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Expedicionarios de la Ruta Quetzal festejaron el 'pago u ofrenda a la tierra'

Primer alto en el camino en su itinerario hacia el norte de Perú

LIMA, PERÚ (19/JUN72011).- Los expedicionarios de la Ruta Quetzal BBVA celebraron la ceremonia del "pago u ofrenda a la tierra", costumbre ancestral de las culturas andinas para desprenderse de lo negativo, y con renovada energía emprendieron hoy viaje hacia Huanchaco, primer alto en el camino en su itinerario hacia el norte de Perú.

Los jóvenes ruteros visitaron este sábado el Santuario de Pachacamac, antiguo centro ceremonial situado a 30 kilómetros de la capital peruana, donde dejaron sus huellas las culturas prehispánicas Lima, Wuari, Ichma e Inca.

El suave inicio del inverno de Perú acompañó a la expedición durante el recorrido por las 450 hectáreas de terreno desértico sobre el que se levantan numerosos templos en forma de pirámides truncadas, donde los peregrinos llegados de todo el territorio peruano adoraban a sus dioses.

Los santuarios más importantes, el Viejo -el primero que se construyó- y el Pintado -decorado con motivos florales, figuras humanas y peces de colores rojos y amarillos- se encuentran en el camino de ascenso al Templo de Sol, construido por el Imperio Inca en las inmediaciones del Océano Pacífico.

Allí, donde el dios de dos caras Pachacamac (hacedor de la tierra en quechua) rivalizó en poder con el Inti (astro rey de los incas), los chicos y chicas de la Ruta Quetzal tomaron contacto con la Pachamama (madre tierra) guiados por el chamán Qori Sisicha (Hormiguita de Oro).

Alrededor de un altar rebosante de flores, piedras, tierra y cereales, entre otros objetos, los jóvenes 'ruteros' siguieron las indicaciones de Qori Sisicha y depositaron algunos objetos personales sobre dos lienzos de tela con los colores del hombre y la mujer (oscuro y claro).

Después, masticaron simbólicamente la hoja de coca, cuyos restos añadieron a los textiles con las ofrendas, y se dejaron rociar con el humo de su cocción y pequeñas cantidades de harina de maíz.

Qori Sisicha realizó un brindis ritual (challa) con chicha de jora (cerveza de maíz andino), que los expedicionarios más atrevidos se animaron a probar.

El chamán les explicó la especial importancia que para ellos tiene el entendimiento con la madre tierra "para estar en paz con nosotros mismos", y la simbología de la ceremonia.

"Todo lo que viene de la Pachamama es muy importante, porque ella es la que fecunda, la que da el alimento a todos los seres, y todo eso hay que devolverlo", indicó.

Qori Sisicha deseó que la madre tierra proporcionara a los expedicionarios la "energía positiva" necesaria "para que durante el viaje que van a emprender cada uno de ustedes encuentre lo que busca".

Con los mejores deseos del chamán y una vez concluida la ceremonia, la expedición de la Ruta Quetzal regresó al campamento que habían instalado dos días antes en la hacienda Mamacona, al pie del complejo arqueológico de Pachacamac.

Ese lugar, reconvertido ahora en un centro hípico donde se imparten clases de doma a caballos peruanos, fue, durante la época inca, un recinto donde residían las mujeres que desde niñas llegaban al santuario desde todo el territorio dominado por el imperio.

Allí, las "mamaconas" (mujeres encargadas de cuidarlas) les enseñaban a fabricar textiles o a preparar diferentes bebidas antes de ser escogidas para, las más importantes, ser sacrificadas, convertirse en esposas del inca o de jefes de otras culturas con las que se quería sellar un pacto.

La cultura Inca dará paso hoy a la Moche cuando la expedición llegue a Huanchaco, en quechua Guaukocha (hermosa laguna con peces dorados), lugar donde los mochicas dieron origen al "cebiche", plato típico peruano reconocido internacionalmente.

La aventura que 224 jóvenes, de 53 países, emprendieron en Lima el pasado jueves continuará a partir de ahora por el norte peruano tras los pasos del religioso español Baltasar Jaime Martínez Compañón, obispo de Trujillo.
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