Tecnología
Aficionados a la pesca ayudan a rescatar ballena
Se reportó el hecho a la Marina Armada de México en San Blas y de inmediato mandaron una patrulla con personal para organizar el rescate
Guillermo Coppel, quien desde hace 20 años vive en Guadalajara, es uno de los aficionados que presenciaron la aventura de los tripulantes de cuatro embarcaciones. A continuación, da testimonio de lo sucedido.
Relato
Temprano el día 29 de diciembre salimos a pescar varios amigos en cuatro embarcaciones diferentes: Jaime en su lancha “Poca Madre” con su hijo y un amigo de él. Humberto en su panga “Freedom” con su mujer y un sobrino de ocho años. Mario solo, en su embarcación “Makaira”, y mi mujer y yo en muestra lancha “Vidaloca”.
Como a eso del mediodía “Freedom” nos reportó por el radio que había encontrado una ballena “jorobada” enredada en un chinchorro (red de pesca) y que nadaba con mucha dificultad tratando de liberarse.
Se reportó el hecho a la Marina Armada de México en San Blas y de inmediato mandaron una patrulla con personal para organizar el rescate. A su vez los demás compañeros de Humberto nos dirigimos a donde él se encontraba, y cuando llegamos nos encontramos con una escena realmente conmovedora: la ballena de 40 toneladas nadaba con la red encima de ella, y a su lado nadando libremente y acompañándola en todo momento estaba su compañero, el cual eventualmente se posicionaba por debajo de ella y la empujaba hacia la superficie para facilitarle su respiración.
Los marinos llegaron como a las 13:30 horas y el capitán nos indicó que nos acercáramos y así lo hicimos, nos dijo que subieran las dos mujeres y el niño a su embarcación por cuestión de seguridad, y cuatro marinos y un biólogo se pasaron a dos de nuestras lanchas (pues eran más maniobrables).
Entonces empezó la faena de liberarla con lo que Dios nos dio a entender, pues nunca antes habíamos estado en una situación similar. Yo traía un mosquetón ( Anilla que se abre y cierra mediante un muelle) en mi lancha y decidimos amarrarlo a la punta de una cuerda de 50 metros de los Marinos, entonces con mucha cautela al principio y no tanta después, nos acercábamos a la ballena y enganchábamos el mosquetón a la red. Luego les pasábamos a la patrulla la otra punta de la cuerda y ellos la ataban a la cornamusa de proa y jalaban en reversa hasta que por la tensión del tirón la red se empezaba a desquebrajar, quitándosela así de de encima del lomo.
De esta forma, y por aproximadamente cinco horas (hasta que se metió el Sol) le fuimos poco a poco quitando todo lo que pudimos. También cortábamos con cuchillos cuando era posible, y así, quizá logramos deshacemos del 70% del chinchorro con que la encontramos.
Fue lo humanamente posible dadas las circunstancias ya que la red que todavía arrastraba en su cola nos quedaba dos o tres metros debajo de la superficie del agua, y ejercía tanto peso (la red en su cola) que la ballena no podía levantara, haciendo así que la red quedara fuera de nuestro alcance.
Estar tan cerca y por tanto tiempo de un animal de 40 toneladas en una embarcación tan pequeña es algo difícil de describir, pero en algún punto, y a pesar de la desesperación de irla liberando tan lentamente, fue también divertido: cada vez que nos acercábamos, quedábamos literalmente encima de ella, y cuando respiraba quedábamos bañados de arriba abajo con una presión de agua impresionante.
Finalmente ya con el Sol metido nos preparamos para regresar. No estábamos del todo contentos pues sabíamos que todavía arrastraba un buen de red en su cola, pero era imposible seguir.
Navegamos 18 millas de regreso a casa muy cansados y totalmente a obscuras, teniendo como único punto de referencia la luz de proa de la embarcación “Poca Madre”. En casa (el tráiler park donde acampábamos) nos esperaban los amigos que se habían quedado en tierra.
En la segunda foto de la galería que acompaña a esta nota se puede apreciar con claridad la cantidad de red que pudimos quitarle, y algo que jamás podremos olvidar fue la solidaridad de su compañero. Nunca ni por un segundo se apartó de su compañera en problemas.
Al día siguiente salimos de nuevo a pescar y nos encontramos de nuevo con las embarcaciones de la Marina Armada de México, que habían regresado a terminar el trabajo, esta vez con embarcaciones más maniobrables, buzos y mucho personal. Estaban buscándolas y las encontraron.
Fue hace solo dos días a través de Mario que supimos que finalmente la habían liberado completamente de la red en que la encontramos atrapada, y que nadaba libremente. Fue sin duda una experiencia inolvidable para todos los que participamos en ella.
Algunos comentarios:
- Mi reconocimiento total a la Marina Armada de México. Particularmente al personal con el que nos tocó trabajar. Sin ellos hubiera sido completamente imposible ayudar a liberarla.
Nos sentimos siempre seguros al lado de ellos, y a la mitad de la faena nos fabricaron un sandwinch que nos cayó como perlas. Cuando regresamos a tierra siempre estuvieron al pendiente nuestro a través del radio.
- En un México tan atribulado de problemas, entiendo que este evento no sea para nada tan importante como otros que suceden día a día en nuestro país, sin embargo, y dada la fuerte influencia que ustedes ejercen sobre la opinión pública, fue que quise contarles esta historia.
No sé si estas redes sean o no legales. Si lo son, ¿cómo es posible que la autoridad responsable no las detenga durante el corto periodo de tiempo que estos animales nos visitan, y que tienen que viajar más de seis mil kilómetros a nuestras costas para reproducirse y tener sus ballenatos?
Si no son legales, entonces nos adentramos en el obscuro terreno de la corrupción que tanto daño ha hecho a nuestro país.
Entiendo por otro lado, la necesidad de la gente que pone estas redes (legales o no) de hacerse de una forma de vida, y desde ahí la cosa se complica más, pero al final del día creo que es muy importante el reforzamiento de la ley en esta área.
- Creo también que es muy importante hacer conciencia en las nuevas generaciones de la preservación en lugar de la depredación, y quisiera considerar esta experiencia y el hecho de contárselas a ustedes como un pequeño grano de arena para que esto suceda. En todos los años que he estado cerca del mar he aprendido a respetarlo y a no tomar de él, más de lo que necesitamos, y me siento bien con eso, y creo que esto pudiera ser un común denominador para todos aquellos que también estén cerca.
- Las ballenas son animales magníficos, amigables, leales a su propia especie, y por si fuera poco una fuente de ingresos para la gente de la costa que llevan a los turistas a observarlas. No merecen morir de esta manera.
- Para alguno de ustedes que haya estado cerca de ellas, estoy seguro compartirán conmigo la sensación de que nunca olvidaremos ese momento.
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