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Una refrescadita en el Parque Ávila Camacho

Entre las atracciones que ofrece el parque municipal, la explanada acuáticas es la más popular en esta temporada de calor

GUADALAJARA, JALISCO (28/ABR/2013).- Es sábado a mediodía y el sol calienta con fuerza el pavimento. Por suerte hay bastante sombra en el Parque Ávila Camacho, gracias a los grandes árboles que lo habitan desde mucho tiempo antes de ser remodelado y reabierto al público, en diciembre de 2011.

Pero la vegetación no es el único remedio para este calor de finales de abril. Hacia el fondo del parque, en el sitio más alejado del ruido vehicular de las avenidas, un montón de niños, niñas y adolescentes se refrescan en la explanada acuática.

El traje de baño no es necesario, y de hecho, muy pocos lo llevan puesto: la mayoría juega con sus atuendos de ciudad, entre los coloridos aros metálicos que arrojan los chorros de agua. Están los chicos que visten ropa más ligera y los que se mueven con dificultad debido a sus empapados pantalones de mezclilla. Los que van descalzos y los que traen sandalias; los que se deslizan en calcetines por el cemento pulido de color azul, y los que ni siquiera se quitaron los zapatos.

Una mamá vigila a su tropa desde la sombra de una jacaranda, sentada en un par de mantas que ha colocado sobre el pasto con tierra. También reposan ahí dos bolsas del mandado –de las que se asoman varias botellas de refresco, recipientes cerrados y empaques de papitas— y cinco desgastados pares de tenis, donde destacan en número los de tallas de adolescentes.

Los zapatos más pequeños pertenecen a un flaquito de diez años, quien después de un buen rato de seguir a los grandes, vuelve a la base y pide una naranja. “¡No vayan a dejar las cáscaras por ahí!, le advierte la mamá mientras él regresa corriendo al terreno de juego.   

No tardan en aparecer, vestidos y empapados, el resto de integrantes del grupo: la hija corpulenta que cursa la secundaria y tres de sus compañeros varones, quienes se han adjudicado la misión de llevar a la señora al agua. Ella logra ahuyentarlos la primera vez, pero luego no puede oponer resistencia ante los dos muchachones que la levantan por los brazos.

Después del baño inesperado, la mamá regresa por fin a su sombra: “¡carajos muchachos!”, dice mientras se seca con un toalla entre el enojo y la risa, pues cuenta que ya se “la venían sentenciado” en su camino al parque, desde la colonia Villas de Guadalupe.

Cuando el chapoteadero luce más lleno y hay que tomar turnos para divertirse en los distintos juegos acuáticos, el grupo se desplaza hacia el sitio donde se rentan las bicicletas. La idea es que el sol y el aire que les pegue al pedalear por la curveada pista, los ayuden a secarse más rápido para sentarse a la mesa.

Los que no traen su propia comida optan por la cafetería del domo central, donde se ofrece una buena variedad de antojitos a precios razonables: desde tacos al vapor a seis pesos cada uno, hasta una orden de tres quesadillas con carne, que cuesta 40. En ese rango de precios, hay también hamburguesas, hot-dogs, papas fritas, loches de pierna, nuggets de pollo, y fruta picada pa’ los que estén a dieta. De tomar hay refrescos, jugos , agua embotellada y  capuchinos de sobrecito; de postre, flanes y jericallas.

En esa misma terraza circular conviven los adultos de varias familias. Entre ellos, un grupo que para la celebración de un cumpleaños se fue preparado con botanas, tacos, refrescos, pastel de chocolate, globos, regalos, platos de unicel, cubiertos de plástico, y una enorme grabadora cuyos sonidos oscilan entre la música ranchera, canciones de Joaquín Sabina y pop comercial.

En contraste, lo que suena en la bocina de la zona chill-out, es música electrónica para los visitantes más jóvenes, que desde los sillones de plástico instalados en el pasto, disfrutan la vista al lago artificial. En él circulan un par de kayaks, que ahí mismo pueden rentarse por 60 pesos los 20 minutos.   

El brincolín de ligas está cerca de ahí, pero al parecer no es una de las atracciones más recurridas del parque. El joven que lo opera explica que es por las tardes de fin de semana cuando suele aumentar la actividad, pues es entonces cuando llega el mayor número de visitantes.

Siguiendo por los caminos que utilizan los pequeños ciclistas, se llega hasta el skate-park: un mundo aparte tomado por adolescentes del sexo masculino. Allí no hay adultos que vigilen, pues estos chicos llegan por su cuenta a reunirse con el resto de asiduos a la patineta. Concentrados, practican sus trucos una y otra vez, sin importarles que el sol de mediodía caliente con potencia el pavimento.

Para saber

Espacio público


El Parque Ávila Camacho es una espacio público que fue remosado poco antes de los Juegos Panamericanos.

Como para recordar los viejos tiempos en que ahí estuvo la presa de Zoquipan, se instaló un pequeño lago artificial en el que se rentan kayacs, lanchas de pedales y esferas, por unos 60 pesos, por 20 minutos de uso.

También, para niños, una liga para brincar con arneses, una pista para patinetas, pista para correr, entre otras ofertas de entretenimiento.

Está ubicado en Avenida Ávila Camacho, esquina con Avenida Patria.
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