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Captan una nueva imagen de un cúmulo estelar

La fotografía, captada por el Observatorio Austral Europeo, pertenece a la Constelación de Carina

BERLÍN, ALEMANIA (23/JUL/2014).- El Observatorio Austral Europeo (ESO) ha captado una nueva imagen de un conjunto de estrellas jóvenes congregadas sobre un fondo de nubes de gas y franjas de polvo en la Constelación de Carina, un "laboratorio celeste" que permite a los astrónomos aprender más sobre la evolución de las estrellas.
 
La imagen, explica el observatorio en un comunicado, ha sido tomada desde las instalaciones que tiene en La Silla (Chile), y muestra ese cúmulo estelar situado a ocho mil años luz de la Tierra.

NGC 3293 -como se conoce a este cúmulo- no tiene más de 10 millones de años, lo que en escalas cósmicas se considera un "recién nacido" teniendo en cuenta que el Sol se formó hace cuatro mil 600 millones de años y que tan sólo se encuentra en la mitad de su vida.
 
Según el ESO, los cúmulos estelares de este tipo están compuestos por estrellas formadas al mismo tiempo, a la misma distancia de la Tierra y a partir de la misma nube de gas y polvo, lo que provoca que tengan la misma composición química.

A pesar de que las casi cincuenta estrellas de este conjunto tienen la misma edad, algunas aparentan ser mucho más antiguas, dando a los astrónomos la oportunidad de explorar cómo y por qué las estrellas evolucionan a diferentes velocidades, señala la nota.
 
Esta clase de cúmulos abiertos sólo durarán unos cientos de millones de años porque, aunque sus estrellas permanecen unidas gracias a la atracción gravitacional que ejercen entre sí, esta fuerza no es suficiente para mantener al cúmulo intacto en caso de encuentros cercanos con otros cúmulos y nubes de gas a medida que el gas y polvo propios del mismo se disipan.

Este hecho, detalla el observatorio, diferencia a los cúmulos abiertos de sus "primos mayores", los cúmulos globulares, que pueden sobrevivir durante miles de millones de años y conservar muchas más estrellas.

NGC 3293 es uno de los cúmulos más brillantes en el cielo austral y fue descubierto por primera vez por el astrónomo francés Nicolas Louis de Lacaille en 1751 desde Sudáfrica, donde utilizó un pequeño telescopio con una apertura de apenas 12 milímetros.
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