México y España, con más distanciamiento por festejos
El historiador español Tomás Pérez Vejo lamenta el desconocimiento que existe todavía entre los dos países, y destaca el desinterés por cambiar los relatos tradicionales
Condenados a entenderse por sus vínculos históricos, México y España siguen hoy, sin embargo, distanciados al conmemorarse esta semana los 500 años de la caída de la capital azteca, Tenochtitlán, con un relato oficial que ahonda en la visión más traumática de lo ocurrido hace cinco siglos.
Profesor-investigador en el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y codirector de la Cátedra México-España en el Colegio de México (Colmex), el historiador español Tomás Pérez Vejo lamenta en entrevista el desconocimiento que existe todavía entre los dos países y el desinterés por cambiar el relato tradicional que no ayuda a compartir una visión estratégica del mundo.
Autor del libro “La conquista de la identidad”, el doctor Pérez Vejo sostiene que “la memoria sobre la conquista de ambos países sigue hipotecada por los relatos que construyeron los estados español y mexicano en el siglo XIX, asumiéndose el primero como heredero de los conquistadores y el segundo de los conquistados”.
P: ¿Cómo explica el distanciamiento actual entre ambos países?
R: España y México están separados por la historia. Para México, España y los españoles es algo importante, pero desde España hay un notable desconocimiento e ignorancia. Nunca España ha comprendido bien a México ni tampoco se ha interesado.
P: Resulta llamativo teniendo en cuenta todo lo que nos une en lo económico, cultural, social.
R: Sorprende la falta de interés general de España por Latinoamérica y México, en concreto. España carece de una política sólida hacia Latinoamérica. Es más sorprendente aun cuando una parte de los beneficios de las grandes empresas provienen de Latinoamérica o teniendo en cuenta que México es el principal inversor en España, sin contar los países de la Unión Europea.
P: Y la conquista sigue enquistada.
R: En México, la historia gira en torno a la conquista, es una herida abierta y da pie a un relato histórico que se repite.México es un país enfermo de su historia como todo país nacionalista. El ciclo y relato histórico es que México nace como nación con el imperio azteca, muere con la conquista y renace con la Independencia de 1821. Los tres siglos de virreinato aparecen aparcados para la historia mexicana.
P: ¿Por qué el desinterés de España por México?
R: Para los españoles, la historia de México es algo distante, un pasado olvidado. El rechazo del Gobierno español a pedir perdón a la exigencia del presidente Andrés Manuel López Obrador es algo legítimo y comprensible, ni México ni España, tal como hoy los entendemos existían en el siglo XVI. Cabría preguntarse, sin embargo, hasta qué punto detrás de este rechazo no está latente la idea de que la conquista es una parte de la gloria nacional española. ¿Deberían pedir perdón de algo de lo que se siente orgullosos los españoles? Es una situación repleta de contradicciones.
P: La reiterada obsesión de López Obrador con España y sus empresas no facilita ningún tipo de reconciliación.
R: Habría que considerar dos aspectos, por un lado, las empresas españolas, como el resto de la inversión extranjera en el país, son para López Obrador expresión del modelo neoliberal que la 4T quiere erradicar; por otro, y esto las diferencia de las demás empresas extranjeras, López Obrador es hijo de un sistema educativo en el que durante décadas se ha enseñado que España y los españoles son el origen de todos los males de México. España como una especie de chivo expiatorio.
P: Frente a los reiterados ataques a España, sorprende que, sin embargo, López Obrador mantuviese con el presidente Donald Trump (2017-2021) una relación tan estrecha teniendo en cuenta las barbaridades que el estadounidense dijo sobre México.
R: Fue una relación inaudita y para entenderlo quizás haya que acudir al sicoanálisis. López Obrador tiene, como buena parte de la izquierda latinoamericana, una mezcla de fobia y admiración hacia Estados Unidos. Curiosamente no ha hecho ninguna referencia a la pérdida de los territorios mexicanos por parte de Estados Unidos a mediados del siglo XIX. Llama también la atención que tenga una relación de distanciamiento con Joe Biden como se ha visto con sus críticas al embargo a Cuba, que nunca se permitió con las políticas de Trump.
P: ¿Se hubiera conmemorado de manera diferente los 500 años de la caída de la capital azteca con otro presidente mexicano?
R: No lo creo. En el fondo es un problema interno de México. Y con cualquier otro Gobierno panista o priista se hubiera presentado un relato similar, aunque casi seguro con una insistencia mucho menor en el componente de enfrentamiento.
Refleja también una fractura de la sociedad: la derecha tiende a ser hispanófila y la izquierda hispanófoba. A todo niño mexicano se le ha contado la misma historia, que Moctezuma era el emperador de una nación azteca que abarcaba todo el territorio de lo que actualmente es México cuando en realidad se reducía a poco más que el Valle de México y que la caída de Tenochtitlan significó la muerte de la nación mexicana, que resucitaría 300 años más tarde con la independencia cuando en realidad la conquista la hicieron los indios y la independencia de 1821 los españoles (los criollos).
P: Sorprende que se ignore el papel de los indígenas como el pueblo de Tlaxcala en la derrota de los aztecas.
R: Porque eso echa por tierra todo el relato anterior. Los pueblos indígenas tenían todos los motivos para odiar a los mexicas. (Hernán) Cortés fue muy hábil al entender las contradicciones en la convivencia de las comunidades indígenas y estimular las alianzas contra los aztecas.
Cortés ofrece a sus aliados una organización militar eficaz, una forma de lucha moderna y un buen aliado. Su capacidad diplomática es excelente. Es un tipo brillante porque sabe aprovechar las diferencias, luchas y odios contra los aztecas.
P: ¿La visión del actual Gobierno aleja una reconciliación con España?
R: El relato actual que defiende López Obrador se perfila a partir de la independencia al considerarse herederos de los aztecas. Se hace una defensa del mundo indígena y de la historia prehispánica. Y López Obrador reincide en esa versión de la historia de bronce de grandes héroes donde divide la historia entre buenos y malos, entre conservadores y liberales, entre derecha e izquierda.
P: ¿Cómo resolver la sucesión de desencuentros en los dos países que, sin embargo, están condenados a entenderse?
R: En un mundo ideal sería necesaria una reconsideración de la historia, no la académica, sino de la que se enseña en escuelas y colegios. Seguimos prisioneros de historias nacionales que son en gran parte relatos míticos sobre el pasado. A corto plazo el asunto es mucho más complejo, del lado mexicano, porque España, lo español y los españoles siguen teniendo una alta capacidad de polarización, por lo que su uso en el debate público resulta casi inevitable.
La petición de perdón por parte de López Obrador resulta sin duda extemporánea y fuera de lugar, pero también lo fue la falta de empatía en la respuesta, o mejor no respuesta, por parte de un Gobierno español que, como el conjunto de la sociedad española no parece entender que la conquista sigue siendo una herida abierta para la memoria pública mexicana.
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