Artemio Rodríguez, en retrospectiva gráfica
El artista michoacano explora los alcances de su arte, al tiempo que encuentra el placer de descubrir nuevos signos detrás de cada una de las obras que ha creado
El grabador michoacano, Artemio Rodríguez llega a Guadalajara para dejar su huella en los pasillos de la Feria Internacional del Libro y la librería Carlos Fuentes, espacios en los que este artista de la gubia compartirá más de 25 años de trabajo en tinta y papel.
La agenda del artista luce llena. Y es que Artemio Rodríguez ofreció una charla y taller en FILustra sobre su experiencia en el grabado y técnicas de impresión con una simple cuchara, a lo que se suma que previamente, el 1 de diciembre presentó una exposición compuesta por más de 100 obras. Para aquellos que deseen disfrutarla, se encuentra montada en la librería Carlos Fuentes (Periférico Norte Manuel Gómez Morin #1695).
Rodríguez señala que actualmente México experimenta nuevas olas creativas, creciendo alrededor de técnicas como el grabado y la gráfica más artesanal. En su caso, él ha usado ambas técnicas para desarrollar una carrera internacional que lo ha llevado lejos de su natal Tacámbaro (Michoacán), hasta rincones a residencias artistas en Hawái y consolidar su carrera en ciudades como Los Ángeles.
Me di cuenta que podía escribir a través de las imágenes y los grabados
El artista recuerda que su sueño por ser escritor fue clave para acercarlo al grabado, las tintas y las gubias, y aunque considera que su talento no se vio reflejado en las letras, su discurso migró por completo a las placas como el linóleo para abordar temáticas de todo tipo que reflejan la identidad mexicana.
“Me atrapó ese diálogo, la relación tan estrecha que el grabado tiene con el libro. Yo al inicio quería ser escritor y no se me dio muy bien, pero me di cuenta que podía escribir a través de las imágenes y los grabados”.
A través de la exposición, el espectador podrá conocer algunos de los trabajos emblemáticos y de gran impacto de Artemio Rodríguez, como la versión que hizo de 2.44 por 3.66 metros de “El triunfo de la muerte” de Pieter Brueghel, pieza con la que el artista michoacano recuerda cómo es que anteriormente se podían dar a conocer y llevar obras de arte a otros espacios físicos mediante la reproducción artesanal en otro medio, previo a la invención de la fotografía.
“Creo que es importante en estos días seguir asumiendo y usando estos métodos tradicionales de producción para hacer reflexiones sobre el presente y el futuro. Muestro un poco de todo, desde invitaciones ilustradas y libros que he hecho con el maestro Juan Pascoe, así como obra y estampas para galerías”.