Cultura

Misivas inéditas de Xavier Velasco para desnudar el alma

El escritor se exhibe a sí mismo mediante cartas de “Entrega Insensata”

A Xavier Velasco le gusta escribir cartas. Las usa para vaciar aquello que carga en el pecho y, por ende, afirma que revelan más de quien las escribe que a quien están dirigidas. De eso trata “Entrega Insensata”, una colección de cartas nunca entregadas que el escritor mexicano ha dedicado a personajes tan disímiles como sus padres, Chabelo o Serena Williams. En el marco de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL), Velazco se sentó a hablar sobre lo que estas misivas significan para él y su escritura.

—¿Por qué recuperar el género de la carta, íntimo por su propia naturaleza, y volverlo un acto público?

—Varias de mis novelas tienen cartas. Es un género que me gusta especialmente porque uno escribe una carta para sacar cosas de adentro. Muchas veces uno escribe una carta con la vísceras. Es muy probable que uno al escribir una carta sea imprudente. Me gustó especialmente la idea de hacer cartas abiertas para personajes que lo influyen a uno, para bien o para mal. Yo quería aprovechar las ventajas del género para hacer todas esas imprudencias y decir cosas que normalmente no diría en las cosas que escribo. La casa no es un retrato del destinatario, no del remitente. Uno se desnuda en ellas. Yo tenía cerca de 300 cartas y el criterio para incluirlas era que solo me gustaban aquellas que tenían una motivación fuerte. Aquellas en donde había soltado más de lo esperado. Que tenían una motivación verdaderamente fuerte, que me hacía escribirlas desde las vísceras.

Me gustó especialmente la idea de hacer cartas abiertas para personajes que lo influyen a uno, para bien o para mal

—Hay una en particular donde hablas sobre el oficio de la escritura y expresas la poca importancia de los premios y becas, a pesar de que ganaste el Premio Alfaguara en 2003.

—Como todo escritor, sufrí un sinfín de rechazos. Pedí un par de becas, que me negaron. Metí algunos textos a concursos que perdí. Y yo me daba cuenta que un camino quizá menos empedrado era empezar a hacer amistades en el mundo literario, pero nunca quise hacer eso. Al premio Alfaguara yo le llamaba ‘el Rescate Alfaguara’, porque me sacó de la miseria. Aposté por ese premio porque era internacional. Yo dentro de las letras nacionales no tenía ninguna oportunidad. Me han preguntado muchas veces por qué creo yo que gané el Premio Alfaguara. Tengo la certeza de que fue porque no había jueces mexicanos. Uno solo me habría hundido.

—También aprovechas para criticar el uso de Facebook. Lo consideras un acto de voyerismo. ¿No es eso similar a lo que haces en este libro?

—El problema del vouyerismo de Facebook es que es como una tertulia pueblerina donde todo mundo reparte elogios. En Facebook soy un vouyerista, es cierto. Tengo una cuenta anónima solo para meterme donde no me importa, pero no comparto nada. También carezco de nostalgia. Odio las reuniones de exalumnos y esas cosas. No veo el sentido a interrumpir el presente para vivir como si el pasado hubiera sido más importante y el hoy solo fuera un sobreviviente.

Aunque sí me gusta el morbo, de eso se trata este libro. Pero también están cartas a mis seres queridos, a mi madre dos días después de muerta. Con este libro he decidido exhibir yo también. No me tembló la mano al momento de exhibir intimidades. Si estoy balconeando a otros, lo mejor que puedo hacer es balconearme también a mí mismo.

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