a Fernando Pessoa, escritor con el que trabó amistad y colaboró en las famosas revistas literarias “Orpheu” y “Portugal Futurista”, fundamentales para el desarrollo de la literatura en el país ibérico.
La próxima edición de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, a inaugurarse el 24 de noviembre, cuenta con Portugal como país invitado de honor, por lo que Almada Negreiros estará presente con una exposición dentro del Instituto Cultural Cabañas. Con el título de “Lo que cuentan las paredes: Almada Negreiros y la pintura mural”, la curaduría es de Mariana Pinto dos Santos.
Ya que la obra monumental de Negreiros es imposible de mover, al ser murales, al museo tapatío llegarán bocetos y reproducciones de los paneles que el pintor realizó en los años cuarenta, en el puerto de Lisboa. El pintor realizó dos proyectos de gran envergadura en la Gare Marítima da Rocha do Conde d’Óbidos y el Gare Marítima de Alcântara, ambos inmuebles contiguos al Río Tajo, emblemático de la capital portuguesa.
La intención de construir los muelles se registra desde 1933, pero fue hasta 1939 cuando se concretó por el arquitecto Pardal Monteiro. El plan original eran tres edificios, de los cuales solo se hicieron dos, en los que Almada plasmó su talento con una visión crítica al gobierno (a pesar de ser ellos mismos quienes encomendaron las obras), al mismo tiempo que celebra la grandeza histórica de la navegación portuguesa.
Los murales de Almada Negreiros se trabajaron entre 1943 y 1949 (1943-45 en Alcântara y 1946-49 en Rocha do Conde D’Óbidos). Antes de estos frescos en gran formato el pintor también colaboró con su arte en el edificio de correos en Lisboa y en Aveiro, además de los vitrales en Nuestra Señora de Fátima. Después de las estaciones marítimas, Almada Negreiros pintó en la Ciudad Universitaria de Lisboa, en el Hotel Ritz y en la Fundación Gulbenkian, poco antes de morir. Los frescos de las estaciones marítimas son considerados como su obra máxima, de allí que hayan sido elegidos para representar a las artes plásticas lusas dentro de la FIL.
Para los ocho paneles de Alcântara el artista quiso reflejar el esplendor marítimo portugués. A unos pasos del Río Tajo, las pinturas de Almada retratan simbólicamente los diferentes momentos de un periplo, con referencias a la poética medieval y las exploraciones que ya emprendían los portugueses. Negreiros celebra la aventura de los navegantes, pero también con la evocación del terruño y esa famosa saudade, palabra portuguesa que no tiene traducción a ningún idioma.
La nave que retrata el artista tiene su historia, pues para sus trazos se inspiró en una famosa balada popular de su país: “La leyenda del barco Catrineta”. Este guiño literario da cuenta del interés multidisciplinario que tuvo el artista, pues más que pintar escenas lo que quiso fue retratar arquetipos de los diferentes momentos que se suceden durante un viaje. Por otro lado, también se aprecia la tradición atemporal de los pescadores y navegantes: el adiós de la amada, el canto festivo o las reuniones en la embarcación. Uno de los paneles está aislado temáticamente, para honrar la tierra natal de Almada: “La tierra donde nací” es el título, en honor a Santo Tomé, el terruño del pintor.
La otra cara del pueblo
Dos tipos de personajes sobresalen en los paneles de Rocha do Conde D’Óbidos: por un lado los pertenecientes al paisaje lisboeta, con saltimbanquis, músicos y demás personajes del censo circense; por otro lado quienes usan el puerto en el Río Tajo, no los turistas que llegan y se marchan de Portugal como lo quiso el dictador, si no los migrantes que dejan el país por falta de oportunidades. Si bien la intención “oficial” era que el puerto mostrara el esplendor del régimen, con las embarcaciones llenándose de turistas, Almada quiso retratar la otra cara del pueblo, más necesitado, que debía abandonar el país en busca de una vida mejor. Basta mirar el rostro de los personajes para notar esa pesadez que Negreiros transmitió. Pocos son los rostros sonrientes que se aprecian en el mural.
Se tiene noticia de que Almada Negreiros no conoció en persona a los muralistas mexicanos, pero sí tuvo conocimiento de su desarrollo. La presencia de reproducciones y bocetos para sus murales en el Instituto Cultural Cabañas, que ostenta murales de José Clemente Orozco, es una manera de entablar ese diálogo transatlántico entre artistas que expresaron sus diferentes preocupaciones en un mismo formato.
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ASISTE
Inauguración de “Lo que cuentan las paredes: Almada Negreiros y la pintura mural”, con curaduría de Mariana Pinto dos Santos, Instituto Cultural Cabañas, jueves 22 de noviembre, 20:00 horas.