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Viajeros en la historia
Diego de Almagro y la fidelidad de Malgarida
Se ignoran muchos detalles de la vida de Almagro, se cree que nació en 1475, en la ciudad española de Almagro, de donde tomó su apellido. Tras herir a una persona en Sevilla y ser perseguido por la justicia, decidió viajar a América en la expedición comandada por Pedrarias Dávila; se instaló en la hoy desaparecida ciudad de Santa María la Antigua del Darién, ubicada en territorio colombiano en la costa del golfo de Darién.
Ahí permaneció algunos años hasta que le llegaron noticias de las riquezas de un lejano reino llamado Pirú (Perú), en el corazón del imperio inca. Se asoció con Francisco Pizarro, el gran conquistador de Sudamérica, y juntos emprendieron la aventura aunque al poco tiempo surgieron las diferencias entre ambos.
Los celos y las envidias por el éxito obtenido por Pizarro, hicieron a Almagro solicitar permiso para realizar sus propias expediciones. Y así fue. El odio entre ambos fue tanto que se temía una guerra civil entre pizarristas y almagristas, por lo que el rey Carlos V, en el afán de separarlos, le dio a Almagro la gobernación de Nueva Toledo, en Perú, y le otorgó el título de “Adelantado de las tierras del sur y el concedió doscientas leguas del territorio que conquistara”, más allá del lago Titicaca. Fue entonces que nuestro explorador inició su gran viaje hacia el sur, hacia lo que hoy es Chile, siendo el primer europeo en pisar aquellas tierras.
En julio de 1535 salió desde Cuzco, Perú, y avanzó hasta Moina por el “camino del inca”, con un pequeño grupo de españoles e indígenas. Las noticias del oro de los incas seguían llegado a Almagro y consideró que la ventaja de lanzarse a aquella aventura sería doble: rivalizar en poder contra Pizarro, y obtener riquezas y renombre ante el rey. El lago Titicaca les pareció sorprendente, y en el lago Augallas decidieron esperar un tiempo mientras se derretía la nieve de los Andes.
Aun cuando el trayecto era difícil, siguió firme en su idea de conquistar Chile, encontrar las riquezas y establecer sus propios dominios. Largas jornadas y el oro no hacía acto de presencia. Llegó hasta donde pocos años después Valdivia fundó la ciudad de Santiago de Chile (1542), y se dio tiempo para meditar el alto costo y el tiempo que le llevaría la expedición en una región difícil de transitar.
Le llegaron noticias de que los indios de Perú se habían revelado y habían sitiado Cuzco, y como esta ciudad estaba dentro de su territorio gobernado, entonces decidió regresar e ir en su ayuda, impulsado también por el hecho de que los parajes recorridos le mostraron que no era lo que él buscaba, muy al contrario, eran “los suelos más pobres de los hasta entonces descubiertos en América”.
Muy contra su voluntad, tuvo que abandonar la empresa y conformarse con la gobernación de la Nueva Toledo, lo cual no era cosa menor. En 1537 regresó a Perú, pero en lugar de atravesar la cordillera de los Andes, decidió viajar por el desierto de Atacama, travesía que fue verdaderamente agotadora: los alimentos escasearon, el frío por la noche y el terrible calor de día, les hicieron creer que no lograrían salir con vida. Finalmente llegaron a Cuzco y el encontronazo contra Pizarro y sus seguidores fue inevitable. Éste reclamaba la ciudad para él.
En medio de la guerra civil Almagro apresó a los hermanos de Pizarro, Hernando y Alonso, pero las cosas en poco tiempo cambiaron: Fue derrotado por los Pizarro y ejecutado en 1538; su fiel sirvienta Malgarida, le dio sepultura al cadáver de su amo en la iglesia de la Merced en Cuzco, donde enterró también todos sus sueños.
Regresó con sus mochilas vacías pero “repletas de conocimientos geográficos entre los que cabe destacar el descubrimiento del desierto de Atacama y del valle de Copiapó”.
Cristóbal Durán
ollin5@hotmail.com
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