Cultura

Adriana Quinto, danza desde las entrañas

La bailarina veracruzana hace un trabajo emocional en la danza, con un proyecto que abordará el tema de la migración en España; se encuentra en la búsqueda de recursos para poder realizarlo

La danza la cautivó desde pequeña. La libertad del cuerpo e impactar a través de movimientos, es lo que sedujo a Adriana Quinto, bailarina originaria de Veracruz que se ha convertido en una trotamundos tratando de sensibilizar a través de la experimentación contemporánea.

La carrera artística de Adriana tiene distintos vértices y ahora se encamina para llegar al Puerto de Cádiz y emprender un nuevo proyecto, a finales del mes de agosto, en el que la migración y la danza serán sus principales puntos de acción para apoyar a refugiados africanos, principalmente mujeres, en España.

“Me invitaron para hacer un trabajo emocional de danza, no necesariamente para bailarines, sino para personas que quieren expresarse a través del cuerpo y técnicas de danza. Esto será para un documental que muestre sus vidas, cómo llegan a ese punto, qué pasa antes y después, muchas de esas mujeres mandan a sus hijos en canoas pequeñas y cuando llegan a España muchas veces ya no los encuentran”.

A la espera de reunir los recursos necesarios para embarcarse en esta nueva odisea junto a la investigadora Ileana Landeros, Adriana Quinto no detiene su danza desde Guadalajara y aunque considera que los panoramas para la comunidad dancística sí muestran mejoras, considera que aún falta más trabajo para apreciar y vivir la danza como un eje de transformación social.

“Creo que hacen falta más esfuerzos por llevar el arte a las escuelas. La gente sería más feliz si todos bailaran, cantaran o tocaran música. El arte te da la opción de cambiar al mundo, que puedes resolver muchos de tus problemas si eres creativo y no destructivo”.

Mientras visualiza las actividades que podría emprender en el Puerto de Cádiz, Adriana reflexiona sobre su carrera y su deseo por entusiasmar a otros por la danza. Recuerda como estando en la escuela y sin haber tenido un acercamiento previo a la danza fue testigo de una presentación que determinó por completo su vocación y que la llevado a instalarse en diversas partes del mundo forjando su propia visión del baile y las posibilidades del cuerpo cuando hay un escenario de por medio.

“Siempre quise ser bailarina, era una obsesión por las bailarinas aunque nunca había conocido una. A la escuela llegó una compañía a dar una función y vi un montaje de danza, yo me quedé emocionada y enamorada de la coreografía, de las bailarinas y la magia del teatro, desde entonces supe que sería dedicarme a esto. Empecé con clases en Coapexpan, Veracruz, e invitaron a Xavier Francis a dar un taller, lo conocí y me pareció que era de lo mejor, me fui a México para empezar a trabajar con él”.

Pasión intacta

Más allá de las tarimas y las coreografías, Adriana también se ha volcado a la enseñanza y desde su experiencia ha instruido a la gran mayoría de bailarines de danza contemporánea, siempre con la visión de la danza no debe ser una disciplina menospreciada, ya que es una de las expresiones que no requieren mayores traducciones al ser un lenguaje plenamente universal, objetivo que la llevó a crear la Compañía de Danza Contemporánea de la Universidad de Guadalajara, en donde logró establecer sueldos y subsidios en beneficio de los artistas locales.

“Cuando empecé a bailar quería ser la mejor bailarina del mundo y no me fijaba en nada más cuando llegué a Guadalajara y tenía el apoyo de la universidad, ahora sé que las cosas han cambiado. En mis tiempos no había apoyo de becas, no sabías lo que pasaba en el extranjero y si querías bailar en otro lugar tenías que hacerlo con tus propios medios, no se tomaba tan en serio a la danza. Ahora hay más espacios que entienden y respetan a la danza”.

Aunque parte de los inicios de Adriana en la danza comenzaron en la Ciudad de México y consolidarse en Guadalajara, sus pasos terminaron en escenarios con los que siempre soñó como la Universidad Folkwang de Pina Bausch, en donde estudió cuatro años en Alemania, por ejemplo, y así transitar en otros foros de Cuba y Francia.

Desde la trinchera de la danza contemporánea, Adriana Quinto se ha enfocado en ofrecer espectáculos de temple y carácter, de transitar desde una obra clásica como Carmen y aterrizarla en lo vanguardista, panorama que es complicado cuando no se tiene una apertura y sensibilidad hacia la experimentación fuera de la tradición.

“La danza es un medio de expresión, es el teatro del cuerpo. No sé porque uno se expresa de esta manera, pienso que en la danza contemporánea tienes esa apertura para poder decir el discurso que quieras y de la forma que quieras. Hay creatividad abierta y creo que los bailarines y coreógrafos deben ser más elocuentes para apostar por un discurso más coherente y profundo, tener muy claro lo que quieres decir. A veces creo que hay un divorcio entre lo que quieres decir y la manera de decirlo, creo que por eso se ha perdido público en lo contemporáneo”.

Encuentros profundos

Los trabajos sociales no son nuevos para Adriana Quinto y previo a su partida a Cádiz, la bailarina recuerda otras experiencias como el encuentro que tuvo en el penal de Puente Grande con reclusas, en las que también pudo explorar historias de vida de mujeres y las posibilidades de readaptación social que tienen al recuperar su libertad.

“Estas experiencias te marcan muchísimo, te hacen cambiar y reflexionar. El arte debe estar en función del pueblo, de la gente. Es muy lindo estar en los teatros, tener funciones, ganar dinero, pero creo que el arte debe ir más allá, que transforme vidas, estar cerca de la gente para lograr mejorar en la calidad de vida”.

Adriana señala que en los próximos meses planea desarrollar un nuevo montaje de danza contemporánea basada en las cartas que la emperatriz Carlota escribió tras ser exiliada después del fusilamiento de Maximiliano, producción que estaría inspirada en la novela histórica “Noticias del Imperio” de Fernando del Paso.

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