Jorge F. Hernández escarba en la memoria de “Un bosque flotante”
El historiador presenta una de sus obras más íntimas, un texto en el que retoma pasajes de su vida y seno familiar
Para el historiador Jorge F. Hernández está claro que la versión que uno puede tener sobre los hechos no siempre será la única ni la más apegada a la verdad aunque nosotros hayamos sido los protagonistas.
Abierto a las posibilidades de encontrarse con verdades y silencios que pueden cambiar lo que conoce su infancia y familia, Jorge F. Hernández decidió aventurarse a la intimidad de “Un bosque flotante” (por editorial Alfaguara), su más reciente libro, en la que retoma pasajes importantes de su vida y seno familiar, del bosque Mantua que lo vio crecer en Washington y de cómo aprendió a vivir a diario con la pérdida de memoria de su madre tras una trombosis que le borró conocimiento y recuerdos de golpe.
“Es un testimonio de que mi madre anduvo perdida en el bosque de la amnesia y luego recuperó su memoria en español, perdió muchas cosas de cómo era ella antes de la trombosis cerebral. Es también un homenaje a la amistad, porque la otra historia que contiene esta novela es un homenaje a mi mejor amigo Bill, quien ahora habla español, pero sigue siendo un gringo, pero el último capítulo lo escribió él. Es una novela que yo sabía que algún día iba a escribir de lo que también significó crecer en Estados Unidos en la época de la psicodelia”, comentó en entrevista para EL INFORMADOR.
Entrelazando sus andanzas, entre el cambio de estaciones de la colorida primavera, al ahogante verano, el dorado otoño y al solemne invierno, Jorge F. Hernández lleva al lector a un verdadero álbum familiar en el que desempolva las palabras que traducía del inglés al español para explicarle a su madre cómo se llamaba un objeto, responsabilidad que hizo creer y sentir a Jorge como un niño raro.
“Yo quería que el lector identificara que vivir el sueño americano tiene muchos colores y uno de ellos es que se puede convertir en una pesadilla. Mi mamá era una mujer hermosa y sonriente, pero que no recordaba muchas cosas, desde muy chico supe lo que significaba quedarte en blanco, en ausencia, como perdido en la nieve”.
Jorge F. Hernández —Premio Nacional de Cuento Efrén Hernández en el año 2000— recuerda que su familia se mudó al bosque ante el despliegue del ejército norteamericano en las calles durante la lucha por los derechos civiles, por lo que también fue testigo de un auge revolucionario y cultural que marcó otras facetas en su vida desde la música, recurso con el que le gustaría aferrarse a sus memorias.
“Mi mamá nunca olvidó la música mexicana, los boleros, aunque ya no pudo tocar el piano y olvidó el solfeo. La novela está muy armada de música, porque mi generación creció a la sombra de The Beatles, The Rolling Stone o Creedence Clearwater Revival”, detalla el autor al compartir que en la plataforma Spotify hay una playlist que representa el soundtrack de “Un boque flotante”.
El riesgo de mirar al pasado
No hay duda sobre los riesgos que surgen al desenterrar al pasado, pero para Jorge F. Hernández es un volado al aire al que siempre está dispuesto a jugar para tener certeza del pasado propio y ajeno.
“Hay llagas que no cicatrizaron, pero lo más contundente fue que yo recordaba un episodio dramático de mi infancia de una manera y mi mejor amigo, quien lo vivió conmigo, lo recordaba de otra manera. Él, dado que es más inteligente y tiene más años que yo, me dijo que yo estaba equivocado, que no me acordaba bien de cómo fue, por eso él escribió el final de la novela”.
Jorge F. Hernández relata que originalmente “Un bosque flotante” lo escribió en inglés y posteriormente hizo su interpretación al español, pues hacer una traducción exacta incluso de su lenguaje en la infancia, sería un reto igual de mayúsculo al tratar de desmenuzar el folclor, por ejemplo, característico de su lado mexicano.