La fotografía como fuente histórica
Las imágenes capturadas por las cámaras fotográficas se han vuelto un documento de gran valor para los estudios históricos
La fotografía tiene la capacidad de capturar imágenes que se consideran lo más cercano a la realidad. Los artistas del siglo XIX, dedicados a pintar paisajes y retratos, la criticaron, argumentando que no era arte sino un sistema mecánico carente de sensibilidad, sin comprender que esta se encuentra en el ojo del fotógrafo. Con el paso del tiempo, logró consolidarse dentro del mundo artístico.
Se convirtió en una herramienta invaluable para documentar, desde la vida en las haciendas hasta escenas urbanas y grupos marginados. Los pioneros de esta actividad crearon extensos archivos visuales, registrando paisajes, retratos de la élite, sitios arqueológicos, oficios y diversas culturas. México fue un escenario muy explorado por los fotógrafos de la época. Del mismo modo, la fotografía encontró aplicaciones en campos como la biología, la psicología y la antropología.
La historia a partir de la segunda mitad del siglo XX experimentó una transformación en sus métodos de investigación. Surgieron nuevas corrientes, como la historia cultural, que ampliaron el concepto de fuente histórica. Ya no solo se consideraban documentos escritos, sino también la poesía, los cantos, las leyendas, la música y por supuesto, la fotografía.
Es así que la fotografía se consolidó como un documento de gran valor para los estudios históricos. De ahí surgió la fotohistoria, una disciplina que su objetivo es construir narrativas históricas a partir de imágenes. Para que pueda ser considerada un documento histórico, es necesario investigar su origen, su proceso de conservación, su autenticidad y su contexto social. De esta manera, se le otorga un nuevo significado, trascendiendo los aspectos técnicos y poniendo foco en los aspectos sociales e históricos que subyacen en cada imagen.
Para utilizar la fotografía en la fotohistoria es necesario plantearse preguntas, considerarla como documento histórico, contextualizarla, saber qué sucedía en la época, conocer el objetivo por el cual fue tomada, si el fotógrafo era famoso o aficionado, que tipo de cámara utilizo; estudiar los elementos accidentales, si el fotografiado mira la cámara o no, no se deben olvidar las ausencias. De esta forma la fotografía como fuente histórica, ésta se considera como objeto de lectura y de interpretación.
Por ejemplo, la fotografía que ilustra esta nota es la placa conmemorativa del primer centenario del Museo Regional de Guadalajara (MRG), imagen que al paso del tiempo se convertirá en un testigo del pasado, que servirá como recordatorio de la importancia de los museos en Guadalajara y de la iniciativa de Ixca Farias y Jorge Enciso. Fotografía capturada por un aficionado, seguramente días después de su colocación de dicha placa, ya que no se observan las cortinas que la cubrían el día del festejo. Reproducción que circulÓ en las redes sociales con el objetivo de difundir el aniversario del recinto.
Detrás de la fotografía hay una pequeña historia: fue diseñada por Martha Judith Fuentes Arellano. Dicha placa se mandó hacer en el Taller Tepalcates Sayula con la colaboración de David Aceves. El 10 de noviembre de 2018, se develo e iniciaron los festejos de los 100 años del museo, donde se inauguró la sala permanente “Primeros pobladores de Jalisco.” única sala reconstruida y actualizada de un proyecto fallido y olvidado.
Fotografía que nos recuerda la gran labor de un museo: resguardar, investigar y difundir.
Sobre la columna
Esta entidad está compuesta por aspectos de índole multicultural que durante su proceso evolutivo ha forjado de manera distintiva su identidad. Sus habitantes como parte esencial de sus componentes producen la herencia cultural material e inmaterial, representada por su entorno natural, arquitectura, urbanismo y tradiciones, los cuales, se encuentran sujetos a un proceso constante.