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Bali se suma a la arquitectura sostenible con una ''catedral de bambú''

Han hecho falta más de tres mil cañas de bambú, algunas de ellas de 20 metros de longitud, para tejer el entramado del inmueble, cuyo suelo está cubierto por madera de cocotero

DENPASAR, INDONESIA (07/DIC/2011).-  La "catedral de bambú", la mayor estructura de este material del mundo y que en vez de un centro religioso será una fábrica de chocolate, toma forma en la isla de Bali al calor de la eclosión de la arquitectura sostenible en Indonesia.

El colosal edificio de más de dos mil 200 metros cuadrados y tres plantas de altura se construye en medio de arrozales y palmeras con un diseño cuidado para que se integre, sin desentonar, en el entorno natural que le rodea.

"El bambú es uno de los materiales más ecológicos para construir que existen", explica a Efe el estadounidense Benjamin Ripple, uno de los dueños de la cooperativa Big Tree Farms, un proyecto que comercializa productos de agricultura orgánica cultivados en Indonesia y que producirá chocolate dentro de estas instalaciones 'verdes'.

Han hecho falta más de tres mil cañas de bambú, algunas de ellas de 20 metros de longitud, para tejer el entramado del inmueble, cuyo suelo está cubierto por madera de cocotero.

El diseño ha respetado la filosofía de la fábrica hasta en los más pequeños detalles: los marcos de las ventanas, los pomos de las puertas y el pasamanos de las escaleras también están elaborados con bambú.

Ripple dice que eligió el bambú por varios motivos, entre ellos, la abundancia del material en los países tropicales, la flexibilidad y el bajo coste.

"Cada caña nos cuesta tres dólares; definitivamente, construir con bambú es mucho más barato que hacerlo con hormigón o cualquier otro material", admite el emprendedor que espera inaugurar la fábrica a principios de 2012.

Para asegurar los cimientos, las cañas se clavan hasta más de un metro y medio de profundidad en la tierra y se rellenan de cemento para aumentar su resistencia; los espacios libres entre ellas están cubiertos con conglomerado de cáscara de coco, que actúa como aislante en el húmedo clima tropical indonesio.

Los lugareños acogieron con recelo los primeros pasos del proyecto ecológico, pero su perspectiva ha cambiado al ver erguirse el esqueleto del inmueble al que han bautizado con el sobrenombre de "la catedral de bambú" y al conocer que la chocolatería empleará a un centenar de trabajadores de la zona.

"Nunca había visto un armazón de bambú de estas dimensiones", confiesa Isa Ansori, un balinés que se acercó a visitar las obras y que solo se atrevió a asomar la cabeza por la puerta de la nave por miedo a que se le derrumbase encima.

La luminosidad destaca en el interior de las instalaciones, producto de grandes ventanas y una claraboya en el techo, al igual que los centenares de cañas en pilares y columnas que se cruzan con simetría perfecta y recuerdan el interior del casco de una goleta de madera.

Ripple cuenta que el proyecto ha supuesto muchos retos técnicos, debido a la falta de antecedentes similares, y que sus socios y él requirieron la ayuda de ingenieros de la universidad indonesia de Yogyakarta, arquitectos estadounidenses e incluso tuvieron que acudir a artesanos balineses especialistas en el trabajo con bambú.

La prueba de fuego de la "catedral de bambú" fue un terremoto de seis grados de magnitud ocurrido el pasado octubre, que causó 50 heridos y colapsó numerosas viviendas y templos en Bali, y que la estructura ecológica superó intacta.

El bambú se encuentra en todos los continentes del mundo, menos Europa, y es una planta de rápido crecimiento, lo que permite su desarrollo completo en un periodo de cinco años.

Las incontables ventajas de esta planta han provocado en Bali el brote de edificaciones de bambú como hoteles de lujo e incluso la fundación de "Green School", un exclusivo colegio internacional con 275 estudiantes.

Tras ellos, se han originado más de una docena de proyectos ecológicos en la paradisíaca isla indonesia.

"Lo que ha vivido Bali en estos últimos cinco años necesitaría más de dos décadas para eclosionar en áreas mucho más desarrolladas del mundo", opina Ripple.
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