El “boom” del ballet cambia el rostro de los escenarios
Figuras como Isaac Hernández y Elisa Carrillo han hecho que las nuevas generaciones se interesen en la danza
Cada vez más niños quieren aprender danza en México, influenciados por las grandes figuras del ballet de nuestro país, que, tal vez por la riquísima cultura o por el abundante talento, nunca terminan de abandonar su tierra natal.
Un gran “boom” tanto en número como en calidad está inundando las academias y escuelas profesionales de esta disciplina tan sacrificada de la que artistas como Isaac Hernández o Elisa Carrillo, premiados en 2018 y 2019 respectivamente con el Benois de la Danse, el galardón más relevante a nivel mundial, son, tal vez sin querer, instigadores.
“Es un trabajo que se ha venido haciendo desde hace años: a finales de la década de 1970 se empezaron a formar bailarines profesionales que ahora son docentes de esta generación tan relevante. Es un círculo completo”, explicó Irma Morales, profesora de la Escuela Nacional de Danza Clásica y Contemporánea (ENDCC) y exprimera bailarina de la Compañía Nacional de Danza (CND).
Debido a la proyección y al recorrido como bailarines en distintos ballets del mundo, los mencionados y muchos otros ejecutantes, han traído a México a coreógrafos, maestros y bailarines de alto nivel tanto para ofrecer muestras de danza como para dar clases magistrales en la CND y en la ENDCC.
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“El que ellos estén trayendo cosas nuevas y gente de renombre, es un gran acierto y para nosotros es muy importante abarcar estilos o conocer coreógrafos” opinó MichelleCutri, bailarina de la CND.
Ayer, la compañía mexicana estrenó una función de Carmina Burana del compositor alemán Carl Orff, coreografiada por Nellie Happee, precedida por Barba azul, en versión del ruso Vasily Medvedev, y el estreno mundial de concierto para violín, de la coreógrafa mexicana Yazmín Barragán.
Con esta representación los bailarines, junto a la orquesta y el coro del teatro del Palacio de Bellas Artes de la Ciudad, dieron cuenta del nivel técnico, estilístico e interpretativo que se puede alcanzar en nuestro país, trasladando al espectador a un espectáculo digno de los mejores ballets del mundo.