"Angélica de voz y de nombre"
La máxima estrella del canto mexicano que hizo honor al sobrenombre que le dieron en Italia: “Angelica di voce e di nome”
Ángela Peralta, quien a los 15 años de edad debutó en el Gran Teatro Nacional para luego destacar en escenarios de Europa y América, está considerada como la máxima estrella del canto mexicano que hizo honor al sobrenombre que le dieron en Italia: “Angelica di voce e di nome”, es decir, “Angélica de voz y de nombre”.
Nacida el 6 de julio 1845 en el barrio Las Vizcaínas de la Ciudad de México, la intérprete contó desde niña con la guía de maestros como Agustín Balderas, miembro del jurado del concurso para musicalizar el Himno Nacional, además del italiano Pietro Lampertti, de quien fuera discípula durante su estancia en Europa.
El talento de la artista fue reconocido desde los ocho años de edad, cuando tras cantar la cavatina (canción corta) de la ópera Belisario, compuesta por Gaetano Donizetti, obtuvo una beca para estudiar en el Conservatorio Nacional de Música.
Su formación la llevó al éxito y a viajar a Europa, donde el 13 de mayo de 1862, en el Teatro de La Scala de Milán, interpretó Lucia de Lammermoor, que le valió salir al escenario en 32 ocasiones para agradecer las ovaciones de los asistentes.
Con motivo del aniversario de su natalicio, el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL) destacó en un comunicado la carrera de Peralta como una de las cantantes que conquistó al público internacional a través del bel canto, además de ser una reconocida arpista y compositora.
Su voz conquistó a públicos de Turín, Génova, Nápoles, Roma, Florencia y Bolonia, en Italia; Lisboa, Portugal; París, Francia; Barcelona y Madrid, en España; la ciudad rusa de San Petersburgo, además de El Cairo y Alejandría, en Egipto, sitios en donde canta ante personalidades como el rey Víctor Manuel II.
Durante más de una década viajó del Viejo al Nuevo Continente, fue invitada de honor de los entonces emperadores Maximiliano y Carlota de Habsburgo, realizó giras por Estados Unidos y Cuba.
El 13 de septiembre de 1866 fue inaugurado en Guadalajara, Jalisco, el Teatro Alarcón, que luego tomaría el nombre de Teatro Degollado, y el primer espectáculo presentado en ese recinto corrió justamente a cargo del llamado “Ruiseñor mexicano”.
Luego de radicar un tiempo en Italia, en 1877 se asienta de manera definitiva a México para presentar con éxito la ópera “Aída”, de Giuseppe Verdi; Gino Corsini, del mexicano Melesio Morales, y Guatimotzin, ópera de su compatriota Aniceto Ortega.
También fueron muy reconocidas sus habilidades para tocar arpa y componer piezas como valses, galopas, polkas, mazurkas, danzas, fantasías, así como canciones entre ellas “Adiós a México”, “Un recuerdo de mi patria” y “Margarita”.
En 1883, durante una viaje en barco hacia Mazatlán, Sinaloa, ella y otros 80 integrantes de su agrupación contrajeron fiebre amarilla y el 30 de agosto de ese año, Peralta falleció; la misma suerte corrieron 74 integrantes de la Compañía de Ópera Italiana.
Por ser una de las sopranos mexicanas más ovacionadas en la historia de la ópera, varios teatros del país llevan su nombre, así como el corredor cultural que se encuentra a un costado del Palacio de Bellas Artes.
Los restos de Ángela Peralta, cuyo nombre completo es María de los Ángeles Manuela Tranquilina Cirila Efrena Peralta y Castera, se encuentran en la Rotonda de las Personas Ilustres de la Ciudad de México, donde fueron depositados en 1937.