Cultura

El edificio Arroniz, un espacio cuya belleza guarda una larga historia

En Guadalajara destaca esta edificación que ha sido ocupada con fines religiosos, militares y, actualmente, culturales

Ubicado en pleno Centro de Guadalajara, el edificio Arroniz es una construcción mexicana que está catalogada como monumento histórico por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), para asegurar su preservación; para quien recorre la zona a pie, debe saber que desde 2015, es la sede de la Secretaría de Cultura (SC) de Jalisco.

A simple vista, el Arroniz destaca por ser una edificación de ladrillos rojos que, con una historia centenaria, ha sido ocupado con distintos fines: religiosos, militares y, hoy día, culturales. Asimismo, se trata de un inmueble que lleva el nombre de su creador, el Ingeniero Antonio Arroniz Topete, que fue el encargado de erigir esta joya arquitectónica, entre 1890 y 1902.

Para situarlo debidamente, a sus espaldas colinda con el templo de Santa Mónica y, al frente, tiene al edificio de la preparatoria de Jalisco con la que comparte la plaza Agustín Rivera, para así conformar una compleja -y singular- aglutinación de transeúntes que buscan los comercios aledaños, jóvenes estudiantes y parte de la comunidad cultural que realiza trámites.

Las características del espacio

Primero que nada, al ingresar a esta edificación, la arquitectura nos ofrece una serie de pistas sobre la época de su construcción, pues durante el Porfiriato las tendencias estaban fuertemente marcadas por conceptos renacentistas, barrocos y elementos de carácter ecléctico, entre los que se incluyen las nuevas tendencias que surgieron con el Art Nouveau.

La fachada principal de la finca se ubica por la calle Zaragoza, cuenta con un pórtico enmarcado por cuatro columnas, y en el piso inferior se halla el ingreso principal, mientras que en los niveles superiores se asoman un par de balcones que se enmarcan con el rojo del ladrillo. En la planta baja, se cuenta con un patio principal con pasillos abiertos en sus cuatro lados y arcos sostenidos por pilares circulares; también se encuentran un par de escaleras de estilo manierista -corriente europea de del siglo XVI- por las que se accede a los tres niveles del inmueble y el mezzanine. En el primer nivel hay tres patios más conectados con el principal a través de corredores.

Las diferencias que encontramos en el primer y segundo nivel son pocas en cuanto al acomodo de la planta baja; la ornamentación y el tamaño de los pilares varían, pero guardan la misma disposición hasta la tercera planta, donde se encuentra la superficie construida más pequeña, puesto que se corresponde con sólo las dimensiones del patio principal.

Una mención aparte merece la biblioteca de la finca; posee dos niveles colmados de libros, es un espacio que cuenta con un pedestal de madera custodiado por una escalera que conduce a la segunda planta de este archivo bibliográfico que -ahora- resguarda el acervo del historiador Gabriel Agraz García de Alba, además de ser utilizado para presentaciones de libros, anuncios mediáticos y reuniones estratégicas por parte de la SC.

Una historia de siglos

Ahora bien, la historia del predio comienza antes de la construcción del actual edificio, pues el espacio fue ocupado anteriormente por el Convento de las Monjas Agustinas de Santa Mónica, fundado a principios del siglo XVIII. Poco después de 1870, la finca fue convertida en el Seminario Mayor, pero veinte años después (debido a fallas estructurales) fue reconstruido para convertirse en el inmueble que a la fecha sigue en pie.

Unos años más tarde, en plena Revolución (esto es, 1914), el Ejército Constitucionalista tomó el edificio para transformarlo en la sede de la XV Zona Militar, de modo que así fue conocido durante décadas, un lapso en que el inmueble fue casi inaccesible para aquellas personas que no formaran parte del ejército (para el cual funcionó como instancia administrativa).

Con todo, la vocación del edificio daría un giro en 2011, cuando la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA) cedió el espacio al gobierno estatal para, inicialmente, convertirlo en un museo de arqueología; fue entonces cuando abrió sus puertas al público y se pudo apreciar la belleza, historia y arquitectura del espacio que, a partir de 2015, se transformó en la sede de las oficinas para la SC estatal (no sin algunas protestas por parte de la comunidad cultural).

Belleza. La biblioteca del edificio Arroniz es digna de ser visitada y admirada. ESPECIAL

¿Quién fue Antonio Arroniz Topete?

Antonio Arroniz Topete, nacido en el municipio de Ameca en 1858, se trasladó con su familia a Guadalajara, donde realizó sus estudios de ingeniería en el Instituto de Ciencias del Estado de Jalisco, donde desarrollaría una carrera ligada al crecimiento arquitectónico de una ciudad en la cual -ya titulado- se integró tanto a la Sociedad de Ingenieros de Jalisco como a la Escuela de Ingenieros de la entidad.

En 1901 ya con una presencia profesional y un prestigio notorio en la ciudad, el ingeniero Arroniz Topete inició la construcción de su fábrica de productos cerámicos, la primera en Guadalajara en producir ladrillos horneados a alta temperatura, con lo que recubrió los muros de su empresa, así como los del Seminario Mayor (que ahora es el edificio Arroniz), además de algunas casas particulares que también edificó. Para 1926, a la edad de 68 años, murió víctima de una bronquitis aguda, padecimiento que desarrolló como consecuencia de las largas jornadas de trabajo dentro de su fábrica.

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