Mateo García Elizondo y su encuentro con la muerte
Heredero de dos de los narradores más trascendentes del siglo XX, el escritor presenta “Una cita con la Lady”, su novela debut editada por Anagrama
No hay realismo mágico ni mucho menos escritura intelectual en la primera novela de Mateo García Elizondo. Aquí no hay estirpes condenadas o la elegancia de las mil heridas. Sin embargo, “Una cita con la Lady” tiene un soplo vital que sorprende y atrapa, es un brote de palabras inesperado, un recuerdo repetido.
García Elizondo, como sus apellidos denotan, es nieto de los escritores Gabriel García Márquez y Salvador Elizondo y llega a la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL) para debutar como novelista y lo hace sin temor al árbol genealógico y con una obra que no esconde sus influencias.
En su primera entrevista tras la edición de “Una cita con la Lady”, el narrador señala que la novela tiene “unas influencias literarias y cinematográficas que son más evidentes que otras. La de Juan Rulfo todo mundo la identificó en cuanto leyó la novela; yo no necesariamente estaba pensando en Rulfo, pero sí me di cuenta que había mucha influencia. Yo eso lo veo como homenajes: está ‘El extranjero’, hay mucho que agradecerle a Camus; también a Joseph Roth por ‘La leyenda del santo bebedor’; a ‘La lechuza ciega’ de Sadeq Hedayat. Están mis influencias literarias y de mi vida: es una mezcla de todo y salió lo que salió”.
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La obra narra el periplo de un junkie cuya única búsqueda es la muerte. A eso va al Zapotal, un pueblo que se “ubica al final de la línea”, un lugar donde “se acaba el mundo de los hombres”. Ese es el espacio para narrar algo más que un viaje sin retorno. En “Una cita con la Lady” están presentes los males de nuestro tiempo: la violencia, el hastío, la desazón y el olvido.
“El Zapotal es un invento, no existe, es una mezcla de los lugares por lo que he pasado en Latinoamérica. Era lo que me interesaba de ello: hablar tanto de la línea geográfica como existencial, ¿qué hay al final de la línea? Y salió este pueblo que está atorado en el tiempo. A mí me gusta contar historias, evito lo intelectual y prefiero que sea divertido. Son temas que he explorado y me han interesado desde hace mucho tiempo de diversas maneras y se conjugaron aquí de cierta manera”, señala García Elizondo.
El también guionista de “Desierto”, apunta que para construir el personaje central, quien ha perdido a su mujer y su perro, era central el uso del lenguaje, que remite a lo mejor de la narrativa de José Agustín. “Me gusta mucho el jueguito del idioma mexicano y me divertí mucho haciéndolo así. Es el idioma de un chico citadino, mexicano. La voz de este personaje siempre me atrajo, vino muy natural porque yo me identifico con ella y en Anagrama no les molestó, al contrario”.
Una pieza diferente
Con una trayectoria como guionista antes que novelista, Mateo García Elizondo abordó el proyecto de “Una cita con la Lady” desde una perspectiva diferente, sin la estructura cinematográfica.
“Siempre espero la idea adecuada y con los guiones planeo mucho antes de ponerme a escribir y pienso en la estructura y los personajes. Con ‘Una cita con la Lady’ no tanto, vino de golpe. Para la novela fue más espontáneo a pesar de que tenía ciertos elementos que quería explotar pero tuve la idea de pronto y el cómo contarla ocurrió muy rápido. Tenía pocas ideas de lo que iba a suceder; sabía que la historia tenía que pasar por ciertos puntos pero eran muy pocos”.
“Mis abuelos no fueron mis influencias en esta novela”
Mateo García Elizondo no esconde el parentesco con dos de los escritores más importantes de la narrativa en español. Sabe que las figuras totémicas de Gabriel García Márquez y Salvador Elizondo están presentes, pero no se acoge a ellas y busca arar un camino propio.
“No es necesario quitarme las influencias; he leído a mis abuelos pero para esta novela no fueron mis influencias literarias centrales: aquí hay muchas lecturas de beatniks, mucha poesía modernista, literatura alrededor de las drogas. Si mis influencias para ‘Una cita con la Lady’ hubieran sido Gabo o Salvador las habría dejado correr. Creo que todos somos escritores diferentes, somos familia pero somos personas; lo que sale es muy diferente. Yo soy hijo de mi tiempo, de mis lecturas y mis películas”.
Y abunda que, ante todo, la novela se lea por sí misma: “Me encantaría que la novela se leyera y que les gustara. Lo que espero es que no pase desapercibida y que a los lectores los toque de alguna manera”.
Su presencia en la FIL
“Una cita con la Lady” hará su presentación el primer fin de semana de la feria, algo que según el narrador es una sorpresa. “Estoy feliz por estar en la FIL. Cuando estaba escribiendo le veía potencial para ser leída por otra gente, pero no me imaginaba debutar como novelista en la FIL, en una editorial como Anagrama”.
El sábado 30 de noviembre, a las 20:00 horas en el Salón B, en el Área Internacional, estará acompañado de Felipe Restrepo, Jorge F. Hernández y RobinMyers.