Tecnología

Fracasa apuesta de combatir la polución con jeepneys eléctricos

Filipinas apostó por una versión ecológica de su vehículo más popular para luchar contra la contaminación y fracasó

MANILA, FILIPINAS.- Filipinas apostó por una versión ecológica de su vehículo más popular para luchar contra la contaminación que acelera el cambio climático, pero después de un mes, los nuevos jeepneys eléctricos circulan casi vacíos por las calles de Manila.
Aunque por el momento hacen viajes gratuitos, es difícil que puedan convertirse en un futuro próximo en una alternativa viable a su "hermano" más contaminante, explican a Efe tanto operadores del vehículo regular como usuarios de su versión ecológica en el país con la electricidad más cara de Asia.

¿Cómo quieren que sustituyamos los convencionales por los eléctricos si sale más cara la carga eléctrica que repostar gasolina?, se pregunta Jay al mando de su destartalado y polvoriento jeepney, bautizado como "Rey de la Carretera" y decorado con vivos colores y una estampa de la Virgen en el salpicadero.

Este conductor alude así al altísimo precio de la electricidad en Filipinas, de casi 15 centavos de dólar por kilovatio a la hora, más cara que Japón por los impuestos y donde una empresa monopoliza la distribución.

Jay explica que según sus cálculos, los "e-jeepneys" deberían cobrar a los pasajeros una tarifa mínima de 15 pesos por trayecto mínimo, casi el doble de la regular y excesiva para la mayoría de filipinos pobres.

Por su parte, pocos residentes de Makati conocen el nuevo servicio y aún menos confiesan haberlo utilizado.

¿Un jeepney eléctrico? ¿Es eso posible?, exclaman varios filipinos que esperan en la acera junto a una parada oficial del nuevo medio de transporte y no sabían que es gratuito.

Ni siquiera se han enterado de su existencia muchos policías de tráfico, que se quedan en blanco cuando son preguntados por las rutas o paradas.

Diane toma un "e-jeepney" para acudir al trabajo pero solo desde la terminal de autobuses, pues la ruta apenas da la vuelta al distrito financiero y no funciona de noche, cuando podría ser aprovechada por cientos de trabajadores de los centros de llamadas en turno de madrugada.

Ahora tienen algunos pasajeros porque son gratis, pero no creo que luego esté dispuesta a pagar más para contaminar menos, afirma esta secretaria de una agencia de viajes, que ignora que en la fría y lejana Copenhague se celebra la Conferencia de Cambio Climático de Naciones Unidas.

Hace dos años, el municipio manileño de Makati fue el primero en probar la nueva versión ecológica del popular vehículo filipino gracias a un proyecto de Greenpeace, y ahora también se ensayan en otras provincias del archipiélago.

Los "jeepneys verdes" funcionan con electricidad generada por energía solar y la combustión de residuos orgánicos procedentes de las vertedores de los barrios más humildes de Manila, habitada por unos doce millones de personas.

Tienen capacidad para catorce pasajeros, que van al aire libre y continúan respirando en cada bocanada los malos humos de una de las ciudades más contaminadas de Asia.

Al volante se encuentra un empleado municipal que confiesa no saber cuánto durará esta iniciativa gratuita anunciada con fanfarría por el antiguo alcalde, Jejomar Binay, aspirante vicepresidente en las elecciones del próximo año.

El original medio de transporte es toda una seña de identidad de Filipinas desde hace más de sesenta años, cuando el vehículo surgió de los jeeps militares estadounidense abandonados al terminar la II Guerra Mundial.

Reforzado con unas planchas de aluminio y alargado para cargar a más pasajeros, este sencillo vehículo -cuyo diseño prácticamente no ha cambiado- sigue siendo casi el único para desplazarse en la mayor parte del país por su bajo precio.

Sin embargo, asfixian a los ciudadanos por el combustible diesel de baja calidad mezclado con queroseno que emplean y emite el equivalente de gases contaminantes de un autobús de 54 pasajeros con aire acondicionado.

Irritan a otros conductores por su costumbre de recoger viajeros en cualquier sitio, sin paradas fijas, generando atascos allá por donde pasan, y como suelen ir muy sobrecargados provocan un sinfín de accidentes, sobre todo en zonas montañosas o durante la estación lluviosa.

"Tuneados" con llamativos colores y adornos que les han hecho también toda una atracción turística, casi 70.000 jeepneys transitan cada día por las atascadas calles de la capital y medio millón de otras rutas por toda Filipinas.
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