Al acecho de “El hombre mal vestido”
Ayer, Guillermo Fadanelli presentó su nueva novela a la cual define como una reflexión crítica sobre el asesinato, la intolerancia y el miedo a la diferencia
El escritor mexicano Guillermo Fadanelli presentó ayer “El hombre mal vestido” (ed. Almadía), su nueva novela ambientada en Tacubaya. En el barrio marcado por la desolación y la decadencia transita Esteban Arévalo, protagonista del libro. Para el escritor, esta novedad “Es una novela más reflexiva, más sosegada, menos peleonera, cuya rebeldía no es evidente hasta que se ve con tranquilidad. Es reflexiva, pudorosa, de alguna manera ya hay cierto oficio”, comentó el autor vía telefónica a esta casa editorial.
Fadanelli platicó sobre la elección del ambiente y la creación de su personaje: “Es en Tacubaya porque es uno de mis barrios, obviamente muy destruido, pero es de mis barrios preferidos. Es un hombre que aspira a ser un cero a la izquierda, es decir, un hombre que no molesta, que tiene vergüenza de existir, un hombre ascético, cortés, porque piensa que la gentileza y la cortesía nos harán libres. A final de cuentas es no sé si un pesimista o un escéptico, pero es un hombre curioso. Le da curiosidad ver cómo se cae el mundo”.
Sobre su protagonista añadió: “Me es difícil alejarme de mis personajes, no soy un retratista de la Alameda. Cada que hago un personaje me estoy mirando en el espejo, es una especie de introspección, de la vida de los barrios que he vivido en la vida. Algo que se dice en la novela es que uno es relativo: no somos los mismos de hace unos años, incluso hace unos meses o minutos. Todo cambia, el caos es el escenario para crear una especie de orden efímero”.
Del tono de la novela, Guillermo comentó: “El optimismo es una grosería en estos tiempos. Es síntoma de debilidad. La crítica se construye desde la consciencia del sufrimiento y la destrucción. Quizá entonces podamos caminar. Nos hacen tantas promesas, funcionarios y políticos, casi nunca cumplidas, que hay un pesimismo social que Esteban retoma en su persona”.
A lo largo de la novela hay múltiples reflexiones, muchas veces expresadas a través de los diálogos: “Es el principio de todo conocimiento: la dialéctica, el diálogo, qué piensa uno y el otro, enfrentarnos a lo diferente. Por eso el mundo femenil es tan importante. Para mí el mundo femenino es el mundo. También es lo otro, lo misterioso. Sé que es un cliché, pero no hay nada más seductor que no conocemos totalmente”.
Para la construcción de esos diálogos y de las reflexiones de los personajes Guillermo se inspira en su experiencia y lecturas. “En mi novela influye ver a una mujer desnuda, pero también influye leer a Heidegger. Soy lector de filosofía, soy un mal lector de filosofía, la leo como una novela. Soy un escritor de ficciones, de mentiras verdaderas, mundos alternativos a nuestra realidad”.
Del mismo modo, “Todos mis libros son consecuencia de mi propio dudar, de mis obsesiones, de mis miedos, de mis pasiones. Con el tiempo se va sumando oficio, pero las preguntas siguen siendo las mismas, el desasosiego sigue siendo el mismo. Como dijo Pessoa en ‘El libro del desasosiego’: para comprender me destruí”, finaliza.
Sinopsis
Esteban Arévalo es un hombre que se viste mal. Esto no tendría mayor importancia de no ser porque la apariencia desaliñada de su gastada ropa vieja —que sigue usando por convicción, no por necesidad— despierta la más profunda desconfianza entre sus vecinos del barrio de Tacubaya: los rumores lo señalan como el principal sospechoso de haber cometido ocho asesinatos. Blaise Rodríguez, el narrador de esta historia, está empeñado en demostrar la inocencia de Esteban Arévalo. Contrario a la tosquedad que la gente espera de un tipo con tan poco esmero en su indumentaria, el protagonista es más bien amable, educado y bastante culto. ¿Sería posible que un hombre sin mayores aspiraciones existenciales y que permanece gentil aun cuando es tratado con rechazo se convierta en un cruel asesino? ¿Cuáles serían sus razones para matar?
“El hombre mal vestido” plantea una reflexión crítica sobre el asesinato, la intolerancia y el miedo a la diferencia, en un presente de extrema violencia donde la apariencia física cobra radical importancia como crisol de estatus, identidad y aspiraciones de clase.