"La poesía le ha puesto los cuernos a los poetas"
El autor Manuel Vilas nos habla sobre su más reciente obra “Ordesa”, que estuvo entre los finalistas de la Bienal de Novela Mario Vargas Llosa
La novela “Ordesa”, de Manuel Vilas, fue el fenómeno de ventas en España en 2018: su prosa evoca a los padres del autor, y una época en donde su país recobró la democracia, al mismo tiempo que la clase media se fortalecía. Publicado por Alfaguara, este libro fue uno de los cinco finalistas de la Bienal de Novela Mario Vargas Llosa, certamen literario celebrado en Guadalajara esta semana y que tuvo al venezolano Rodrigo Blanco Calderón como el ganador, por su novela “The Night”.
Nacido en Huesca en 1962, Vilas es un escritor que comenzó su camino en la literatura por la poesía, un género del que pasó a la novela. Comenzó a publicar versos en los años ochenta, con “El sauce” (1982). Debutó en la prosa con los relatos “Zeta” (2002). Ha publicado las novelas “España”, “Aire nuestro”, “Lou Reed era español”, entre otras.
-En la primera sesión de la Bienal mencionabas que “Ordesa” no es propiamente autoficción. Recuerdo también, a propósito de Mario Vargas Llosa, su libro “Cartas a un joven novelista”: allí afirma que no hay que confundir el narrador con el escritor, aunque tenga elementos biográficos la invención de un escritor es un narrador ficticio que escribe en el libro, ¿cómo fue esa decisión de escritura al recurrir a elementos biográficos?
-Había una historia por contar, que se imponía con urgencia, con fuerza emocional: la historia de mi padre y de mi madre, porque me había quedado huérfano. Estoy de acuerdo con la cita de Vargas Llosa: al crear un narrador, aunque narre hechos reales es un ente de ficción, una creación, un personaje que en buena medida se deja llevar por la subjetividad, por su propia coherencia. No es el escritor, guardan una relación confusa. Pero todo esto son cosas secundarias en la literatura: he hablado sobre esto muchísimo, y creo que a los lectores no les importa. Un lector lee, si encuentra algo que le sirva para su vida sigue leyendo: no le importa si el narrador es una tercera persona. Los escritores, la crítica en general, tienden a hablar de estas cosas: lo importante es que un libro tenga una historia hermosa, capaz de conmover a alguien. En “Ordesa” pensé que la historia era fundamental.
-Menciona que no importa, pero se puede mencionar, hacer juegos: más allá de “Ordesa”, en otros de sus libros se menciona su propio nombre, como en “Los inmortales”.
-En ese sí que había una intención de juego. Soy un escritor que evoluciona, lo que escribí hace años no lo escribiría ahora: mi vida cambia, veo el mundo de otra manera en función de lo que vivo.
-En “Ordesa” refiere a dos elementos que nos contactan con el tiempo: por un lado las fotografías (el pasado), por el otro internet y esa concepción de una temporalidad constante (lo que se hace queda registrado, en cierta medida como las fotografías).
-Las fotografías componen un álbum familiar, lleno de recuerdos. La fotografía me parece perturbadora, sobre todo la foto familiar: toda familia tiene un álbum, el abuelo, la tía. Pasa el tiempo y esos álbumes amarillean: los vemos y nos da un vuelco al corazón. Son personas que conocimos y ya no están. La fotografía es un testimonio irrefutable de que estuvieron.
-Hay un leitmotif en la novela que señala eso: todas las personas que presenciaron cierto episodio o todos los que están en una foto han muerto.
-Es mi obsesión, tengo esa obsesión con el paso del tiempo. Creo que es una de las condiciones más definitorias del ser humano. Esto que hacemos ahora es presente: es pasado en quince minutos. Me obsesiona, personalmente. Roland Barthes decía que el tema de la fotografía es la muerte.
-Hay ciertas sustancias que posibilitan la distención del tiempo. Lo menciona en varias ocasiones en la novela: las drogas.
-Desde que hay civilización hay drogas. El monopolio de la administración de las drogas es el Estado. En España, en México y en Europa. No hablo de heroína, cocaína: la droga en un sentido antropológico, civilizatorio e histórico. Tiene ver con los fundamentos de la civilización. Un analgésico también es una droga, una botella de vino. La droga como conocimiento también.
-En la novela hay un episodio, el del banco, donde entra en un trance etílico y pierde conciencia del tiempo.
-A mí me pasó, no era del personaje. Fui a pedir una hipoteca a un banco, me la concedieron (me pareció increíble). Era una hipoteca a 30 años, yo tenía 50: ¡estos tipos esperan que cumpla 80 años! Me puse tan contento que me fui al bar: empecé a beber y beber, al salir del bar caí redondo, frente al banco. Desperté en el hospital: mi obsesión era saber a qué hora había caído y a qué hora me habían recogido, para saber si los banqueros que me habían concedido la hipoteca fueron testigos.
-En las actividades de la Bienal tuvo una charla sobre la poesía con Alberto Ruy Sánchez y Mayra Montero, ¿qué influjo puede tener en la escritura de la novela?
-La poesía es un género importante. Ahora no estoy muy pendiente, me dedico más a la novela: lo que sí tengo siempre es un recuerdo de la poesía. Es un género que no lee nadie, no le importa a nadie: los poetas no tienen lectores. En cambio, cuando la poesía aparece en otros lados, sí. En una película como “Roma” hay poesía. En lugar de estar casa con los poetas la poesía se ha ido con amantes como el cine o la música. Pasa de su marido, los poetas, con esos amantes: Bob Dylan o Alfonso Cuarón. Es lo que ha pasado con la poesía: le ha puesto los cuernos a los poetas, ha plantado a Neruda, le ha puesto los cuernos a Octavio Paz. Sí pienso que la gente necesita poesía: ya no la busca en los libros de poemas. No veo que la gente lea poesía: mucha gente lee novelas, ensayos, poesía no.
-¿Cree que sucede igual en otro sentido, con la narrativa y que en general se lee menos en pos de otros tipos de narrativa como las series?
-Ninguna serie de Netflix me ha cambiado la vida; en cambio algunas novelas sí. Kafka sí me cambió. Me han entretenido las series, más o menos, pero no hay que confundir el entretenimiento con el conocimiento. En teoría la labor histórica de la literatura estaba en el conocimiento. Ahora hay una mezcla entre conocimiento y entretenimiento. Vemos series porque tenemos días agotados y nos apetece relajarnos, pasarla bien. Creo que la literatura sigue teniendo esa relevancia. Como lector busco el libro que me abra una ventana inesperada, que me permita ver la vida de una manera que no había imaginado. Es lo que hizo Kafka.
EL DATO
Más cerca de “Manuela Vilas”
Sobre las críticas por la poca presencia de mujeres en el premio (en el jurado, en los finalistas y en las actividades), Manuel comentó: “En una ficción de hace unos años, titulada ‘Aire nuestro’, tenía un personaje llamado ‘Manuela Vilas’: creo que cada día estoy más cerca de ‘Manuela’. En esta final habría tres hombres y dos mujeres, Gioconda Belli y ‘Manuela Vilas’”.