Tecnología
Etíopes piensan construir presa en el Nilo
Ponen en jaque el dominio de Egipto sobre el agua del río
El reciente anuncio etíope del desvío del Nilo Azul para construir la llamada presa del Renacimiento ha descolocado a los egipcios, que desde entonces no han dejado de dar signos de inquietud y de buscar la forma de frenar el proyecto.
En un discurso anoche, el presidente egipcio, Mohamed Mursi, elevó el tono empleado contra Etiopía, y le advirtió de que su país "no permitirá que sus recursos hídricos sean amenazados".
Se espera que ese ambicioso proyecto, valorado en unos 5 mil millones de dólares que financian actores locales con préstamos de China, genere unos 6 mil megavatios de electricidad cuando culminen las obras, en 2015.
Pero en El Cairo ha desatado la alarma la capacidad del embalse, de unos 74 mil millones de metros cúbicos: ¿Tendrá Etiopía la intención de limitar la cuota de agua que Egipto defiende como un derecho histórico?
"No tenemos garantías de que el agua de la presa no se utilizará para regadío", destaca a Efe el jefe del departamento de Hidráulica de la Universidad de El Cairo, Sherif Manadili, pese a que las autoridades etíopes han asegurado que no causará pérdidas a Egipto.
En el peor de los casos, si se decidiera rellenar la presa en un solo año, el Nilo se secaría a su paso por Egipto en ese tiempo, sostiene el ingeniero.
El caudal resultaría igualmente afectado en función de los años que tomase la tarea, lo que dañaría la agricultura y otros sectores de la economía egipcia, que obtiene de ese río el 86 % de sus recursos hídricos.
Otros países ribereños tienen presas en el Nilo Blanco, pero es el Nilo Azul -donde se está construyendo el proyecto etíope- el afluente que representa la principal vía de abastecimiento para Egipto.
Para el experto en temas del Nilo del Centro de Estudios Estratégicos Al Ahram, Ayman Abdel Wehab, la presa egipcia de Asuán podría producir un 18 % menos de energía eléctrica y Sudán vería reducida la fértil capa de limo que cada año deja el río para sus cultivos.
Egipto ha puesto el grito en el cielo y amenazado con presionar desde la Liga Árabe y otras instancias internacionales para evitar perjuicios de Etiopía, que ve la presa como una oportunidad para exportar energía y desarrollar el país.
Tanto El Cairo como Jartum reivindican el cumplimiento de pactos como el de la época colonial que firmaron en 1929 Egipto y el Reino Unido, que concedía al país árabe la mayoría de los 84 mil millones de metros cúbicos anuales que llegan a la parte baja del Nilo.
En 1959, Egipto y Sudán fijaron el reparto actual: el primero obtuvo 55 mil 500 millones de metros cúbicos anuales y el segundo, 18 mil 500 millones.
Esos dos estados han mantenido conversaciones y formaron en 1999 la Iniciativa de la Cuenca del Nilo con los demás países ribereños, pero han insistido en seguir vetando cualquier proyecto que pueda perjudicar sus cuotas. Ahora, Etiopía parece haberse hartado y no quiere solicitar el consentimiento de terceros.
"La Iniciativa de la Cuenca del Nilo tuvo éxito en su primera etapa, con el impulso de proyectos de desarrollo, aunque no llevó a los países a firmar nuevos acuerdos jurídicos para administrar el agua", recalca Abdel Wehab.
Según este especialista, la batalla es crucial para Egipto, pues no tiene los ríos ni las lluvias de Etiopía y es un país pobre en agua, con un aumento de la población que requiere más recursos y que obliga a reciclar agua del canal de Suez y del riego.
"El Nilo es una cuestión de vida o muerte para Egipto", sentenció ayer mismo el primer ministro, Hisham Qandil, ante la cámara Alta.
Mursi ha dialogado recientemente con algunas fuerzas políticas afines, y en la reunión -retransmitida en directo por error a través de la televisión- se escuchó una abanico de propuestas tan poco diplomáticas como bombardear la presa o apoyar a los rebeldes en Etiopía.
Aunque los expresidentes Anuar Sadat y Hosni Mubarak ya pensaron en emplear la fuerza para controlar el agua, los expertos consultados descartan el riesgo de guerra y creen que aún se puede cooperar.
No solo Mursi ha mostrado interés por estrechar vínculos con África. Desde la iniciativa "Diplomacia Pública", integrada por activistas y opositores, quieren recuperar el espíritu de acercamiento que marcó el viaje de una delegación egipcia a Uganda y Etiopía tras la revolución de 2011.
Uno de sus promotores, el exparlamentario Mustafa el Guindy, subraya: "Figuras como Ramsés, Mohamed Ali o Gamal Abdel Naser miraron a África. Ahora que las potencias mundiales luchan por el continente, es hora de volver la mirada y ser su puerta de entrada".
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