Andrea Martínez Baracs y el rescate de un personaje legendario
En “Un rebelde irlandés en la Nueva España” se abraza la historia de una leyenda que fue insurrecto al defender a indígenas, esclavos africanos y judíos
Un libro como ‘Un rebelde irlandés en la Nueva España’ (Taurus, 2022), de la historiadora mexicana Andrea Martínez Baracs, debe considerarse poco común; se trata de una edición revisada y ampliada de la que en 2012 publicó el Fondo de Cultura Económica (FCE) como un ensayo (ahora aumentado) al que siguen tres de las obras principales del irlandés Guillén de Lámport, entre ellas su proclama de insurrección y una selección de sus salmos.
Ahora bien, si algo singulariza el texto es que rescata la historia de un personaje de leyenda, un hombre nacido en Irlanda, soldado que llegó a decirse hijo natural de Felipe III, pero que además defendió en la Nueva España —a donde arribó en 1640— a indígenas, esclavos africanos y judíos, fue apresado por el Santo Oficio y juzgado por herejía, incluso llamó a la insurrección y fue un poeta al que se consideró bandolero y espía.
Así, la historiadora comenta que, en su profesión, se dedica a la era colonial, “y tengo contacto con archivos y textos del siglo XVII, el periodo ‘oscuro’ de la época al que nadie hace caso, sucede que me sedujo este personaje y pensé que había que conocerlo más, porque no deja de tener una parte misteriosa”.
Personaje extraordinario
Aunque hay obras acerca de Lámport —explica Martínez— “yo no terminaba de entender qué era cierto y qué no. Se le acusó de ser un mentiroso compulsivo y, pensando en eso, al investigar, muchas cosas en apariencia fantasiosas resultaron verdaderas, como su participación en ciertas batallas. Así me acerqué al personaje, para desentrañar ese misterio, porque es además extravagante pero con gran riqueza personal”.
Su vida tiene un cariz “extraordinario” no sólo por lo ya dicho, había sido defensor de su país, escapó de la cárcel, conocía al Santo Oficio porque actuaba en favor de Portugal para defender comerciantes (criptojudíos) de su actuar; con todo, es ejemplo de que en aquella época no era del todo infrecuente que llegaran aventureros extranjeros o con ideas adelantadas a su tiempo.
Esta riqueza vital de Lámport en lo que sería suelo nacional, cuenta la historiadora, empieza “cuando llega a proteger a los portugueses porque había un repudio enorme de las autoridades contra ellos debido a que se separaron de España, pero en realidad muchos de ellos eran judíos porque huyeron allá generaciones atrás, cuando les expulsaron. En México y otras partes de América Latina se dedicaron al comercio”.
Reclusión y legado
En estas circunstancias, refiere la historiadora, Lámport “acabó preso con ellos en las oleadas de encarcelamiento, y ahí conoció las condiciones de vida de indígenas y esclavos africanos; fue ahí cuando comenzó a planear la insurrección y, en ese proceso, le hallaron una carta en la que mandaba información al rey, por lo que —sin jurisdicción alguna— la inquisición lo aprehendió (y no lo soltó, de hecho murió en la hoguera en 1659 tras 17 años preso)”.
Fue durante su confinamiento cuando, comenta Martínez, “escribió más de 900 salmos en latín, poemas religiosos en los que defiende con argumentos cristianos a indígenas y esclavos africanos; todos estos documentos están ahí, porque sus alegatos, declaraciones y denuncias ante los inquisidores quedaron registradas pues copiaban todo, y así nos legó centenares de páginas”.
Justicia e imaginación
Cuando ocurrió la Conquista, continúa la historiadora, la justicia “fue tema” para la sociedad española, “pero en el siglo XVII nadie hablaba de ello; si fue una discusión en universidades eso había pasado ya, pero Lámport llega y contempla el estado de cosas y la vida de los habitantes originarios y no pensó sino en un levantamiento liberador (para lo cual, también, inventó que era hijo de Felipe III, hermano de Felipe IV, monarca; de ahí viene su calificación como mentiroso)”.
Por supuesto, mentir respondía a la necesidad de pertenecer a una casa real para validar una “liberación” como la que Lámport dejó plasmada en la proclama de insurrección que escribió –y que se publica íntegra en este volumen– “y que explica las intenciones de este personaje, a veces tan singular que llegó a proclamar ilegítima la concesión papal de los territorios americanos a los reyes de España”.
Martínez detalla que para casos como el de este irlandés particular “la imaginación puede jugar un papel determinante ante la dificultad de enlazar obra y vida; no fue un tipo común, y para mí la cuestión fue imaginar la manera de contarlo. Los historiadores solemos basarnos en lo cierto y comprobable, pero en algún momento la imaginación participa, sobre todo para visualizar y reconstruir los hechos”.
Toma Nota
Sobre la autora
ANDREA MARTÍNEZ BARACS (México, 1956). Obtuvo su doctorado en el Colegio de México con la tesis ‘El gobierno indio de Tlaxcala colonia, 1521-1700’. Es profesora investigadora del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS) y coautora del libro ‘Tlaxcala: una historia compartida (siglos XVII y XVIII)’ así como de una compilación en tres volúmenes de documentos históricos tlaxcaltecas.