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Viajeros en la Historia

Oliver van Noort y la cuarta vuelta

Si bien el viajero de hoy podría parecer un total desconocido para muchos, en su país, Holanda, fue uno de los grandes héroes navegantes que aportaron la valentía de viajar por el mundo entero, en una época en la que sólo tres navegantes habían dado la vuelta completa alrededor del mundo (siglo XVI), lo cual era clara muestra de que el globo terráqueo aún tenía muchos rincones que el hombre desconocía; aún era una tierra misteriosa para el hombre occidental, una invitación a enfrentar los enigmas de lo desconocido.

Hacia mediados del siglo XVI, Holanda, al parecer, aún no figuraba como una potencia en materia de navegación; cierto que ya había incursionado con algunos viajes cortos de carácter comercial, pero todavía faltaba un mayor estímulo que la hiciera participar de ese mercado (América) virgen que podía dar riquezas a quien lo explotara. España, Portugal e Inglaterra eran las naciones que punteaban la carrera marítima de exploración del mundo recién descubierto.

Entre los intrépidos viajeros holandeses figura Oliver van Noort, quien había nacido en Utrecht, en 1558. Durante su juventud había realizado algunos viajes por el norte de Europa y después se dedicó a cuidar una posada que tenía en Rotterdam, de la que vivía con relativa tranquilidad. Pedro van Beveren, que era jefe de una compañía de negociantes de esa ciudad, organizó una expedición hacia las islas asiáticas, las cuales los españoles pretendían explotar de manera exclusiva. “Equipó cuatro naves, dos de ellas de gran porte, y las otras dos simples yates o buques menores, y puso a su bordo doscientos  cuarenta y ocho hombres bien provistos de armas y municiones”. Para dirigir esa misión, puso al frente precisamente a Van Noort, a quien dio facultades para hostilizar a cuanto español o portugués se atravesara por su camino. Es por eso que la historiografía lo identifica como un pirata y corsario.

Habían salido de Ámsterdam en julio de 1598 y se dirigieron a Plymouth, Inglaterra, para continuar con los preparativos; finalmente partieron en septiembre del puerto de Goeree, en la costa holandesa del Mar de Norte. Las crónicas del viaje explican que Noort actuaba con mano dura y “atacaba los buques y los establecimientos portugueses”; por la fuerza se hacía de “los víveres que necesitaba, y reprimía con mano de hierro todo acto de insubordinación de sus marineros”. Al poco tiempo del viaje, tuvieron que deshacerse de uno de los buques pequeños puesto que “hacía agua por todas partes y había llegado a ser inservible…”

Llegaron al Estrecho de Magallanes, en la Tierra del Fuego, y el 20 de septiembre ya estaban en Cabo Deseado, al otro lado del Estrecho. Allí renovaron sus víveres y capturaron cantidad de pájaros que su carne la conservaban en sal; aquello era un “alimento muy apetecido por casi todos los antiguos exploradores de esa inhospitalaria región…” Ahí murió uno de sus capitanes por escorbuto, que era el azote de los marineros.

La mano dura de Noort seguía implacable hasta con sus propios subordinados; sometió a juicio a Jacobo van Claasz, segundo jefe, por haber desobedecido sus órdenes y desconocido su autoridad. El consejo de guerra lo sentenció al abandono en aquellas tierras. La relación del viaje dice que “fue llevado a la ribera el 26 de febrero (1600) en una chalupa, con un poco de pan y vino, alimentos que no podían prolongar su vida muy largo tiempo…”

Una de las cosas que le sorprendió en aquellas tierras sureñas fue que los indígenas yaganes todas su actividades las realizaban habitaban desnudos; precisamente con ellos tuvo un fuerte enfrentamiento en el que murieron algunos de sus soldados y varios indígenas. Siguiendo por la costa chilena hacia el norte, capturó el navío Buen Jesús, suceso que tiene una impresionante historia que narraremos en nuestra siguiente entrega.

Cristóbal Durán
ollin5@hotmail.com
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