“Del diseñar con la naturaleza”
Los patrones y lenguajes de la naturaleza, estudiados por las disciplinas de arte y diseño del pasado, se fortalecen ahora por un neo-naturalismo que ayuda a consolidar un nuevo diseño biomimético
En el siglo XXI seguimos buscando condiciones ideales para propiciar equilibrio sostenible entre humanidad y naturaleza. Gracias al pensamiento ecológico de la segunda mitad del siglo XX, se comienzan a generar cambios globales: políticas de 'decrecimiento', 'economía circular', 'eco-lingüística' y, sobre todo, el 'aprender de la naturaleza' son ejemplos del esfuerzo colectivo para proyectar un comportamiento virtuoso que reconecte a los seres humanos con su creatividad original, que hoy busca una ‘conciencia simbiótica’ con el resto de la red de la vida y modelos de altruismo más allá de lo humano.
Durante la Ilustración, el poder de manipular el mundo natural trajo consigo intenciones tecnológicas divergentes, muchas de las cuales dañaron la percepción de la naturaleza. Hoy, en esta era de la post-Ilustración parece que nuestra arrogancia disminuye. Se está produciendo una emancipación mutua entre humanos y otras especies a través de lo que Max Weber denomina ‘Era del Avivamiento’ -Age of Enlivenment-.
Aquí, la noción de antropocentrismo se disuelve o se reconoce a otro nivel. Vemos nuestros poderes humanos de creación como regalos que deben enraizarse a la empatía, la bondad, la humildad y la modestia que inspira ser parte de la red de la vida.
Buscamos secretos ocultos imitando las formas de vida de plantas, animales, bacterias y hongos. Su comportamiento, organización, comunicación y uso de materiales comienzan a entenderse y aplicarse en lo que diseñamos. Los patrones y lenguajes de la naturaleza, estudiados por las disciplinas de arte y diseño del pasado, se fortalecen ahora por un neo-naturalismo que ayuda a consolidar un nuevo diseño biomimético.
El término ‘simbiosis’ funciona para designar asociaciones simples y óptimas entre individuos, comunidades y productos como teléfonos móviles o automóviles. Estas relaciones se basan en un intercambio de energía e información, o en intercambios económicos y culturales. Aprendimos que podemos sobrevivir mejor cuando trabajamos en colaboración. Por lo tanto, como simbiontes debemos ser agentes cooperativos. Este mutualismo es un ganar-ganar: ambas especies se benefician interactuando.
Por otro lado, Lynn Margulis propone que la ‘simbiogénesis’ -término de la biología evolutiva-, se relaciona con el origen de nuevos tejidos, órganos, organismos y especies, mediante una simbiosis a largo plazo o permanente.
Tal conciencia simbiótica abarca una cosmogonía donde la Tierra no nos pertenece, nosotros pertenecemos a ella. La "pertenencia conjunta", como describe K. Kelly, crea un sistema de pertenencia que la humanidad no puede lograr sola. ¿Y si aprendemos entonces a diseñar junto con otras especies? ¿Podemos florecer como una sociedad microbiana, donde expresemos una bio-civilización planetaria y autorregulada.
En conclusión, estar verdaderamente conscientes de la dinámica del mundo viviente nos permite experimentar otros organismos sensibles a través de nuestra intuición, lo que sienten, planean, piensan, ven, desean, temen, odian y aman, todos desempeñando un papel esencial. Necesitamos apreciar empáticamente cómo otras criaturas ven este mundo. Pensar como una planta, como una abeja, como una bacteria. Esta empatía conlleva una filosofía de diseño ‘interespecie` o ‘multiespecies’. Las generaciones actuales somos capaces de repensar la historia natural de nuestro planeta, narrándola como un legado de interacciones conscientes y vivas.
Sobre el autor
David Sánchez Ruano es Profesor investigador en Diseño en el Tecnológico de Monterrey.
Para saber
Crónicas del Antropoceno es un espacio para la reflexión sobre la época humana y sus consecuencias producido por el Museo de Ciencias Ambientales de la Universidad de Guadalajara que incluye una columna y un podcast disponible en todas las plataformas digitales.