FIL 2021: Camila Sosa Villada recibe premio Sor Juana Inés de la Cruz 2020 y presenta Las malas
La ganadora del Premio Sor Juana Inés de la Cruz 2020 llegó a la FIL para recibir su reconocimiento y presentar “Las malas”
Tras haber ganado el Premio Sor Juana Inés de la Cruz 2020 con su novela “Las malas” (Tusquets, 2019), y no poder recogerlo por la pandemia, la escritora argentina Camila Sosa Villada (Córdoba, 1982) llegó por fin a presentar su obra de manera presencial en el marco de la 35 Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara; de hecho, ayer la Feria pagó la deuda que tenía con la escritora, pues le fue entregado su reconocimiento simbólico -premio Sor Juana-, de manos de Marisol Schulz, directora de la fiesta literaria.
Aunque un poco contrariada por un leve accidente, Camila comparte en entrevista con EL INFORMADOR, que ha “disfrutado mucho de la comida mexicana y de encontrarme con grandes escritores; siempre hay cosas buenas en la FIL”.
En cuanto a su novela, un “retrato de grupo” no exento de explosividad, el lenguaje busca colocarnos desde el inicio en ese “inferno del que nadie escribe”; y señala Villada que si bien no es “primera vez” que se escriba así, “yo fundo mi escritura, en parte, por mi conocimiento del mundo de las travestis, pero soy consciente que para el mundo de la literatura éramos un misterio”.
Lo que ha encontrado gracias a esta escritura, asegura la autora, “es un lugar en el que no se había atrevido nadie a entrar, porque no hay travestis que escriban. Sobre nosotras han escrito Donoso, Lemebel, y otros más, hay historias sobre nosotras pero nosotras mismas no lo habíamos hecho porque hemos sido analfabetas pobres, no tenemos tiempo o escuela. Yo lo que hice fue usurpar un terreno que encontré y me lo quedé para mí”.
Escribir es existir
“Las malas”, declara Villada, fue escrito “sin ambición, sin saber qué iba a suceder, no tenía idea de nada que pudiera pasar. Claro, sí me sorprende que mis colegas, es decir, que otros escritores -a los que he leído, admirado, y de los que he aprendido mucho- hoy hablen de mí como una colega suya. Eso me sorprende y me llena de alegría”.
Por supuesto, el logro es fruto de lo bien trabajado; establece la también actriz, “soy una lectora y escritora desde que aprendí a leer y escribir a los cinco años de edad. Ya había escrito dos libros antes y a ambos les había ido muy bien (uno de ellos, se presentó en el seno de la feria en 2018); no soy una neófita en cuanto a la escritura, escribir para mí es existir también, y creo que eso se percibe en “Las malas” (claro, también tuve un excelente editor en Juan Forn)”.
Oralidad y escritura
Y en lo que concierne al manejo del lenguaje, detalla Villada, es algo que “se conoce en la literatura argentina, sobre todo en la porteña. Pero el lenguaje de las provincias es profundamente poético: cómo hablaban las mujeres de mi familia, el uso que hacían de las palabras para sobrevivir en un mundo tan machista, con maridos que las golpeaban y maltrataban, con sus vidas aparentemente pequeñas, de amas de casa, de criadoras de hijos y nietos”.
Por eso mismo, destaca, “de alguna manera estoy influenciada por una corriente poética oral; y por supuesto que no encuentro diferencia entre la literatura hablada y la escrita; creo que esa tradición oral forma parte de mi estilo”.
Un poco a ciegas
En cuanto a cómo se fue “tramando” la novela, en torno a personajes y escenarios, comenta la autora que “no tenía la menor idea de lo que estaba escribiendo y, por lo general, me gusta que sea de ese modo. No tengo planes, no llevo apuntes, a veces tengo ideas que me parecen geniales y después se me pierden en la memoria”.
Lo anterior, es el motivo -abunda Villada- “por el que ya he dicho en otras ocasiones que escribí el libro un poco a ciegas; el que me orientaba en esto era Juan, y yo respondí como buena trabajadora que soy”.
Maestra en dudas
Por otra parte, enfatiza la narradora, “soy una defensora de la palabra travesti; entiendo que acá en México no es lo mismo decir travesti que mujer trans, pero soy defensora de la feminidad de la palabra travesti, de la mugre que tiene encima la palabra y como nosotras, de una generación en particular (la de los 80, los 90 y los 2000), siento que debemos rescatarla y nombrarnos de esa manera, porque tiene características muy particulares, que tienen que ver con la edad, la clase social y, también, con el odio ajeno, con ese rencor enorme e irracional que nos tuvieron siempre, y que forjó nuestro carácter y nuestra leyenda”.
Así, dando notas y entrevistas, a fuerza de contestar las preguntas de otros sobre el libro, comenta Villada, “he ido también descubriendo cosas sobre mí misma”; y eso quizá porque, en sus palabras, “la literatura deja las preguntas sembradas; el tema es que esas preguntas necesitan de riego, Sol, muchísimas cosas a las que una no presta atención a veces. Creo que la literatura, como incitadora de dudas, es maestra (sin dar jamás una respuesta total)”.