El viaje a la autoficción de Tamara Trottner
La novela “Nadie nos vio partir” recrea el periplo de una familia a partir de la mirada de padres e hijos
“Un padre secuestra a sus hijos y huye con ellos a distintos países. Comienza así una guerra entre dos poderosas familias que ejercen su autoridad y su riqueza hasta las últimas consecuencias”.
Bajo esta premisa es que se desarrolla “Nadie nos vio partir” de Tamara Trottner, una autoficción disponible al público bajo el sello de Alfaguara. En entrevista, la autora dialoga más sobre este texto en el que afronta aspectos de su vida de manera novelada.
“Es una novela de autoficción, lo cual quiere decir que está inspirada en hechos reales, en uno que me sucedió a mí. Cuando escribes para entender una situación, pues es una forma de escritura, pero cuando quieres convertir eso en literatura —la realidad en ficción—, pues eso es a partir de mucho trabajo, de mucho esfuerzo, de estudiar… y así es como nació ‘Nadie nos vio partir’”.
El libro además, entre muchos de sus atractivos, invita al lector a imaginar bellas panorámicas alrededor del mundo, por continentes como América, África y Europa, Tamara tiene el gusto por conocer nuevos lugares, dice que más que turista, se considera una viajera.
La novela empieza en ese momento, cuando la niña absorbe la historia, pero ya como una mujer adulta de 50 años que decide escribir la trama, pues ya viene todo el aprendizaje anterior”.
Tamara Trottner, escritora
“Lo que detona toda la situación es que un papá decide secuestrar a su hija de cinco años y a su hijo de nueve para vengarse de su esposa, se los lleva de México y entonces comienza en el libro lo que se llama ‘El viaje’. Es un secuestro que hace un papá, pero él les pregunta a sus hijos que si se quieren ir de viaje y ellos dicen que sí y entonces comienzan en Europa, van a África y terminan en Israel para finalmente volver a México”.
Señala Tamara que esta niña en la novela vive los asombros de conocer lugares nuevos y conocer gente diferente, por eso es que estas experiencias dejaron en ella la marca de una viajera incansable, “realmente metiéndome en los lugares, conociendo a la gente, yendo a los mercados, comiendo su comida, eso es lo que me ha movido”.
Sobre cómo es la experiencia de confrontarse desde la literatura con su niña del pasado, dice Tamara que en ese sentido la escritura funciona como catarsis. “Es incluso un método psicológico que se ha utilizado para hacer catarsis, y yo creo que también mi modo natural de expresión en la vida es la escritura, es así como me gusta comunicarme, es como más fácil lo hago con la gente, entonces, hacer una catarsis con escritura empieza a convertirse en una novela y la novela se transforma en literatura. La novela empieza en ese momento, cuando la niña absorbe la historia, pero ya como una mujer adulta de 50 años que decide escribir la trama, pues ya viene todo el aprendizaje anterior”.
Tamara en varios puntos de su vida se acercó a su historia para poderla desarrollar, pero fue hasta este momento, dos años atrás, que terminó por armarla, “a los 16 años quise escribirla, hice un primer intento y se quedó como apuntes, no era una novela en ese momento, porque además hubiera sido muy maniquea, solamente conocía el punto de vista de mi mamá y años después cuando me encontré con mi papá, él me contó su lado de la historia y dije ‘¡wow, aquí está la novela, tengo los dos puntos de vista, las dos verdades!”.
Para la autora era importante recrear una trama sin juicios de por medio, donde no hubiera ni buenos ni malos y ha sido interesante ver que también de algo muy particular que le sucedió a ella, la trama se vuelve universal permitiendo que más lectores se sientan identificados con su historia.
JL