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Viajeros en la Historia
Shackleton y el ataque en el polo sur
En 1901 fue nombrado subteniente de reserva de la Marina Real y viajó por el norte de África; esto le dio la oportunidad de mostrar sus dotes de navegante y fue contratado para formar parte de la tripulación del Discovery, del célebre capitán Robert Scott, con el fin de ir a la conquista del polo sur. El viaje fue terriblemente difícil, y se les había advertido a los marineros que no se garantizaba el “regreso sano y salvo”. Lograron llegar a los 82° 16’ 3” de latitud sur, en diciembre de 1902, quedando como a 850 kilómetros del polo. Shackleton enfermó de escorbuto y tuvo que regresar en un barco de socorro.
Pasó por una difícil racha económica y tuvo varios trabajos poco remunerados, pero nunca dejó de pensar en la Antártida y realizar allá algo extraordinario. Presentó su candidatura al Parlamento como representante de Partido Liberal-Unionista de Dundee, en Escocia; pero para fortuna de la expedición polar, perdió las elecciones y empezó a olvidar su carrera política. Entró a trabajar a la “gran fábrica de máquinas de William Beardmore e Hijo”, y ahí se dio tiempo para pensar y preparar sus expediciones. Soñaba con ir más allá de donde habían llegado con Scott; el financiamiento del proyecto lo consiguió gracias a su “fuerza de persuasión y a su vigorosa personalidad”.
En enero de 1907 ya estaba llegando a la Barrera de Ross, una región del polo entre Australia y América. Viajaban en el ballenero Nimrod y el hielo les permitió llegar sólo hasta el glaciar Beardmore; lo escaló y pudo ver desde ahí la amplia meseta antártica. Avanzaron ocho grados latitud sur más que la vez anterior. Las tormentas de nieve, la gradual escasez víveres, la pérdida de los ponis de Manchurria que traían para cargar el equipaje, y el agotamiento de los hombres, hicieron que regresaran a casa, a sabiendas de que pasando aquella llanura de nieve estarían ya en el polo. Estaban en un punto al que nunca antes había llegado ningún ser humano.
En Inglaterra fue recibido con honores, recibió medallas y condecoraciones, y fue nombrado comendador de la Real Orden de Victoria. Dio conferencias y escribió un libro (El corazón de la Antártida) y con ello pudo conseguir algunos fondos para su nuevo viaje. Shackleton era ya una celebridad, aunque no dejó de tener problemas económicos que por momentos parecían dificultarle sus planes, al grado de retrasarle en la conquista del polo, la cual fue ganada por el noruego Roald Amundsen, en 1911, y semanas después por Scott; pero Shackleton siempre pensó en hacer algo extraordinario: ahora quería atravesar el polo caminando.
Fue hasta 1914 que consiguió el buque Endurance, con el que pretendía explorar la zona del mar de Weddell. Mientras estallaba la Primera Guerra Mundial, él se dirigió hacia el polo; esta vez el Endurance fue atrapado por los hielos y arrastrado durante nueve meses a la deriva. En octubre de 1915 zozobró a más de 1500 kilómetros del puesto de ayuda más cercano, pero gracias a las habilidades y conocimiento de Shackleton, logró poner a salvo a la tripulación y fueron rescatados al año siguiente, sin ninguna pérdida.
Volvió a empezar de nuevo y realizó pequeños negocios en su afán de enriquecerse pero siempre fracasó; la verdad es que el polo se le había vuelto una obsesión. En 1921 preparó otro viaje y zarpó de Londres en el Quest, con el objetivo de “explorar la región poco conocida del estrecho de Enderby”. Al llegar a la isla Georgia del Sur, en el puerto de Grytviken, observando las olas desde el navío como pensando en su salida hacia el polo… se desplomó fulminado por un “ataque de angina de pecho”. El horizonte se le borró, el frío entró hasta la parte más profunda de su cuerpo, y Shackleton se hizo uno con el polo.
Cristóbal Durán
ollin5@hotmail.com
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