Cultura

Capturando la historia con cámara en mano

Cuatro reporteros gráficos de EL INFORMADOR cuentan sus experiencias cubriendo la pandemia  

GILBERTO GALLO
Trabajo 360 grados. Gilberto Gallo comparte un foto que muestra el resultado tras haber creado el rollo, trabajado el revelado y el escaneo de la imagen; procesos realizados por él desde su casa. El Informador • G. Gallo
FABRICIO ATILANO
Brutalidad policiaca. Esta foto tomada el 4 de junio por Fabricio Atilano denuncia la reacción de las autoridades contra los manifestantes que acudieron a la marcha para protestar por el homicidio de Giovanni López a causa de los golpes propinados por la policía de Ixtlahuacán de los Membrillos. EL INFORMADOR/ F. Atilano 
ARTURO NAVARRO
Arturo Navarro. Este videógrafo, con su cámara, ha captado los momentos más trascendentales de la vida en Jalisco; desde conciertos, eventos deportivos hasta manifestaciones. EL INFORMADOR • A. Navarro 
ALONSO CAMACHO
“Nueva normalidad”. Esta foto tomada por Alonso Camacho presenta las condiciones en las que viaja la gente que debe tomar el transporte público; la pregunta que nos deja es: ¿En dónde queda la sana distancia? El Informador • A. Camacho

La pandemia causada por el coronavirus transformó sus agendas y los orilló a transitar ahora por calles llenas de incertidumbre; ellos, con cámara en mano, salen a cumplir con su trabajo. Así son los días en los tiempos del COVID-19 para Gilberto Gallo, Fabricio Atilano, Alonso Camacho (fotógrafos) y Arturo Navarro (videógrafo).

Entender el ejercicio periodístico sin el trabajo que ellos realizan es imposible. Las imágenes que consiguen son los testigos de lo que el mundo está afrontando. Hasta hace unos meses sus asignaciones eran conciertos, partidos de futbol, inundaciones, manifestaciones; pero la pandemia que atraviesa el mundo les marcó un nuevo reto: retratar cómo se vive una crisis sanitaria desde su lente.

Sin duda la emoción y el temor han sido constantes en las coberturas que Gilberto Gallo ha emprendido desde los primeros pasos de la pandemia. Sentir orgullo por inmortalizar un hecho histórico: estar a unos metros del frente de batalla, pero también la angustia de saber que cumplir con su vocación significa un riesgo para él y su familia.

“Tuve ir al Hospital 110, vi a un cuerpo que lo llevaban al área COVID, eso es difícil de asimilar. Estás trabajando, ves que estás arriesgándote igual que eso que estás registrando, pero alguien lo tiene que hacer. La semana previa a que todo cambiara, yo había estado cubriendo conciertos y futbol, al final todo desaparece. Sí me distancié de mi familia, porque sabía que corro riesgos con la fotografía. Tienes que salir a la calle y es impactante fotografiar filas de personas enfermas, es difícil de asimilar (…) Son históricas las fotografías que hemos tomado, causan impactos importantes y eso también te hace sentir con sentimientos encontrados. El peligro que corres en esos espacios no se ve reflejado en la imagen, pero al final sí hay un sentimiento extraño”, comparte.

Para FabricioAtilano lo cotidiano cambió de rostro. Las válvulas de escape como una obra de teatro o un festival musical quedaron en pausa. Ahora, los protagonistas de sus imágenes marcaban contextos inauditos; primero, retratar el desasosiego de una sociedad cautelosa ante lo desconocido; después, normalizar ese miedo, reflejar cómo la sociedad se adapta ante un riesgo latente: “Es la posibilidad de ser testigo de lo que pasa en tu entorno, los demás podían quedarse en su casa, pero como fotógrafo no es así. A través de nuestro trabajo se puede ver lo que pasa. Al principio, cuando las calles se veían solas, sí me sentía tranquilo; era retratar la soledad de la ciudad, era un ambiente casi apocalíptico. Después, empezó a haber más gente en la calle, ahí ya me sentía en riesgo, como cuando fui a ver el desorden en el transporte público, a un montón de gente que ya tenía que salir para ganarse la vida; cuando terminaba mi cobertura me sentía hasta enfermo, como que te sugestionas en esta situación”.

Para Arturo Navarro los sonidos y las voces también cambiaron. Las temáticas habituales se transformaron a una sola palabra: Coronavirus, y cómo se vive desde casa, cómo se convive con la incertidumbre y cómo el entorno busca medios para recuperar un poco de la normalidad ante un suceso que cambia por completo lo que se conocía por tiempo indefinido.

“De estar constante en los partidos de futbol; por ejemplo, ahora era crear contenido sobre cómo se vivía está situación desde casa, después cómo se reactiva un poco la ciudad y las manifestaciones que hubo durante varios días. Registrar esto te hace sentir como si pasarás a la historia, es algo que quedará para siempre, cambió la manera de trabajar”.

Finalmente, para Alonso Camacho esperar que la pandemia llegara a México no fue una opción, pues este fotógrafo, previo a la activación de la contingencia en la metrópoli tapatía, diariamente monitoreaba cómo el nuevo virus avanzaba por Asia y Europa. Las fotografías compartidas por agencias internacionales mostraban un escenario crudo, y en poco tiempo sus fotografías retratarían en primera persona los estragos que parecían tan lejanos.

“Antes de que la pandemia llegara a México, en la edición y recolección de imágenes para ilustrar, cada vez veía cómo había más fotografías de enfermos en Asia, pero se veía algo muy lejos; fue como un efecto dominó. Mi foto comenzó a enfocarse a hospitales, ambulancias, a quienes sanitizan, la multitud sin sana distancia. En cada cobertura sabes que sales limpio de tu casa, pero no sabes cómo regresarás. La cobertura en la que entendí esto fue una sala especial del Hospital Zoquipan y vi cómo las personas se comunicaban virtualmente con una computadora con sus familiares intubados, ves que esto es una realidad. Sin duda, nuestras fotografías son un testimonio veraz”.

JL

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