Cultura

Mirando hacia la Bienal de Venecia 2019

Este año la muestra se celebra del 11 de mayo al 24 de noviembre; para esta edición, México estará representado por Pablo Vargas Lugo, con su propuesta “Actos de Dios”

En su corto periodo como rey de Italia, Napoleón Bonaparte decidió ponerle su firma a la ciudad de Venecia, ordenando la construcción de un área verde para el uso general de los ciudadanos. La falta de espacio, lógica de una ciudad construida sobre el agua, lo llevó a ordenar que se drenara un pantano y se demoliera un monasterio para dar lugar a este parque que más tarde sería bautizado: el Giardini. Jamás hubiera imaginado que 200 años más tarde, el Giardini sería sinónimo del evento más importante de arte contemporáneo en el mundo: La Bienal de Venecia.

Este evento comenzó en el siglo XIX, con la idea de hacer una muestra de arte contemporáneo que atrajera nuevos visitantes a la ciudad. Las potencias europeas estaban en las etapas formativas del nacionalismo, si bien la exposición internacional en París mostraría los progresos tecnológicos de los cuales cada nación estaba orgullosa, sería Venecia en donde se expondría lo mejor del arte de cada nación. Los austriacos expondrían a Klimt, los franceses a Renoir, y así sucesivamente la bienal crecería hasta adoptar un sistema parecido al que tiene hoy.

Cada país participante elige un artista y un curador para representarlo, éstos crean una obra de arte, o una exposición entera de acuerdo con el tema central definido por el director creativo de la bienal. El director creativo también compone una exposición central, en donde explora la problemática y el tema propuesto. El Giardini ahora contiene 29 pabellones nacionales que fueron construidos individualmente, reflejando (a veces involuntariamente) los diferentes momentos políticos e históricos por los que han pasado.

Cobraron notoriedad

La historia de la bienal ha tenido varios episodios curiosos, como la vez que la obra de Picasso tuvo que ser retirada del salón español por temor a que fuera demasiado escandalosa para el público. ¿Cómo olvidar la ocasión, en 1964, cuando Robert Rauschenberg ganó el premio mayor de la bienal? Este premio lo convirtió en el primer artista no europeo en recibir este galardón. Para muchos este fue el momento que marcó la migración histórica de la capital mundial del arte, desde París hacia Nueva York, despojando a Europa como la meca de la cultura.

Otro ejemplo legendario fue cuando Hans Haacke fue seleccionado en 1993 para representar a Alemania, un verdadero desafío considerando que el Pabellón de Alemania en el Giardini fue remodelando en 1938 al estilo de Tercer Reich. ¿Qué puede exponer un artista dentro de un edificio cuya arquitectura alude directamente al nazismo? La respuesta para Haacke fue nada, el pabellón de Alemania en 1993 consistió en quebrar las placas que componían el piso, haciendo a los visitantes caminar entre las ruinas del suelo desfasado. En un gesto artístico violento y al mismo tiempo sutil, Haacke decidió hablar sobre las fracturas dolorosas que aún sufría Alemania, probando el poder político de conlleva representar a un país en la Bienal de Venecia.

Participación mexicana. Obra “Limpieza” de Teresa Margolles y el curador Cuauhtémoc Medina. ESPECIAL/Cortesía de la Biennale Di Venezia

Participación mexicana y los tiempos interesantes

México ha participado en varias ocasiones, la primera en 1950 cuando el pabellón nacional exhibió obra de los cuatro grandes muralistas: José Clemente Orozco, Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros y Rufino Tamayo. Después de esto, México dejó de participar por poco más de medio siglo, hasta que se reanudó la participación en 2007 con la obra de Rafael Lozano-Hemmer. El trabajo de Lozano-Hemmer, constantemente en la frontera de lo poético y lo digital, expuso piezas como “Pulse Room” en la cual los latidos del corazón de un visitante se asocian con una instalación de focos, transformando el ritmo cardiaco del espectador en luces parpadeantes.

Quizás el pabellón más memorable de México en este evento fue en su edición del 2009 cuando Teresa Margolles y el curador Cuauhtémoc Medina expusieron: “¿De qué otra cosa podríamos hablar?”. Este pabellón consistió en un conjunto de siete piezas que intervenían sutilmente el espacio, todas aludiendo a la sangrienta lucha contra el narcotráfico en México. La obra “Limpieza” estaba formada por un cuarto vacío, varias veces al día había un performance: una persona trapeaba el piso, pero el agua estaba mezclada con la sangre de las víctimas de la guerra contra el narcotráfico. A pesar de que este fue un cuarto vacío, una presencia escalofriante se sentía al interior de la sala, mientras se recordaba a los muertos que habían sido ignorados por las autoridades. Así fue como Margolles logró agregarse a la lista de pabellones nacionales que han tenido un impacto político a gran escala.

Este año el título de la bienal será, “May You Live in Interesting Times” (Ojalá vivas en tiempos interesantes) bajo el mando del curador Ralph Rugoff; el pabellón de México estará a cargo de Pablo Vargas Lugo, con curaduría de Magali Arriola. Bajo el título de “Actos de Dios” este pabellón pondrá a dialogar la memoria con los hechos históricos, haciéndonos cuestionar los fundamentos de nuestro pensamiento categórico a través de los vínculos que relacionan nuestros espacios sociales con sus representaciones culturales.

Si bien el poder formar parte de un evento artístico de tal magnitud es un gran privilegio, también es una gran responsabilidad. Desde su primera edición en 1895, no solamente la Bienal de Venecia ha cambiado; sino también el arte ha cambiado. Mientras en el siglo XIX el arte se consideraba un ente casi independiente del mundo que lo rodeaba (o quizás una idealización del mismo), hoy el arte puede hacer cualquier cosa. Hoy el arte puede decidir convertirse en un actor y adoptar una postura frente a eventos actuales, hoy el arte puede proponer nuevas formas de ver. Al respecto, Rugoff comentó: “Esta bienal nos invita a considerar múltiples alternativas y puntos de vista poco familiares, para distinguir la forma en la que el orden natural de las cosas se ha convertido en la presencia simultánea de diversos órdenes”. Por lo pronto, tendremos que esperar ansiosos a la apertura de la Edición 58 de la Bienal de Venecia este 11 de mayo para ver qué será lo que se presentará.

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