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Especies invasoras amenazan a las islas Galápagos

Un simple descuido por parte de los turistas, es factor para propagar especies ajenas al lugar

SANTA CRUZ, ECUADOR.- Especies como cabras, hormigas, ratas, gatos salvajes o el arbusto de la mora, extrañas invasoras para la flora y la fauna de las islas Galápagos, amenazan el equilibrio de uno de los lugares más especiales del planeta, donde el 97 por ciento del territorio está protegido.

El Parque Nacional Galápagos (PNG) realiza un minucioso trabajo de erradicación de esas especies, introducidas en el archipiélago ecuatoriano, en su lucha por mantener la riqueza única de un ecosistema frágil, que es vigilado meticulosamente por los guardaparques.

La institución conservacionista mantiene un control exhaustivo de todo el material orgánico que entra al archipiélago, además de trabajar con ahínco en el combate, mediante técnicas no agresivas para el medio ambiente, contra esas especies.

Víctor Carrión, responsable de Control y Erradicación de Animales Introducidos en el Parque Nacional, explicó a un grupo de periodistas que su trabajo supone una labor minuciosa que requiere de un estudio previo y del compromiso de las autoridades de Galápagos y del país.

La erradicación de esas especies, cuya presencia desafía la conservación del ecosistema original de Galápagos, pretende lograr la restauración ecológica de las islas y mantener su ciclo evolutivo que, hace 150 años, inspiró a Charles Darwin en la creación de su teoría sobre la evolución natural de las especies.

En la isla de Santa Cruz, cerca de "Los Gemelos", una curiosa formación geológica volcánica que consiste en dos grandes hondonadas circulares casi idénticas, se erige una frondosa plantación de mora que, al contrario de lo que un turista no iniciado pudiera pensar, no es una manifestación de la riqueza de la vegetación de Galápagos.

De hecho, supone una amenaza para el equilibrio del ecosistema de la zona, y por ello el PNG realiza una deforestación de la planta a la vez que repuebla el sector con especies de flora endémica, únicas del archipiélago.

La misión está a cargo de cuatro operarios de la institución, que a base de machete destruyen alrededor de media hectárea por día.

Otro trabajo meticuloso es el que se realiza para lograr la erradicación de ratas, que posiblemente desembarcaron en las islas después de viajar en las bodegas de algunos barcos.

En la isla Floreana, al sur del archipiélago, se sitúa Punta Cormorán, uno de los lugares de visita restringida y muy controlada por el PNG debido a la fragilidad de su ecosistema y a la pureza de su conservación.

En Punta Cormorán habitan flamencos y pinzones de patas azules, en sus aguas cristalinas nadan tiburones y en sus playas de arena "harina", así conocida por ser muy fina y de color blanco, las tortugas marinas entierran sus huevos.

Sin embargo, las ratas que llegaron desde el continente crearon una población que pone en peligro la pureza y la estabilidad de ese ecosistema.

Para su erradicación, los guardaparques se valen de una trampa-jaula hecha de metal que contiene un cebo elaborado a base de maní (cacahuete) que atrae a los roedores y los aprisiona una vez que han entrado en busca del alimento.

Un esfuerzo especial de control es el que se realiza para acabar definitivamente con el remanente de cabras que aún quedan en áreas protegidas de algunas de las islas, después de un proceso de eliminación masiva que se llevó a cabo hace unos años.

Para ese proyecto, el PNG cuenta con un helicóptero desde el que recibe las señales de radiometría del collar de un chivo, al que los guardaparques denominan "judas" y que fue llevado a la zona tiempo atrás para que formara a su alrededor un rebaño.

También utilizan jaurías de perros entrenados que, después de que los guardaparques localizan al rebaño, son soltados para que las atrapen.

Estos procedimientos requieren de un afán particular del personal de la organización conservacionista que incluso tienen que controlar su alimentación y su higiene cuando salen a las operaciones de monitoreo y control en las zonas protegidas.

Por ello, el PNG realiza a la vez una labor de concienciación entre la población y unos controles estrictos de los turistas y de las zonas de visita porque apenas unas semillas de tomate o alguna hormiga escondida entre los resquicios de la suela de las botas puede suponer un riesgo para el equilibrio natural de esas bellas islas. EFE
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