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'Outlast', el juego de terror definitivo

El videojuego acierta donde otros fallan. Innova para que alguien más lo recicle. Infunde terror real

GUADALAJARA, JALISCO (25/OCT/2014).- Nunca brinqué más alto del asiento. Tampoco había sentido la obligación de apagar la consola y dejar la partida para el día siguiente, mientras el corazón luchaba por no escapar del pecho y las manos, sudorosas, intercalaron el roce insistente contra la mezclilla y el rostro... que a ese punto ya había perdido su color.
 
El juego me escupió en la cara. Se burló abiertamente tras mi reacción y disfrutó que, tembloroso, lo retirara del PS4 para dejarlo en un lugar seguro. En uno donde no causara más daño. Lo mejor es que todo ocurrió después de una excelente experiencia.
 
La premisa de Outlast, el verdadero juego de terror, es la siguiente: eres un reportero independiente que recibe información de una fuente confiable. Ésta te revela que en el sanatorio mental de Mount Massive, Denver, los pacientes son víctimas de experimentos que son completamente ilegales, por lo que te sugiere ir al sitio a iniciar una investigación y sacar a la luz lo que allí ocurre.
 
Así, el protagonista Miles Upshur decide atender el filtro y escabullirse en el edificio durante la noche. Una vez adentro encontrará a un grupo de oficiales muertos y deducirá que los responsables de ello son los pacientes. Sobre la marcha sabrá qué les ocurrió.
 
Y padecerá. Y se arrepentirá de haber entrado a investigar por cuenta propia.
 
Outlast acierta donde otros fallan. Innova para que alguien más lo recicle. Infunde terror real. Jode con la mente. Obliga a apagar la consola y dejar el control lejos, para otro día... para cuando la mente esté más tranquila y la luz del día ofrezca un falso cobijo de protección.
 
¿Pelear? Nada. Tienes una cámara y punto. Una handycam con modo de visión nocturna que requiere baterías, y cuya duración, de paso, es fraudulenta. ¿Y sabes qué pasa cuando no racionas su uso? Nadie desea saberlo. Lo mejor es activarla sólo cuando es absolutamente necesario y buscar pilas sobre el recorrido.
 
Todo es excelente en este hijo pródigo de Red Barrels, la desarrolladora que también se atrevió a distribuir esta perla del Survival Horror para las consolas de la nueva generación en febrero de este año, tras un gran éxito por su paso en la PC.
 
La ambientación y el sonido de este título son valiosísimos. Ello, aunado a un modo de juego en primera persona, realmente envuelven en sombras. Miles sufrirá su experiencia; lo escucharás sollozar mientras se oculta abajo de una cama o adentro de un casillero (elemento que después se usó para The Evil Within), mientras es rodeado por psicópatas desalmados que le han mostrado su intención por devorarlo.  
 
Recorrer el sanatorio, racionar tus baterías y hacer frente a los bruscos giros de la historia es una afrenta real para el sistema nervioso. No miento: sufrirás con Outlast como no lo has hecho con otro. Y durante el desarrollo atestiguarás escenas completamente grotescas (situaciones para adultos entre pacientes, y un romántico baño de tina a un cadáver... en su propia sangre) que convierten a este juego en no apto para menores.
 
Pero la fidelidad del control, la inmersión, la sensación de terror al verte descubierto y correr en círculos hasta hallar un sitio por el cual escapar, el vacío en el estómago al ser atrapado, los sumamente bien elaborados escenarios (que no se reducen sólo al psiquiátrico), el eterno estado de indefensión y la historia, son motivos reales para darle una oportunidad a este juego que se impone, sin problemas, en la lógica del horror y sobrevivencia.
 
Advertidos están: Outlast los hará conocerse, tras enfrentarse con el miedo real.
 
EL INFORMADOR / ISAACK DE LOZA 
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