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Viajeros incómodos
Viajeros en la historia
Ni que hablar, siempre ha de aparecer el viajero causa molestias.
O bien porque no le parece nada, o porque insiste en llegar impuntual. O porque se tienen que hacer las cosas como le parecen, si no se enoja.
Suele cumplir con el papelito del que echa a perder el buen ambiente, su carácter y sensibilidad, le impiden adaptarse adecuadamente a los demás.
Si no discute, anda de malas. Es el primero en oponerse a las decisiones de los demás y hasta pelea, porque las cosas no son como “deben ser”.
Su actitud, simplemente, no es buena y fácilmente descompone los buenos momentos.
Acaba siendo el aguafiestas del viaje.
O se hace la víctima o es el ogro, pero de que desentona, es un hecho.
Como es una realidad de que este espécimen de viajes aparece.
Pues tenemos que tener un antídoto, pues de no hacerlo a tiempo acaban por convertir el viaje en una pesadilla.
Una de las mejores medicinas contra este recurrente mal, es no hacerles caso. Así de simple. La receta es tan común, que si se enoja tiene dos problemas, contentarse y disculparse. Entre más se les da cuerda, más atropellan el ambiente. NO hay que darles la oportunidad, si se quiere aislar, irse por otro lado o hasta decidir abandonar el grupo. Que lo haga. Se salva al grupo y no se sacrifica el todo por uno de sus caprichosos miembros.
Hay que ponerles un alto en privado, ubicarlos correctamente y señalarles que está queriendo llamar la atención con sus escenitas. Regularmente cargadas de frustración y amargura. Eso los suele frenar un poco.
Los que no le hacen caso y siguen adelante con su ambiente, no deben sentirse ni culpables ni incómodos. La alegría, el optimismo y el buen humor tienen que sobreponerse a todo lo negativo.
Si es de los que se comportan negativamente. Trate de viajar sólo o compórtese a la altura de los demás.
Viajar no es un momento para hacer terapia.
Es una oportunidad de sacar lo mejor de sí mismos.
Los traumas hay que dejarlos en casa.
Hasta la próxima
Guillermo Dellamary
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