Tecnología

Víctimas de su propio sabor, los atunes amenazados por la extinción

Especialmente el atún de aleta azul

BOSTON.- El atún, especialmente el gigantesco atún de aleta azul, corre el peligro de extinción debido a que los músculos que impulsan sus migraciones se han convertido en una delicia gastronómica y una fuente de riqueza para los pescadores.

Como

consecuencia, la demanda por los atunes de aleta azul, por ejemplo, es tan grande que su precio ha adquirido niveles exorbitantes en las últimas décadas, denunciaron hoy científicos de la Estación Marina Hopkins de la Universidad de Stanford (California).

Como ejemplo, citaron el caso de un ejemplar de casi 300 kilos que el mes pasado fue rematado en Tokio a un precio de alrededor de 150 dólares por kilogramo.

En el Atlántico occidental la población atunera ha sufrido una disminución del 90 por ciento desde el decenio de 1970, según cifras de la Comisión Internacional para la Conservación Atunera Atlántica.

En el Mediterráneo se calcula que esa declinación es de alrededor de un 50 por ciento, aunque en ambos casos se ha acelerado en los últimos años.

Pero para este manjar de los amantes del "sushi" no todo está perdido si los organismos internacionales se ponen de acuerdo para protegerlo, señalaron los científicos.

A ello contribuirían los nuevos avances impulsados por la tecnología moderna en las ciencias oceánicas que podrían salvarlo de la extinción, según dijo Barbara Block, profesora de Ciencias Marinas de Stanford ante la reunión anual de la de la Asociación de Estados Unidos para el Avance de las Ciencias (AAAS).

Block manifestó que un estudio realizado a los atunes del Atlántico durante más de 10 años reveló que si se respetan ciertas prácticas se puede neutralizar su extinción y hasta recuperar sus poblaciones.

Por otra parte, Rashid Sumaila, economista de la Universidad de Columbia Británica, en Canadá, señaló que una posibilidad de salvar el atún es lograr un equilibrio en las faenas de pesca a largo y corto plazo.

"Debemos actuar como si las futuras generaciones ya estuvieran con nosotros para negociar en torno a los niveles de pesca", indicó.

Al comparar el destino final del atún en comparación con el bacalao, una especie que dio forma a muchas economías del siglo pasado hasta su virtual desaparición, Sumaila manifestó que los signos de extinción "catastrófica" del atún son cada vez más evidentes.

En 1968, las plantas de bacalao de la región atlántica de Canadá registraban ingresos de 1.400 millones de dólares. Para 2004, se habían reducido a 10 millones de dólares.

Añadió que los ingresos calculados para la pesca de atún de aleta amarilla en la zona del Pacífico llegaron en 2001 a 1.900 millones. En apenas tres años, esos ingresos se redujeron en un 40 por ciento (1.100 millones).

Los países desarrollados como Estados Unidos y Japón tienen industrias pesqueras técnicamente avanzadas que les permiten la captura dirigida especialmente al atún de aleta amarilla, un producto ideal para el mercado japonés del sushi.

Pero las flotas pesqueras de países en desarrollo, como las Filipinas, son primitivas tecnológicamente y llevan a cabo sus faenas sin discriminar entre ejemplares desarrollados y los que no lo están.

Si se les permitiera madurar, esos ejemplares tendrían una biomasa comerciable de 1.200 millones de dólares, según el Fondo de Vida Animal de las Filipinas.

En otras palabras, se trata de una pérdida neta de 1.200 millones de dólares.

"Podríamos concertar acuerdos de cooperación y control en que los países industrializados compartieran volúmenes de su captura a cambio de que las naciones en desarrollo permitieran la maduración de los ejemplares juveniles", señaló el experto.

Si fuese posible a través de una modernización de las flotas pesqueras de los países en desarrollo, "todos saldrían ganando, incluyendo los propios atunes que se salvarían de la extinción", añadió.

EFE, 18-02-08, PEPR

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