Las palabras (in)correctas
“Errores correctos: mi oxímoron” ejemplifica el camino de muchas palabras, que cuando llegan al diccionario, éstas dejan de considerarse como un error en su uso común
La editorial tapatía Arlequín publicó “Errores correctos: mi oxímoron”, del multifacético Alberto Gómez Font. De barman a corrector de estilo, su formación de filólogo y lingüista le han dado las herramientas para analizar el lenguaje y observar sus cambios con el paso del tiempo.
En entrevista, Alberto platicó sobre el origen de “Errores correctos”: “Son frases o palabras que en un momento determinado tenían un significado y que los hablantes optamos por darles otro uso. Ese uso en principio era incorrecto, puesto que no se atenía a la norma establecida. Usamos mal la palabra ‘desapercibido’ en lugar de ‘inadvertido’, por ejemplo. Es un error mientras ‘desapercibido’ en el diccionario oficial no tenga el significado que le doy; pero el día en que ese significado erróneo que le da la mayoría de los hispanohablantes llega al diccionario eso ya no es un error. Aunque sigue siendo algo contrario a la etimología de la palabra. La historia de las lenguas en general es así: los hablantes las vamos moldeando según nuestras necesidades o nuestros gustos. Muchísimas cosas que hoy usamos en la norma culta en el español en algún momento fueron incultas”. La colección de “errores” comenzó cuando trabajaba como corrector: “En la agencia federal de noticias, EFE: tenía que corregir y de pronto un día el error que llevaba veinte años corrigiendo ya no tenía que corregirlo. Fui coleccionándolos como una especie de queja de un revisor de textos desengañado”.
Saber los motivos por los cuales una palabra es o fue errónea requiere conocer las etimologías: “Es una especie de seguir la biografía de las palabras, su historia y qué les ha pasado desde que se comenzaron a usar y cómo las usamos hoy. Hay algunas que han cambiado radicalmente de significado: por ejemplo la palabra ‘álgido’, que al principio era la temperatura que tenían los muertos. Es cercana a lo ‘gélido’, de la misma raíz: muy frío. Ahora se habla del punto álgido de un proceso como lo más caliente, no lo más frío. O ‘lívido’, que era ‘estar de color amoratado’: ahora es ‘perder el color’, quedarse pálido. Son cambios que se dan por el uso y que se asientan en la lengua”.
Interesarse por el origen de las palabras conlleva cruzar las fronteras del propio idioma: “Yo estudié una cosa muy rara en la universidad: lengua y literatura árabe. Nuestra lengua tiene más de cuatro mil palabras de origen árabe. Los árabes estuvieron más de ocho siglos en la península Ibérica. Toda la mezcla con lo árabe, con lo anterior a lo romano que había en la zona, después toda la innovación y la riqueza léxica aportada por las lenguas americanas, todo eso hace que tengamos ante nosotros una lengua muy vistosa, muy colorida y muy rica en orígenes y usos. Uno se puede hacer un adicto cuando la estudia”.
De la historia de la Agencia EFE, Gómez Font recordó que en 1980 el presidente de la agencia creó lo que ahora es la Fundéu: “El Departamento de Español Urgente, para dar solución urgente a las dudas lingüísticas de los periodistas. En una agencia de prensa no se puede perder el tiempo: es ya o hay otra agencia que manda la noticia antes. Cuando los reporteros tenían una duda nos preguntaban a nosotros, un equipo de lingüistas que atendíamos el teléfono”. En 2005 Álex Grijelmo descentralizó el departamento para crear a la Fundación del Español Urgente (Fundéu): “Trabajé allí desde el 2005 hasta el 2012, cuando me fui a Marruecos. He aprendido a hablar el árabe marroquí, bastante alejado del árabe estándar culto. De pronto uno se da cuenta, estudiando y escuchando el árabe marroquí (un dialecto del árabe), que hay palabras que nos suenan. No solo en español tenemos palabras árabes: el árabe marroquí tiene muchísimas palabras españolas”.
En la movida madrileña
A la par del trabajo con las palabras, Alberto ha laborado también con los alcoholes, como barman: “Es el único oficio que conozco, todo lo demás son veleidades. Sé qué hay que hacer detrás de la barra de un bar. Trabajé en un momento interesante, importante: la movida madrileña, en la década de los ochenta del siglo XX. Fui el barman de la movida madrileña en un bar que se llamaba La Mala Fama. Ahí atendí a todos los grandes, como Pedro Almodóvar. Ahí fui educando el paladar poquito a poco”.
El idioma se rige en los diccionarios, pero si hay un lugar donde muta es en espacios como un bar: “La realidad es que las academias de la lengua lo único que hacen es estar atentas a lo que sucede fuera. Su tarea es actuar como notarios de lo que pasa en la calle. Y de lo que pasa en la calle el sitio más importante es el bar: los demás sitios son aburridos. Es donde hay vida y creación”. Alberto Gómez es miembro correspondiente de la Academia Norteamericana de la Lengua Española: “Colaboro con ellos cuando me mandan trabajo para revisar. Es un trabajo muy interesante, es muy fascinante ver y seguir de cerca la evolución del español en Estados Unidos, seguramente el español del futuro”. Otra actividad del autor es con Palabras Mayores, proyecto en conjunto con Xosé Castro Roig, Antonio Martín Fernández y Jorge de Buen Unna. Con Palabras Mayores imparten cursos sobre el buen uso del español.