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Voz que grita en el desierto: ¿Quién eres Tú?
Cuando Saulo se encontró con Jesús en el Camino de Damasco y lo vio envuelto en una luz radiante, todavía no era Pablo… era tan sólo un judío llamado Saulo
Cuando Saulo se encontró con Jesús en el Camino de Damasco y lo vio envuelto en una luz radiante, todavía no era Pablo… era tan sólo un judío llamado Saulo.
Entonces le preguntó:
-¿Quién eres?
Y recibió la respuesta:
-Soy Jesús, a quien tú persigues.
Más tarde, cuando pasen los años, también será hecha a Pablo la misma pregunta: ¿Quién eres?
Y en cualquier momento sabrá responder:
-Yo soy Pablo, judío, ciudadano romano, nacido en Tarso fariseo, estudioso y cumplidor de la ley…
-Yo soy Pablo, apóstol de Jesucristo por Gracia de Dios…
-Yo soy aquel que en un tiempo fue perseguidor de cristianos y ahora soy testigo del amor de Jesucristo, muerto y resucitado por nuestra salvación.
Y si en este momento esa voz que sigue gritando en el desierto preguntara a cada uno de nosotros:
-¿Quién eres tú?
Veamos si sabríamos responder con claridad y convicción, si podemos presentar nuestras credenciales con la frente alta…
¿Podríamos con sinceridad dar razón de la propia fe sin atenuantes ni restricciones?
El poder definir quien soy, qué quiero, qué busco y hacia donde voy… es ya el principio de saber que estamos preparando a nuestro ser como terreno fértil. para que venga a habitar Dios en nuestro corazón.
Cada día podemos hacernos nosotros mismos la pregunta:
Y tú, ¿quién eres?
Antes de que vengan de fuera a preguntarnos, y también antes de que nos presentemos al interrogatorio definitivo donde Dios, el único con auténtica autoridad para juzgarnos nos puede preguntar:
-Y tú, ¿quién eres?
También antes de que recibamos de frente los reproches del Señor cuando nuestra pregunta se dirija a Él:
-Y tú, ¿quién eres?
- Yo soy el que siempre ignoraste; aquél que has ofendido con tu indolencia, el que nunca quisiste escuchar; que rechazaste cuando te mostré mi amor; que preferiste otras actividades, otras alegrías y diversiones, sin querer darte cuenta de que yo tenía en mis manos para ti las más grandes realizaciones y la mayor felicidad.
Yo soy Jesús tu Dios, el único que puede llenar tu vida de alegría, de plenitud y de amor.
María Belén Sánchez fsp
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