El poder transgresor de la IA en el arte
La exposición “Terra mirabilis” presenta 80 obras de 24 artistas pioneros de todo el mundo que exploran los límites entre artista y máquina, realidad y ficción, y escenarios nostálgicos del mundo
“La inteligencia artificial robó mi trabajo” es la consigna más irónica de la exposición “Terramirabilis” (“Tierra de maravillas”), que sugiere que el siglo XXI acaba de comenzar debido a la explosión de la IA y a su capacidad transgresora para plasmar todo tipo de temas, de la superpoblación al arte por el arte.
Expuesta en la galería Année Zero (“Año Cero”), cuyo nombre hace referencia a ese mismo principio y que acaba de abrir sus puertas en el corazón del barrio artístico del Marais, en París, la muestra presenta 80 obras de 24 artistas pioneros de todo el mundo que exploran los límites entre artista y máquina, realidad y ficción, y escenarios nostálgicos del mundo, pero también futuros porvenires.
Pierre Zandrowicz, Simon Lavi, Boris Eldagsen, A.I.Sam, Shampoooty, Veronique van den Borre o Alys Thomas son algunos de los nombres, provenientes de ámbitos tan dispares como la fotografía, el estilismo o la escultura, que la conforman.
Dar con su trabajo requirió de dos años de investigación en redes sociales y otros espacios culturales para los galeristas Matthieu Mantovani y Sebastien Drhey, quien explica que el proceso utilizado por estos artistas emergentes “es un poco como cocinar” con distintas aplicaciones y modelos donde “cada uno tiene su pequeña receta”.
De hecho, prosigue Mantovani, hay un “pequeño manifiesto” en el que se compara su labor con la de los “exploradores en busca de pequeños tesoros”.
Esos tesoros a veces son nostálgicos y recuerdan a estrellas del rock como Elvis Presley, que diseña “Innervision”, imaginan medios de transporte hechos de piezas de Lego y fotos del pasado reconstruidas con otros personajes, como propone “Beyond_Human”, y también una visión robótica con toques que recuerdan a los del arte pop, de Hadrien Gautrot.
En otras ocasiones son idílicos, con paisajes a los que acompañan el comando de creación introducido a la IA, como si de un poema se tratase, en el caso de Obj.wtf, y con futuros catastróficos a causa de la superpoblación y el cambio climático en las ciudades y las zonas costeras, como idean Josef Klumix o Andrea Ciuli.
La contradicción por antonomasia que se produce al ver sus creaciones es la que da cabida a “todas las preguntas que tenemos sobre el fin de la verdad, el fin de la imagen”, señala Drhey.
EFE
Se materializa con “Juguetes Prohibidos”
“Era pasar de lo digital, lo virtual, a algo tangible, impresiones, escultura, videos, pero no sólo uno, no una pantalla”, sostiene Sebastien Drhey. Los contenidos digitales se sirven de pantallas de televisión antiguas mientras que otros se materializan en juguetes.
La colección de “ForbiddenToys” (“Juguetes Prohibidos”) apuesta por mostrar una maqueta de un Playmobil en el que la figura de un preso sufre tortura por ahogamiento simulado a manos un policía, otra de un etarra surfero e imágenes del tradicional juego de mesa de pesca, pero con inmigrantes en lugar con peces.
Tras esos juguetes se encuentra el artista español Rosemberg, cuyo tono provocador también está vigente fuera de la exposición en su versión de “Barbie obispa” y de “Ken embarazado”.
“Los juguetes son una herramienta de propaganda, porque damos a los niños las herramientas que queremos que tengan, los modelamos”, detalla Mantovani, antes de profundizar en los estereotipos de género que todavía permanecen en este aspecto en la infancia.
La visión de “Forbidden Toys”, sintetiza, “viene a hablar de la sociedad” y de sus “excesos” a través de “algo muy ingenuo”.
El suyo es un lema presente en el ADN de todo este elenco de artistas de la maquinaria tecnológica. “No es el hecho de que estén usando IA o no, es el hecho de que de repente estoy viendo nuevas imágenes con un nuevo discurso, realmente algunos pensamientos que son superrelevantes en la sociedad actual”, concluye.
Su colega Drhey anota también que “la historia se repite un poco” y cada vez que hay “revoluciones tecnológicas, industriales o importantes”, hay “miedos que surgieron inicialmente y la sociedad tardó mucho en asimilar”.
CT