Tecnología
El observatorio estadounidense LIGO no detecta aún las ondas gravitacionales
Un observatorio estadounidense que estudia los orígenes del Universo no ha podido detectar aún las llamadas ondas gravitacionales
Ciertos modelos teóricos de lo que ocurrió en los primeros momentos del cosmos indican que las ondas gravitacionales deberían resultar visibles para el LIGO, lo que no ha ocurrido hasta ahora.
Las últimas investigaciones del LIGO, de las que da cuenta la revista Nature, apuntan a que los observatorios interferométricos como el LIGO abrirán nuevos horizontes a la astronomía ya que permitirán a los científicos examinar aspectos del cosmos ocultos antes a la vista humana como supernovas o los agujeros negros.
Los 380.000 años que siguieron al Big Bang (la Gran Explosión inicial que dio origen al Universo) resultan opacos para los telescopios convencionales que utilizan el espectro electromagnético.
Según el profesor David Reitze, de la Universidad de Florida, portavoz del LIGO, "las ondas gravitacionales representan la única forma que tenemos de investigar el Universo en el momento de nacer.
Aunque hasta ahora no ha sido posible detectar ninguna de estas ondas, existen pruebas indirectas de su existencia, como la desaceleración del periodo orbital observado en un pulsar binario.
El hecho de que el LIGO no haya podido detectar aún las señales de esas ondas a las frecuencias que es capaz de observar indica la máxima fuerza que pueden tener.
Su no detección hace posible descartar varias hipótesis sobre el Universo temprano que predicen un fondo más fuerte de ondas gravitacionales.
Los estudios realizados hasta ahora por los astrónomos con ayuda de los observatorios interferométricos podrían ayudar a explicar por qué el Universo adquirió su actual estructura en la que la materia se concentra en galaxias entre las cuales existen enormes extensiones de espacio vacío.
Los expertos creen que esa estructura se debe a fluctuaciones accidentales de temperatura en el Universo cuando éste tenía aún tamaño microscópico, fluctuaciones que se magnificaron extraordinariamente con el Big Bang.
El profesor Jim Hough, de la Universidad de Glasgow (Escocia), uno de los investigadores del equipo del LIGO, considera que hay una de ocho probabilidades de que ese observatorio logre detectar las ondas gravitacionales en el próximo año y medio.
Pero si no lo consigue, esa hazaña la lograrán casi con total seguridad instrumentos aún más perfeccionados, que pueden estar listos para su uso en 2014.
Las ondas gravitacionales son muy difíciles de detectar al ser extraordinariamente pequeñas.
En la distancia de 4,3 años luz que media entre la Tierra y la estrella Alpha Centauri, la curvatura que imprimiría al espacio una onda gravitacional tendría el grosor de un cabello humano.
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