Lecciones de historia en el Centro de Guadalajara
En la ciudad actual confluyen homenajes a Miguel Hidalgo y a Roque Abarca, el gobernador del reino de la Nueva Galicia que no pudo contener la insurrección
Una calle cercana al Centro de Guadalajara lleva el nombre de Roque Abarca que, en 1810, era el comandante general y gobernador del reino de la Nueva Galicia e Intendente de Guadalajara. Dicha calle se localiza a pocas cuadras de la calzada Independencia (Norte) y de la plaza de la Liberación, uno de los sitios que honran la estadía en esta ciudad del cura Miguel Hidalgo y Costilla, durante la cual emitió importantes decretos, entre ellos el de la abolición de la esclavitud.
Así pues, en un perímetro de reducida dimensión puede decirse que se perpetúa la memoria del periodo de dominación colonial y el inicio de la etapa popular del movimiento de independencia.
Ignoro el motivo que llevó a fijar el recuerdo de Roque Abarca, alto funcionario del gobierno colonial, en una vía pública, más aún porque se trata de personaje controvertido ya que, en 1810-1811, ciertas autoridades de la Nueva Galicia y de la capital del virreinato lo tacharon de timorato e inepto, señalándolo como el principal responsable de la caída de Guadalajara en manos de los insurgentes. Hasta la actualidad varios historiadores siguen repitiendo esos señalamientos sin aportar nueva información que la confirmen o la desmientan. Por mi parte, sostengo que la potestad de Roque Abarca se socavó de muchas maneras y que las diferencias que había entre miembros del Ayuntamiento, la Audiencia, el Obispado y los comerciantes, contribuyó a la débil e ineficaz defensa de la capital neogallega.
Destituido de su cargo, Roque Abarca se dedicó a reunir la información que necesitaría para defenderse cuando se le acusara del delito de infidencia. Entre esos documentos aparecen varios informes que le remitieron los militares que envió a distintos puntos del territorio de la Nueva Galicia con la orden de hacer retroceder a los insurrectos. Sin embargo, esos jefes castrenses le notificaban de la deserción de la tropa que comandaban, de su negativa a enfrentarse a los rebeldes que con creces los superaban en número, de su deserción y enrolamiento con las “chusmas” rebeldes, de su negativa a combatir a éstos porque ellos no eran los “odiados gachupines” que los insurgentes perseguían.
Una prueba más de la desunión que predominó entre los funcionarios realistas de Guadalajara la constituye una carta que envió el intendente Abarca al obispo Cabañas, a propósito de la primera vez que el prelado huyó de Guadalajara en octubre de 1810, sin avisarle a persona alguna. En esa misiva, Abarca reconocía la situación crítica en que estaba Guadalajara, pero a la vez se muestra convencido de poder repeler a los levantados para que no la ocuparan.
Abarca le aseguró a Cabañas: “Yo no necesito sino muy poca gente fiel para vencer un número superior de la chusma revolucionaria y pienso que si vuestra ilustrísima se restituye a su iglesia y predica como le he suplicado, juntaré fuerzas suficientes para derrotar unos enemigos imperitos…”.
Considero, pues, que los miembros de la élite eclesiástica y civil vieron por salvar sus vidas y sus bienes y dejaron solo a Roque Abarca.
“Yo no necesito más auxilio que fijar la opinión del pueblo a favor de la buena causa y esto sólo vuestra ilustrísima puede hacerlo, porque con su ejemplo predicarán los canónigos lo que no han hecho hasta ahora”.
Sobre la columna
Esta entidad está compuesta por aspectos de índole multicultural que durante su proceso evolutivo ha forjado de manera distintiva su identidad. Sus habitantes como parte esencial de sus componentes producen la herencia cultural material e inmaterial, representada por su entorno natural, arquitectura, urbanismo y tradiciones, los cuales, se encuentran sujetos a un proceso constante de adaptación a los tiempos modernos.