Cultura

El INBAL rinde homenaje a Adolfo Castañón por sus 70 años de vida

Adolfo Castañón estuvo acompañado por familiares, amigos, colaboradores y público en general, quienes celebraron su aniversario

Con motivo de “su 70 aniversario de vida”, la Secretaría de Cultura federal y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL) llevaron a cabo un homenaje en forma de “saludo amistoso” para el escritor Adolfo Castañón (Ciudad de México, 1952), un encuentro al que el propio protagonista decidió llamar ‘Yo no sé si fui feliz’ –con base en un verso de uno de sus poemas– y que se verificó este pasado martes 25 de octubre por la noche, en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes.

Durante el acto, al cual asistió la directora general del INBAL, Lucina Jiménez, participaron los escritores e investigadores Javier Garciadiego (a través de un video), Liliana Weinberg y el poeta José Javier Villarreal, quienes entablaron una charla, que fue moderada por la subdirectora general de Bellas Artes, Laura Ramírez Rasgado.

De este modo, el poeta, ensayista, traductor, crítico literario, bibliófilo y editor mexicano Adolfo Castañón estuvo acompañado asimismo por familiares, amigos, colaboradores y público en general, quienes celebraron su aniversario, pero también su larga y fructífera trayectoria en las letras mexicanas e internacionales.

Así, al agradecer la presencia del público, Adolfo Castañón comentó que más que un homenaje, “este reconocimiento es como un alto en el camino y, para un caminante, un alto en el camino es un momento de pausa, un paréntesis. Siempre he dicho que yo no tengo tesis, sino paréntesis, una palabra que tienen que ver con el poner en suspenso todo para ver la cosa, el espacio, el momento en sí”.

Consideró que asimismo “es una puerta abierta a todos ustedes” y para todos aquellos que se fueron antes, “pues nosotros somos sobrevivientes, no del pasado remoto, sino del ayer y por eso pienso en David Huerta, Alejandro Sandoval, Luisa Torres Garza o Gilberto Prado Galán, que nos dejaron hace poco”.

Explicó que este paréntesis tiene que ver con el estar en el cruce de caminos, para ver arriba, abajo, alrededor y también para ver hacia adentro y hacia sí mismo, pues “tengo una gran deuda con el silencio, con la gratitud”, dijo, para después agregar que ha llegado “a la edad de los reconocimientos. Mi sombra se ha alargado hasta contar muchos libros, muchos artículos y textos inéditos”.

Reconoció –para concluir– que con sus diversos trabajos ha sido feliz, a veces casi en secreto, y que la felicidad del hacer “está ligada al placer de la difusión del conocimiento y de la filosofía, y eso es algo que me acompañará hasta mi último día y más allá, como escribió Epicuro”.

En un video-mensaje proyectado en la sala, Javier Garciadiego aseguró en su momento que este acto no celebra precisamente los 70 años de Adolfo Castañón, sino más bien el haber llegado a un número semejante de libros surgidos de su pluma; y parafraseando a Borges, subrayó que Castañón es un hombre de libros: “Es el mayor escritor y el mayor lector de libros de nuestra generación”.

Pero –señaló– “no solo llama la atención el número de páginas que ha escrito, igualmente es impactante la cantidad de géneros y temas que ha manejado, desde crónica, crítica, ensayo y poesía, hasta cocina y libros de viaje, y también llama la atención que es un autor que no mata sus libros cuando los publica, sino que éstos siguen creciendo por muchos años”

Por su parte, Liliana Weinberg y José Javier Villarreal comentaron acerca de su amistad y admiración para con Adolfo Castañón. Weinberg comentó que en una lectura encontró una de las claves de la obra de Castañón: “La poesía como una revelación del yo a uno mismo, como restauración de la cultura a sí misma”. Ese es el camino, consideró, “para llegar a la obra de Castañón: una indagación hacia sí mismo, un viaje profundo a nuestra cultura como el viajero en su propia traducción ama el país al cual se embarca”.

En su oportunidad, José Javier Villarreal externó que conoce a Adolfo Castañón “aún desde que no lo conocía”; por ello, destacó, cuando piensa en el maestro “pienso en un sextante, en un agudo y preciso instrumento que nos conduce por las riesgosas corrientes del mucho pensar y del más imaginar, y la curiosidad es uno de sus reinos más preciosos”.

Entonces –concluyó– para el ganador del Premio Internacional Alfonso Reyes y del Premio Nacional de Artes y Literatura en Lingüística y Literatura, “su continente es la lengua española, aquello que llega con su sedimento y nos da patria, terreno propicio donde edificar. Su amistad ha sido para mí un alto ejemplo, porque nada de lo humano le es ajeno”.

MF

Síguenos en

Temas

Sigue navegando